Mis escenas favoritas: Algunos hombres buenos (A Few Good Men, Rob Reiner, 1992)

El sobrevalorado Aaron Sorkin logra una de sus pocos grandes aciertos en esta recordada secuencia de este drama jurídico-militar que, por otra parte, no puede ocultar sus carencias y trampas morales y políticas bajo la cortina del thriller de investigación y el falso cuestionamiento de la actuación de las cloacas políticas de Washington al tiempo que se apunta al discurso neoliberal conservador del momento. Jack Nicholson y la frase «¿ordenó usted el Código Rojo?» poseen ya un pequeño espacio en la historia del cine de juicios merced a este tour de force dramático.

4 comentarios sobre “Mis escenas favoritas: Algunos hombres buenos (A Few Good Men, Rob Reiner, 1992)

  1. Incluso con doblaje por en medio, Jack se lo merienda tranquilamente sin despeinarse, sin siquiera un manotazo.
    Yo creo que cuando leyó el guión ya imaginó el festín y estuvo relamiéndose hasta que llegó el momento de robar la película entera.
    Un abrazo.

    1. De hecho, es lo único reseñable de la película, las apariciones de Jack. Esta secuencia y la anterior, durante el almuerzo en la base. Ahí el tío se sale; lo demás es bastante convencional, corrientito y en la línea aparatosa, aparentemente crítica y en realidad insustancial de las cosas que hace Aaron Sorkin.

      Un abrazo

  2. Extraña película, que tiene un montón de clichés, de actuaciones estereotipadas empezando por la de Tom Cruise, que por momentos da hasta un poco de verguenza ajena, y en la que en parte incluyo al propio Nicholson, aunque su papel de militar obtuso, incluso pareciendo exagerado (los que trabajamos en el mundo militar alguna vez, sabemos que no lo es tanto, tristemente) es efectivo y muestra buena parte de la mentalidad nefasta que tienen muchos militares.

    Comparto lo de Sorkin, un tipo bastante sobrevalorado como guionista, que quizás tenga el mérito o la astucia de meter frases con gancho, como la ya de culto «you can’t handle the truth!» Otra cosa que siempre me llamó la atención es lo poco atractiva en todo sentido que sale en pantalla Demi Moore, que parece casi que un personaje asexuado.

    Digo «extraña» película porque aunque se le ven las costuras por varios lados, cuando la pasan por televisión extrañamente me quedo viéndola y nunca he tenido en sí un mal recuerdo sobre ella, será porque las películas «de juicios» tienen un atractivo especial, sobre todo cuando se producen ese tipo de revelaciones como pasa acá en Cuestión de honor; será porque la dirige un tipo como Rob Reiner (que incluso me cae muy simpático como actor, un ejemplo, su papel en el Lobo de Wall Street), que sin ser la octava maravilla del mundo tiene obras nada desdeñables como Cuando Harry conoció a Sally, Cuenta conmigo, La princesa prometida, This is Spinal Tap, Misery y haber producido Seinfeld je, aunque después derrapó bastante; o será porque los espectadores muchas veces nos dejamos atrapar por esas propuestas tramposas que muchas veces vienen desde Hollywood.

    1. Toda la razón en cuanto a Demi Moore, entre otras cosas. Particularmente, la película asume una línea de tópicos verdaderamente horrendos, empezando por el personajillo de Tom Cruise, al cual se ensalza con esas supuestas virtudes del genio americano (inadaptado, indisciplinado, verborreico, sarcástico, independiente, más sagaz e intuitivo que nadie, más patriota que nadie… y profundamente imbécil). En cualquier caso, es hija de su tiempo (justo después de la primera Guerra del Golfo) y es mucho más interesante por su relación con el contexto general que por su valor como película.

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