Nueva entrega de la sección de cine en el programa La Torre de Babel, de Aragón Radio, la radio pública de Aragón, en este caso dedicada a Chinatown (Roman Polanski, 1974).
(desde 15:28)
Reflexiones desde un rollo de celuloide
Nueva entrega de la sección de cine en el programa La Torre de Babel, de Aragón Radio, la radio pública de Aragón, en este caso dedicada a Chinatown (Roman Polanski, 1974).
(desde 15:28)
Una película gloriosa, con una banda sonora tremendamente evocadora. No recuerdo quién probó a verla disminuyendo el color hasta dejarla en una especie de blanco y negro pero estoy casi segura que, de hacerse dicho experimento, no supondría tener que encontrarse con grandes diferencias entre ésta y los films noir de la década de los 40, salvo algunas secuencias puntuales. Lo que sí puedo decir con seguridad es que, a título personal, «Chinatown» es la mejor película negra de los setenta y de las últimas décadas, donde absolutamente todo está cuidado al milímetro y, aunque no parezca la película más personal de Polanski (creo que su film más íntimo es «Lunas de hiel» – una película que, para mí, es de auténtico terror por lo siniestro de su argumento, que me llega a las fibras -), éste se maneja con una fluidez admirable.
Un inciso (que nada tiene que ver con la peli pero sí con Polanski): me parece que, como actor, es fabuloso. Sus interpretaciones en «El quimérico inquilino» o esa curiosa y atmosférica película de Tornatore que es «Pura formalidad» revelan a un Polanski-intérprete soberbio, con un rostro que denota una malicia e inteligencia sibilina prodigiosa. Valga como símil: una especie de culebrilla capaz de adentrarse en los recovecos más oscuros y claustrofòbicos. Un rostro que cuadra perfectamente con el carácter de la mayoría de sus films. Polanski yo diría que (en clave masculina) sería una especie de sirena: un personaje con un atractivo y poder de seducción tal – procedente del intelecto – que podría llevar a la perdición a quien se lo propusiera.
Besos.
Desde luego, «Chinatown» está a la altura de las más grandes del género, un puente directo entre los 40-50 y los 70, como si el neonoir de los 60 no hubiera tenido lugar. Y además, esplendorosamente irónica, amarga y reveladora, toda una metáfora de aquello en lo que consiste la corrupción crematística y moral. Lo de «Lunas de hiel» ya lo hablaremos, por un tema y tal…
¿Y qué me dices de ese Alfred (mera coincidencia) que se reserva Polanski en «El baile de los vampiros», tan timorato e ingenuo él? Me hace mucha gracia ese diálogo entre Alfred y el profesor Abronsius, justo después de que el conde Von Brolock se lleve a Sarah (Sharon Tate) y encuentran la bañera ensangrentada:
ALFRED: Oh, Dios mío, Sarah ha muerto…
PROFESOR: ¿Cuándo?
ALFRED: ¿Cuándo qué?
PROFESOR: Ha muerto Sarah.
ALFRED: Oh, Dios mío…
(leído no tiene ninguna gracia si no recreas la secuencia en tu memoria, porque el detalle es que Alfred cree que Abronsius le está anunciando su muerte, en vez de hacerle una pregunta)
A la vista de tus palabras, y de en lo que devino después la trayectoria de Polanski como resultado de los altibajos de su vida privada en el periodo 1969-1978, no sé yo cómo interpretaría la mayoría de la gente el último inciso de tu comentario. Claro que nos da igual, por supuesto, como mínimo a ti y a mí.
Besos
Eso, eso; ¡sílbala! (la melodía) ja,ja
ME ha parecido muy interesante eso de las cuatro corrientes especulativas que han hecho de California el estado más rico de EEUU; a ver, la del Oro, la de las naranjas, el petróleo y el Cine…supongo que hay que añadir la del Sílice para la Informática.
Bueno, claro. Y en los últimos tiempos, la de la música, la de la tele, la del porno… California dreaming, que cantaban aquellos…
¡Ay, si hubieran visto esta riqueza los conquistadores españoles…! ellos que no encontraron allí más brillo que el del sol…
Bueno, te recomiendo, al respecto, Las siete ciudades del oro, sobre la colonización de las misiones de fray Junípero Serra en la zona de San Diego. Aunque, ¿cómo iban a ver venir los españoles la fiebre del cine o del petróleo, o la de las naranjas, teniendo nosotros las valencianas? Y en cuanto al oro… Hasta 1848 no faltaba tanto, pero…