Uno de los grandes aciertos de la, por otra parte, irregular propuesta de Peter Weir para la adaptación a la pantalla del universo de Patrick O’Brien y su serie de novelas sobre las aventuras del capitán naval Jack Aubrey es la elección de la música. En particular, el empleo de La Musica Notturna Delle Strade di Madrid de Luigi Boccherini, compositor italiano afincado por más de cuarenta años en la corte española. En el primer vídeo, se incluye la versión incluida en la banda sonora de la cinta. En el segundo, la partitura completa de Boccherini dirigida por Jordi Savall.
Una música exquisita. La película la he visto un par de veces, la primera en el cine y la segunda en televisión. Un poco larga, para mi gusto, pero que despierta cierto interés y rememora los clásicos de aventuras de Hollywood de los cincuenta pero, evidentemente, sin el brío, la personalidad y la emoción de aquéllas, aunque sí resulta una propuesta noble y digna (pese al inane Russell Crowe).
A mi parecer, la etapa más interesante y fecunda de Weir es la primera, en Australia. Tanto «Picnic en Hanging Rock» (película de trasfondo terrorífico, con apariencia de preciosismo visual) como «La última ola» (curiosisima película sobre los aborígenes, el choque cultural y la premonición), o «El año que vivimos peligrosamente» (probablemente la peli de mayor clasicismo de Weir).
En cuanto a su etapa norteamericana yo rescataría, con matices (pese a esa nulidad como intérprete que es Jim Carrey), «El show de Truman» (Ed Harris siempre es un valor seguro y el guión es, ya de por sí, de sumo interés, aunque a la hora de llevarse a la pantalla no termina de cuajar debidamente debido a cierta superficialidad y blandura).
En cuanto a este film, el problema que tiene, para mí, es que carece de escenas capaces de retenerse en la memoria y eso ya indica la impersonalidad del conjunto, pese a sus buenas intenciones. Aún así, es preferible a la nueva hornada de films del decenio.
Besos.
Totalmente de acuerdo. Como tantas películas de hoy, formalmente dan el pego pero resultan frías, asépticas, como encorsetadas en un preciosismo y un esteticismo por lo general huecos. En esta película en particular existe otro problema, que es todo lo que rodea la cuestión de la isla y la exploración científica. Toda esa parte del guión se me cae como un castillo de naipes un día de cierzo.
En cuanto a Weir… Pues volvemos a coincidir. Lo más interesante (como tantos directores de la última etapa de siglo XX que marcharon a Hollywood a hacer caja y darse un nombre con solera) está en sus primeros tiempos, con mucha diferencia. El año que vivimos peligrosamente es una película que me apasiona por muchos motivos. El Weir hollywoodiense me ha interesado bastante menos. Tiene destellos parciales, pero creo que ninguna de sus películas es redonda; es más, creo que alguna es manifiestamente penosa en comparación con la calidad de sus mejores trabajos.
Besos
¡Hala, «Pocnic en Hanging rock»…! ¡Cuántos años buscando algo sobre esta peli y como no sabía el título ni el autor, no podía tirar de ningún hilo! Sólo la vi una vez en el 89, y que yo sepa no la han vuelto a reponer en TV en estos treinta años o yo no me he enterado…el caso es que me impresionó mucho ese misterio de la desaparición de esas colegialas, a esa edad. ¡Mira por dónde me la encuentro ahora! ¡Muchas gracias Miriam!
De nada, Carlos. Es una película tan sugestiva como aterradora y, al parecer, se inspira en sucesos reales acaecidos a principios del siglo pasado.
Saludos y felices fiestas.
Igualmente, Miriam…yo recuerdo que me dio miedo porque, sobre todo, no se sabía por qué desaparecían las chicas
Master and Commader: es una buena película donde confluyen : la aventura, la guerra, el liderazgo y la amistad. Luego con la música de Boccherini con Música nocturna por las calles de Madrid. Resultó ser muy entrenida.
Y, en cuanto a guion, un poco absurda. Y el guion no lo es todo, pero es imprescindible.