Música para una banda sonora vital: Un puente lejano (A Bridge Too Far, Richard Attenborough, 1977)

Este clásico del cine bélico narra el estrepitoso fracaso de la operación Market Garden, diseñada por el mariscal Montgomery (cuyo genio militar era bastante inferior a lo que vendía la propaganda británica) y ejecutada por los aliados en 1944, que pretendía situar un gran contingente de tropas aerotransportadas tras las líneas alemanas en Holanda, tomando los puentes sobre el Rhin que desde Eindhoven, Nimega y Arnhem abrían el camino hacia el corazón de Alemania, y acelerar con ello el final de la guerra. Los nazis estaban todavía lejos de doblegarse, y su contraataque no solo detuvo la acción e hizo perder a los aliados la iniciativa, gran cantidad de material y un importante número de bajas, sino que retrasó un año el fin de la contienda en Europa.

Con un reparto difícil de igualar (Sean Connery, Edward Fox, James Caan, Dirk Bogarde, Michael Caine, Robert Redford, Anthony Hopkins, Liv Ullmann, Maximilian Schell, Gene Hackman, Ryan O’Neal, Laurence Olivier, Elliott Gould y Hardy Krüger, entre otros), la película es asimismo recordada por la vibrante música compuesta por John Addison.

 

6 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital: Un puente lejano (A Bridge Too Far, Richard Attenborough, 1977)

  1. Creo que es la mejor película del gran Richard Attenborough como director, junto a “Tierras de penumbra”. No pude ni con “Gandhi” ni con “A Chorrada Line” con un Michael Douglas donde no muestra su bello culo. Me parece que Antonio Banderas anda detrás de un remake, el bribón, después de hacer de Altamiro de la Cueva… Le perdono porque está muy bien en «Dolor y gloria». Tampoco me gustó “Grita libertad”, ni su “Chaplin”. De las primeras, ni me acuerdo. “Magic” no alcanza lo propuesto, sin embargo, la novela del gran William Goldman es otra cosa. En esta peli sale Anthony Hopkins haciendo de ventrílocuo, y el muñeco es una réplica de él. Da más miedo… adivina… ¡Anthony Hopkins! Claro, tío, claro.

    A mí me gustan mucho las películas donde están abarrotadas de superestrellas, pero como ya dije por ahí, no siempre con brillantes resultados. Todo depende del guion, del director que sepa dónde meterlos a todos, y, que el ego de las estrellas no estén demasiado exaltados. Aquí están todos muy bien. Aunque Redford, cuando se saca el casco tiene el pelo requetepeinado y Ryan O’Neal ponga el careto constantemente como al final de “Love Story”, pero bien, todos. Todos bien.

    Y nada más, tío. Ah, se me olvidaba; quiero hacer una mención especial al director de fotografía Geoffrey Unsworth que iluminó pelis del calibre de “2001; una odisea del espacio” “Cabaret” “Asesinato en el Orient Espress” “Tess”. Fíjate tú que este hombre, cuando ya era muy viejo y medio ciego iluminó “Superman” y veía mucho más que ese tipo con rayos láser en los ojos… era rayos láser, ¿no? O ¿ultravioletas…? Bueno, es igual.

    Abrazos mil

    1. Jajajajaja… Coincido contigo, es la que más me gusta de Attenborough. Para mí es un pequeño clásico. También me gusta mucho la novela de Cornelius Ryan en la que se basa. Con Grita libertad pasa una cosa muy curiosa: es una película antirracista que termina siendo racista. En fin. Magic… Pues no sé. A mí me daba por pensar todo el rato en José Luis Moreno, y claro, ya no es igual.

      Es que con Unsworth no podía la kryptonita… Esas películas rebosantes de estrellas están bien, si no son de catástrofes, tipo Aeropuerto y demás. Pero en fin, hablabas de buenos directores y de saber colocar a cada uno en su puesto, y evidentemente, no es el caso. Pero hay veces que lees el reparto de algo y te dices, «leche, sale toda esta gente, tengo que ver esto». Y luego las ves y… Y luego hay bromas pesadas, como El último de la lista.

      Abrazos

  2. Jajajaja. Ahora que lo pienso, no ocurre lo mismo cuando introducen a un montón de villanos en una película. Creo que los actores especializados en la villanía son menos conflictivos, o a mí me lo parece. Por ejemplo en “Conspiración de silencio”. Ver en aquel pueblo de mierda a Lee Marvin, Robert Ryan y Ernest Borgnine es una delicia. Incluso en el spaghetti western. Qué gozada ver a Lee Van Cleef, Eli Wallach, Klaus Kinski, Charles Bronson, Woody Strode, Jack Elam, etcétera. Incluso cuando se ajuntaron aquellos cuatro individuos de lo grotesco: Vicent Price, Christopher Lee, Peter Cushing y John Carradine en la película “La casa de las sombras”. Te guste o no la película, estos tipos están estupendos. Creo que cuando todos son feos la cosa va bien. Pero si metemos a los guapos en aquellas películas de catástrofes de los setenta…

    Abrazos mil.

    1. Puede ser… Pero siempre hablamos de secundarios estupendos, o de protagonistas ocasionales, o de actores muy vinculados a ciertos papeles y ciertos géneros… A mí ver, por ejemplo, Los profesionales y ese repartazo me parece ya de entrada emocionante, antes incluso de que hagan o digan nada. En fin, qué suerte tenemos, leñe, de apreciar todo esto.

      Abrazos

  3. Personalmente, lo que más me gustó de esta película (y no me gustan las pelis bélicas) fue que narraran ¡por fin! un fracaso de los aliados, que está una hasta el gorro de que siempre ganen y tenerse que tragar panfletos propagandísticos. Y también el personaje de Maximilian Schell, un militar como Dios manda (digo, si es que Dios se mete en estas cosas, que no lo creo). La interpretación la tenían ganada con esa caterva de actores y la música es una perita en dulce. Tanto es así que la he visto ya varias veces, la tengo guardada en el ordenador y de vez en vez la pongo. Ah, y se despeine o no (en todo caso, sería un fallo del secretario de rodaje), la actuación de Redford hubiera merecido un oscar por pintar con dos pinceladas y media y en tan poco espacio todo un carácter. Ejecuta una orden sabiendo que lleva a sus hombres a la muerte y ellos le siguen a él, no a las órdenes, le siguen porque es un verdadero jefe. Creo que esa escena valdría por toda la película.

    1. Muchas gracias, Viky, por tu comentario. En particular por la última reflexión, muy acertada, y que muestra el sutil valor narrativo y reflexivo que a veces porta el cine bélico, no solo cuando se abre abiertamente a la propaganda o al antibelicismo más explícito y militante. Y es que una de sus finalidades, cuando se hace bien, es, simplemente, contar lo que es una guerra, con todo lo malo (prácticamente casi todo) y sus escasas conclusiones positivas, o al menos comprensibles (su absoluta inevitabilidad a veces, o la necesidad de librarlas según la causa, o las pocas chispas de edificante comportamiento humano que en ella, pese a todo, florecen).

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