Diálogos de celuloide: El último tren de Gun Hill (Last Train from Gun Hill, John Sturges, 1959)

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-Busco a Rick Belden. ¿Le conoces?

-No. Tal vez se ha equivocado usted de ciudad.

-No me he equivocado de ciudad, sino de informador.

-Aquí todos somos iguales, sheriff.

-En ese caso será un alivio suprimir a unos cuantos.

-Yo no le diría a usted dónde está Rick Belden ni aunque estuviera a su espalda.

-Ya veo que Belden tiene buenos amigos aquí.

-Los tiene.

-¿Y ningún enemigo?

-Sí, muchos.

-¿Dónde están?

-A las afueras del pueblo, en el cementerio.

(guion de James Poe sobre la historia de Les Crutchfield)

6 comentarios sobre “Diálogos de celuloide: El último tren de Gun Hill (Last Train from Gun Hill, John Sturges, 1959)

  1. Magnífica película del gran John Sturges. “el malo de los dos Sturges” decía André Bazin, en comparación con Preston Sturges. Ahora me aburre leer a Bazin y sigo disfrutando de las mejores películas de John y también de Preston. Por cierto, este último tuvo un final muy triste; en el olvido, la ruina, la enfermedad y una habitación en el Algonquin. Creo que en esa habitación hay cola de años para pernoctar una sola noche. Le ocurrió lo mismo al tío Oscar Wilde en el hotel parisino L’Alsace, donde murió también en la ruina, pero antes de dejar este perro mundo brindó con una copa de champán. Hoy esa habitación está muy cotizada. ¿Pobres muriendo en hoteles? Me parece que me estoy saliendo del guion.

    “El último tren a Gun Hill” tiene todos los requisitos para pasárselo bien sin ser insultado, es más, instruye, (incluso el apellido del guionista). De Kirk Douglas ya no se puede decir que está fenomenal en una película porque quedarías como un pardillo. El viejo, y nunca mejor dicho, Kirk, siempre está excelente en todo lo que interpretó. ¡Qué tío! Ahora bien, ¿qué me dices del Quinn? Un actor, algo olvidado injustamente. Ese tío es impresionante. Si nos ponemos a recordar sus mejores interpretaciones nos daría vértigo. Y para ir terminando, diría de John Sturges en el color de sus películas es importantísimo. La belleza de la fotografía de “Los siete magníficos” influenció mucho en Sam Peckinpah. “La gran evasión” con ese arranque de luminosidad entre el intenso azul del cielo, el verde de los prados, el rojo de las amapolas y los títulos de crédito contrasta brutalmente con los camiones y sidecares grises y polvorientos. “Conspiración de silencio” tiene una luz cegadora. El arranque es magnífico. Un torrente de colores. Desierto muy amarillo, tren de brillante plata . Se baja un tipo vestido de negro. No es una amenaza sino el anticipo funerario de la historia. ¿Tienen ahora las películas ese tipo de colores? ¿Se narra hoy de esa manera?

    Abrazos mil

    1. Por lo menos, morían en hoteles, y no en hostales. Que de todo hay. Tal vez en los hostales es que todos están ya muertos. Al menos, esa impresión dan. Excepto las recepcionistas pechugonas, tal vez.

      Coges la filmografía de Sturges (cualquiera de los dos) y puedes seleccionar tranquilamente media docena, como poco, de joyas. A ver de qué director de hoy, ruede como ruede, se puede decir lo mismo. Merecen casi todos dormir en un hostal.

      Abrazos

  2. Probablemente Sturges entre en esa categoría de mal llamados «artesanos» del cine norteamericano. Hay por lo menos dos o tres películassuyas que entran por derecho propio en cualquier antología de westerns y obras bélicas, como las ya mencionadas por Francisco. Personalmente me quedo con El gran escape (como se llamó por estos lugares del sur de América Latina), que funciona durante sus extensos 170 minutos como si fuera un reloj suizo, no aburre en ningún moment aún vista a casi 60 años de su estreno, algo de lo que no pueden jactarse muchas películas de hoy en día por más CGI que se use. Supongo que parte del secreto está en la habilidad y el pulso que tenía esta gente para saber narrar. Gracias por el recuerdo.

    1. Esa palabra, «artesano», es de un reduccionismo contraproducente. Puedo entender que se use como eufemismo, para diferenciarlos de los «autores» (siempre y cuando uno acepte la teoría del autor) de su época, pero, como toda etiqueta, conviene revisarla con el paso de las décadas y observar las carteleras de hoy. Si Sturges es un artesano, hoy algunos no pasan de peones de obra.

  3. «EL ÚLTIMO TREN DE GUN HILL» es un soberbio western con ribetes de tragedia realizado por un inspirado y enérgico John Sturges en el mejor momento de su carrera. Un periodo que situaríamos entre 1953 y 1966, es decir, desde «FORT BRAVO» hasta «LA HORA DE LAS PISTOLAS», su último gran trabajo en este género. Tendríamos que olvidarnos, eso sí, de dos estupideces como fueron «TRES SARGENTOS» y «LA BATALLA DE LAS COLINAS DEL WHISKY».
    En el que ahora nos ocupa, tenemos a los dos personajes protagonistas dibujados con trazos firmes y reveladores (el espectador queda escindido ante las terribles pero lícitas motivaciones de cada uno), mientras la acción y el «crescendo» del suspense discurren en perfecta conjugación hasta culminar en un asombroso último tercio cargado de tensión que -sin poder evitarlo- nos trae a la memoria el climax de otro gran western de Delmer Daves: «EL TREN DE LAS 3:10», rodado dos años antes.

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