Música para una banda sonora vital: Tiempos modernos (Modern times, Charles Chaplin, 1936)

La spinach or la tuko

Gigeretto toto torlo

E rusho spagalaletto

Je le tu le tu le twa.

La der la ser pawnbroker

Lusern seprer how mucher

E ses confees a potcha

Ponka walla ponka waa.

Señora ce le tima.

Voulez-vous le taximetre

Le jonta tu la zita

Je le tu le tu le twaa.

4 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital: Tiempos modernos (Modern times, Charles Chaplin, 1936)

  1. Esta película, la escena de la fábrica, la que tú has puesto hoy aquí tuvo su punto álgido en este país en la década de los ochenta: un periodo de exceso económico y bancarrota moral. Desgraciadamente a mí me pilló trabajando en todo tipo de fábricas y la euforia de las horas extras (que yo siempre me negué ha hacer). El proletariado vivía a razón de todas esas horas comprándose coche caros, segundas residencias, barquitos para ir a pescar, bicicletas de montaña por el precio de 6.000 euros, acuarios exóticos con barcos de plástico sumergidos donde salía burbujas, etc., y, curiosamente, no tenían tiempo para disfrutar de todo eso debido a esas horas extras que no les dejaban salir de la fábrica, solo el tiempo suficiente para engendrar más retoños, y salir algún que otro sábado a una despedida de soltero del compa del curro, donde el futuro marido se disfrazaba de drag queen, o como quiera que se llame o escriba, y luego pasando por las salas de puticlubs más pijas. Hoy, todas esas fábricas donde perdí gravemente mi vida y mi salud, están chapadas, y todos aquellos tipos tan eufóricos que hicieron tantas y tantas horas extras están hoy en banca rota (en el sentido económico y moral). A mí las fábricas, para bien o para mal, me enseñaron en profundidad de qué iba todo esto, amigo Alfredo, puede que mucho más que si hubiera estado en Oxford, Cambridge o Yale. (Fíjate lo que le hizo este tipo de institución a Harry Popoter). Bukowski; otro que fue carne de fábrica dijo: «El mundo está lleno de oficinistas que han leído los Clásicos de Harward». En fin, buena escuela eso de haber trabajado en fábricas de automoción; trabajando en cadena durante ocho horas seguidas, pidiendo permiso para ir a mear, haciendo los mismos gestos, mirando las mismas cosas que se fabrican en serie para luego ir a comprarlas el sábado por la tarde acompañado de la señora y empujando el cochecito del bebé que a la vez arrastra a un chihuahua. ¿Qué te vuelves loco como Chaplin en esta película? Sí, pero de otra manera. La peor. Que esta brutalidad es aceptada como algo normal y necesaria. Y según nuestros allegados más queridos: ¡Y que no falte!

    Un fuerte abrazo y buen finde, amigo mío.

    1. El capitalismo como trampa. Siempre he pensado que ha triunfado allí donde los demás sistemas totalitarios han fallado: primero, funciona con idénticos mecánismos pero de manera soterrada, rebozada en publicidad; segundo, es narcótico, en el sentido de que llena al individuo de cosas que teme perder (confort, tecnología, ahorros, marcas de estatus) con el fin de lograr su absoluta sumisión. Es decir, que otros regímenes, como el comunismo o el fascismo, ladraban y te pegaban el palo; el capitalismo te da el palo después de darte vaselina, acariciarte y llenarte la tripa. Pero el palo es el mismo.

      Chaplin fue el único que vio esto. Bueno, también lo vieron sus futuros censores. Por eso tuvo que marcharse de América.

      Abrazos

    1. Extraño híbrido de mudo y sonoro. Pez en el agua. Y un cambio fundamental en la filmografía de Chaplin. El vagabundo deja de ser un personaje enfrentado con el mundo, y pasa a explicar el mundo mismo.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.