Mis escenas favoritas: Las aventuras de Jeremías Johnson (Jeremiah Johnson, Sydney Pollack, 1972)

Secuencia del combate entre el cada vez menos bisoño trampero Jeremías Johnson (Robert Redford) y los indios Crow en este estupendo western de Sydney Pollack, coescrito por Edward Anhalt y John Milius a partir de la novela de Vardis Fisher.

4 comentarios sobre “Mis escenas favoritas: Las aventuras de Jeremías Johnson (Jeremiah Johnson, Sydney Pollack, 1972)

  1. Me gusta el tándem Pollack/Redford. Hay excepciones, claro que sí, mi querido amigo, como en todas las cosas de la vida. Por ejemplo, «El jinete eléctrico», donde vemos a un Redford iluminado como un árbol de Navidad sobre un caballo. Debo confesar que me gustó mucho «Las aventuras de Jeremiah Johnson», una película tan legendaria como la historia que cuenta sobre un trampero que hace frente a los elementos y a la dureza de la vida en plena montaña. Era otra película que ponía en cuestión la noción del heroísmo preconizada por Hollywood. Tal como lo interpreta Robert Redford, Johnson no es ni más valiente ni más inteligente que los demás, sino simplemente un hombre más decidido a vivir en libertad y sin interferencias. Ay, cuando la vi de joven, sentí la necesidad de perderme en la naturaleza como Jeremiah. Si la volviera a ver ahora con la edad que tengo y mis achaques me preguntaría: ¿qué pasaría con la próstata? ¿qué pasaría con la tensión? ¿la diabetes? ¿las pastillas para el estreñimiento (Dulcolaxo)? ¿mi imparable acidez de estómago? ¿Con toda esta conciencia que nos está machacando sobre el maltrato a los animales; cómo mataría un conejo para comer? ¿cómo lo despellejaría sin ser visto por los animalistas? ¿quedan todavía conejos?

    También me gusta mucho «El valle del fugitivo», con la que Abraham Polonsky pudo volver a dirigir tras varios años en las listas negras y donde se aborda la forma de tratar a los indios norteamericanos. Hoy, me emborracharía con ellos en sus reservas y me darían trabajo en sus tiendas de souvenirs.

    Todos sabemos que Redfort es ecologista radical, que es como se tiene que ser cuando se es americano con el mentón americano… en fin, todo americano. Ahí tenemos su película como director; «El río de la vida», que no tuvo la repercusión de su oscarizada y aburrida «Gente corriente», pero el hombre se animó y dirigió el bodrio «Un lugar llamado milagro». Tuvo que pasar mucho tiempo para que volviera a interpretar algo sobre la naturaleza desatada, salvaje y llega un jinete libre y bla bla bla como «Cuando todo está perdido», de J. C. Chandor; una cosa rara, sin sentido, poco creíble: un Redfort solitario dentro de una barca en medio del océano donde el espectador se siente tan seguro en su butaca como Redfort delante de la cámara y un mar agitado a pocos metros de una playa. Pero lo peor estaba por venir, mi querido Alfredo, con esas cosas de la ecología. Ahí tenemos «Un paseo por el bosque», de Ken Kwapis junto a Nick Nolte. La vi y todavía no sé de qué va. Había mucho calzado de montaña comprado en la franquicia Coronel Tapiocca, mochila e impermeable de Decathlon y todo eso. Nick Nolte es un magnífico actor, pero me temo que ya no estaba para esos trotes. ¿Te imaginas a Redfort cagando en un bosque y limpiándose el culo con una piedra?

    Personalmente, a mí me gusta más el subgénero “ecoterror”. Ahí tenemos «Deliverance», de John Boorman, o la excelente pero poco conocida película australiana «Largo fin de semana», de Colin Eggleston que va sobre una pareja que decide hacer un retiro de fin de semana en plena naturaleza, donde poder solucionar la incipiente crisis por la que están atravesando. Una serie de sucesos sin aparente trascendencia acabará derivando en una pesadilla inimaginable en la que la propia “Madre Naturaleza” parece haber debido tomar cartas en el asunto. Se trata de una de las indiscutibles obras maestras del “ecoterror”, cuya atmósfera insalubre consigue trascender más allá de la pantalla.

    ¿Recuerdas la película «El valle de la furia», de Richard Lang con Charlton Heston? La madre naturaleza lo putea a base de bien.

    En fin, ya ni te hablo de novelas basadas en el “ecoterror”. ¿Por qué me identifico tanto con esto, mi querido amigo? Porque en Semana Santa me obligan a pasar uno día en la montaña del Montseny y no veas lo mal que lo paso. Pero esto, como diría aquel ilustrado camarero Moustache, es otra historia.

    Un fuerte abrazo, amigo mío.

    1. Bueno, saltamos de la ecología a la escatología y vuelta a empezar. La escatología sí que es ecoterror. Picnic en Hanging Rock también tiene algo de eso. En general, Australia tiene mucho de eso. Si yo tuviera koalas cerca también me dedicaría al ecoterror. La gente, que es gilipollas, sobre todo los turistas, se dejan convencer fácilmente respecto a eso de que los animales son amiguitos muy simpáticos y cariñosos, en especial los primates y todos aquellos que puedes llevar encima y abrazar. Pues bien, mucha gente coge un koala y se lo cuelga de los hombros, abrazándolo como si fuera Chita, y va el puñetero koala y con las garras, ya sean de las manos o de los pies, van y te marcan como una res, ahí, en la tripa, en el bajo vientre, donde duele. Te marcan como al ganado, te destripan como una cuchilla de afeitar bien afilada. Y la sonrisa se les congela en la foto, se les ponen los ojos como balones medicinales y la sonrisa se les tuerce en una mueca de sorpresa y gilipollez.

      Redford siempre ha ambicionado ser un intelectual. Como no le llegaba para eso, se ha dedicado a ser un «activista», que es como han terminado llamando al intelectual comprometido cuando aparenta tener mucho de comprometido y muy poco o nada de intelectual. Así que se ha apuntado a todo y ha picado en todo. No me lo imagino cagando en el campo y limpiándose con una piedra, pero si eso diera fama y fortuna mediática, seguro que lo haría. De lo suyo como director, de todas formas, lo que más me gusta es Quiz Show; y como actor… Pues hombre, hay muchas. Tengo especial simpatía por Sundance Kid, claro.

      En cuanto al ecoterror, si pasaras dos días en mi oficina descubrirías nuevas e inquietantes variantes del asunto que te dejarían el culo torcido.

      Abrazos

  2. Ja ja ja. Muy pocos se preguntan por qué los koalas son tan parsimoniosos, tan lentos, con los ojillos entrecerrados. ¿Sabes lo que más me fascina de estos putos bichos que solo comen y duermen? Que se alimentan de las hojas más tiernas de los eucaliptos, que tienen efectos soporíferos, y se adormilan. Se los puede coger en brazos, basta con prestar atención a sus uñas, que están muy afiladas. En cuanto sienten el calor del cuerpo cierran los ojos con aires de felicidad y descabezan una siestecilla. Qué ricos. Qué monos. Nosotros somos mucho más estúpidos. No somos coherentes ni cuando estamos colocados. El ser humano se pasa toda la semana currando y haciendo el imbécil, y cuando llega el finde, se emborracha y sigue haciendo el gilipollas. Me hablas de la fauna oficinesca y la conozco muy bien, tanto como la maldita fauna de fábrica, albañilería y taller. He pasado por todos esos territorios que se les ha pasado los documentalistas de la natura. A Félix Rodríguez de la Fuente le perdía el puto ornitorrinco. En todos sus programas no paraba de mencionar el ornitorrinco de los cojones, el animal más surrealista del mundo, después del ser humano. Este bicho vive a orillas de ríos y de lagos, donde come, nada y excava galerías. Es el único animal que en todo el mundo posee pico, pelaje y patas palmeadas. Puede resistir hasta ocho minutos debajo del agua. Pone huevos pero es un mamífero, porque amamanta a sus crías. Se alimenta de gusanos, de insectos y de larvas. No permite que nadie se le acerque, es irritable y ataca a quienes lo molestan Debajo de la palma tiene un gancho venenoso con el que se defiende. Es una lástima que los surrealistas no lo incluyeran en sus bestiarios, para los que prefirieron unicornios e hipogrifos: perdieron una buena oportunidad. Incluso Apollinaire se olvidó de él. Pero es que las vanguardias históricas no conocían Australia.

    Se podría escribir un interesante ensayo sobre actores que incurrieron en el cine como esporádicos directores. Como el tema es extenso, solo te diré que Redford como director no me parece interesante. ¿Has visto “Leones por corderos”? ¿Es Redford un buen actor? A mi juicio, Redford está muy bien en las películas que ostentan buenos guiones y buenos directores. Ya sabemos que muchas veces decimos que una película es mediocre pero las interpretaciones están muy bien. No ocurre lo mismo con Redford. Las películas mediocres donde está Redford vemos realmente al Redford actor. “Dos hombres y un destino”, por ejemplo, tiene un grandioso guion, una dirección en estado de gracia, un momento oportuno en la historia del cine, la canción “Raindrops Keep Falling on my Head”, y Paul Newman. “El golpe”, lo mismo. “Un diamante al rojo vivo”, “Los tres días del Cóndor”, “Todos los hombres del presidente”, “El candidato”, “Brubaker”, entre algunas más, todas ellas con grandísimos guiones, estados de gracia por parte de los directores y el momento en que fueron rodadas. Aprecio mucho a Redford por lo que representa en la historia del cine, pero no lo considero un gran actor. Estuvo allí, en algunas películas que me apasionan, pero no por él. Paul Newman es mejor actor, pero como director creo que tampoco me entusiasma demasiado. Charles Laughton solo pudo dirigir “La noche del cazador”, que fue un estrepitoso fracaso y fíjate tú todo lo que hizo en esa película. Y ya ni te hablo de los actores actuales que se meten a directores esporádicos como George Clooney o Ben Affleck, por poner dos ejemplos. Con esto no quiero decir que los que son actores y realizan de vez en cuando alguna película como director sea mala, ni mucho menos. Ya te digo, el tema es amplio y no se puede exponer aquí en un comentario de mierda como el mío. Y para ir terminando, me llama mucho la atención las esporádicas interpretaciones como actores de los grandes directores. No hablo de apariciones breves o simples cameos. Solo mencionaré tres grandes momentos estelares: Otto Preminger en “Traidor en el infierno”. John Huston en “Chinatown” y Sidney Pollack con Woody Allen y Stanley Kubrick. Venga, ahora pon tú unas cuantas más.

    Por cierto, el ornitorrinco…

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