Pocos bisturíes como el de Billy Wilder para diseccionar cualquier sociedad. Sus comedias son, ante todo, retratos sarcásticos de las costumbres, los valores y el modo de vida americanos y, por extensión capitalista, de toda la sociedad occidental. Mosaicos completamente vigentes de las frustraciones y mezquindades del ciudadano medio, tan poco complacientes como, en el fondo, tiernas y comprensivas, aunque sin ahorrar vitriolo.