Lo que más caracterizaba a Roger Moore como actor era aquella refinada ironía de no tomarse demasiado en serio a los personajes que interpretaba. Su físico amable, tierno, de rasgos frágiles, de cuerpo alargado donde no le quedaba demasiado bien el traje, más bien grande, como si se los hubiera comprado en el rancio almacén de Galerías Preciados. Moore era, cómo decirlo, un Santo de cuya aureola le quedaba muy bien sobre su cabeza, aunque no se lo creyera del todo. El hombre de la pistola de oro fue una de las películas que repetí en el cine. Me hacía mucha gracia ver a Drácula, es decir, Christopher Lee con una tercera «tetilla». Moore se refiere a ella en la película con mucho pudor. A Daniel Craig le hubiera importado un comino, simplemente le hubiera apuntado con la pistola y después apretado el gatillo.
Descansa en paz.
Un abrazo.
Últimamente huyo hasta de los sepelios, amigo mío. Pero he vuelto. Creo que el viejo Roger se lo merece.
Ay, por no haber sido un gran actor,
hiciste más películas que pelos tiene
en la cabeza el Monstruo de las Galletas.
Incluso a mí se escapan
muchos de tus filmes, y eso que en mi infancia
mamé más películas que José Luis Garci.
Fuiste un Santo y un
Extraño perfecto, tan Santo que
incluso realizaste un cameo en
El Santo, de ese Val Kilmer que parece
que pronto estará contigo.
Vive y deja morir.
Que ya lo sabemos; que la vida es una
Carrera de locos, una
Misión en la jungla, un
A gritarle al diablo,
Un toque de suerte, una
Melodía interrumpida,
La maldición de la Pantera Rosa, una
Mujer lejana, y Oro.
El milagro y El crucero de los locos.
Que ya los sabemos.
Menudas Tinieblas, amigo mío.
Qué de Gansos salvajes, y
Lobos marinos.
Hay que Vestirse para matar y
A cara descubierta;
Vengarse como un Santo, o
Escaparse a Atenas.
Si, amigo mío,
La espía que te amó no fue
precisamente Richard Kiel con su
morreo metálico.
Menudo Panorama para matar;
cosa de Los seductores, los ejecutores, y
Los ilusionistas.
Estuviste en el espacio: Moonraker,
y en Nueva York haciendo de
Sherlock Holmes; en el Fuego, nieve y dinamita.
Fuiste El ladrón del rey. El James Bond menos creíble,
pero que creímos todos.
Te batiste a duelo con El hombre de la pistola de oro.
Sólo para sus ojos, mis ojos, tus ojos azules
Roger Moore; El hombre que nunca muere.
D. E. P. Tenía un fino sentido del humor. Y … «He lived longer than anyone I knew.»
El Bond más frívolo y autoparódico. Un gran tipo. No creo que cayera antipático a nadie, más allá de sus capacidades como actor.
Lo que más caracterizaba a Roger Moore como actor era aquella refinada ironía de no tomarse demasiado en serio a los personajes que interpretaba. Su físico amable, tierno, de rasgos frágiles, de cuerpo alargado donde no le quedaba demasiado bien el traje, más bien grande, como si se los hubiera comprado en el rancio almacén de Galerías Preciados. Moore era, cómo decirlo, un Santo de cuya aureola le quedaba muy bien sobre su cabeza, aunque no se lo creyera del todo. El hombre de la pistola de oro fue una de las películas que repetí en el cine. Me hacía mucha gracia ver a Drácula, es decir, Christopher Lee con una tercera «tetilla». Moore se refiere a ella en la película con mucho pudor. A Daniel Craig le hubiera importado un comino, simplemente le hubiera apuntado con la pistola y después apretado el gatillo.
Descansa en paz.
Un abrazo.
En esa película salía el mini-yo de Felipe González…
Era un tipo que caía bien. Mejor que a él los trajes… De todos modos, para este no ha habido poema elegíaco de los tuyos…
Abrazos
Últimamente huyo hasta de los sepelios, amigo mío. Pero he vuelto. Creo que el viejo Roger se lo merece.
Ay, por no haber sido un gran actor,
hiciste más películas que pelos tiene
en la cabeza el Monstruo de las Galletas.
Incluso a mí se escapan
muchos de tus filmes, y eso que en mi infancia
mamé más películas que José Luis Garci.
Fuiste un Santo y un
Extraño perfecto, tan Santo que
incluso realizaste un cameo en
El Santo, de ese Val Kilmer que parece
que pronto estará contigo.
Vive y deja morir.
Que ya lo sabemos; que la vida es una
Carrera de locos, una
Misión en la jungla, un
A gritarle al diablo,
Un toque de suerte, una
Melodía interrumpida,
La maldición de la Pantera Rosa, una
Mujer lejana, y Oro.
El milagro y El crucero de los locos.
Que ya los sabemos.
Menudas Tinieblas, amigo mío.
Qué de Gansos salvajes, y
Lobos marinos.
Hay que Vestirse para matar y
A cara descubierta;
Vengarse como un Santo, o
Escaparse a Atenas.
Si, amigo mío,
La espía que te amó no fue
precisamente Richard Kiel con su
morreo metálico.
Menudo Panorama para matar;
cosa de Los seductores, los ejecutores, y
Los ilusionistas.
Estuviste en el espacio: Moonraker,
y en Nueva York haciendo de
Sherlock Holmes; en el Fuego, nieve y dinamita.
Fuiste El ladrón del rey. El James Bond menos creíble,
pero que creímos todos.
Te batiste a duelo con El hombre de la pistola de oro.
Sólo para sus ojos, mis ojos, tus ojos azules
Roger Moore; El hombre que nunca muere.
Perfecto. Cada cosa en su sitio. 🙂