A veces, un dulce sí puede amargar… Magistral momento de esta inmortal cinta de Charles Chaplin, perpetuo aviso a navegantes de lo que siempre está en riesgo de volver.
Reflexiones desde un rollo de celuloide
A veces, un dulce sí puede amargar… Magistral momento de esta inmortal cinta de Charles Chaplin, perpetuo aviso a navegantes de lo que siempre está en riesgo de volver.
El escritor Philip K. Dick dijo en 1979:
«Hitler dijo en una ocasión que la auténtica victoria de los nazis llegaría a obligar a sus enemigos en general (y a Estados Unidos en particular) a transformarse en algo parecido al Tercer Reich (es decir, una sociedad totalitaria) para alcanzar la victoria. De este modo, esperaba vencer a pesar de perder. Al ver de qué manera crecía el complejo industrial-militar tras el fin de la guerra, ni pude dejar de pensar en el análisis de Hitler y en la razón que tenía el muy cabrón. Habíamos vencido a Alemania, pero tanto Estados Unidos como la URSS, con políticas cada vez más represivas, se iban pareciendo poco a poco al régimen nazi. Es un asunto que tiene una parte de humor negro (aunque tampoco demasiada).»
No volverá un Hitler vestido de militar, bigotillo y flequillo aceitoso montando pollos y brazo alzado. Sin embargo, en nuestro tiempo tenemos a Hitlers, Musolinis, Francos, etcétera, pero modernizados, tecnificados. Tenemos el capitalismo, los medios de comunicación, internet… Tenemos discursos (cada día) de fascistas camuflados en nombre de la libertad, de la democracia y de los derechos humanos. Tenemos un montón de mierda diaria pinchada en un palo y creemos que son unos suculentos pinchos morunos. Tenemos un montón de mierda, insisto, un montón de mierda por doquier. Y seguimos sin saber nada. Ya estoy escuchando a un montón de gente que tiene pagada las vacaciones de agosto cuando todavía están haciendo el ridículo en los balcones. Qué fácil lo tienen los dictadores modernos, joder. Tengo una amiga que trabaja en un banco. Ahora lo hace desde casa y me escribió que trabaja diez horas diarias, es decir, dos más de lo que le toca y cobrando lo mismo, pero está muy bien estando en casa sin tener que coger el tren.
Ya sé que ahora los patitos salen de sus estanques y se están creyendo que ese espacio les pertenece. Pobrecillos. Ya se cagarán en todo cuando el maldito homo sapiens vuelva a sus andadas. Volverán a llenarse los cruceros de estúpidos turistas y las autopistas volverán a atascarse de coches. Abrirán El Corte Inglés y los escandalosos borrachos extranjeros camparán de nuevo por Barcelona, por el mundo. Los peces se alejarán de la orilla de la playa y los patitos saldrán corriendo hacia sus agujeros preguntándose qué coño pasa. Y las nuevas leyes se impondrán para tenernos más atrapados, más controlados, más puteados. Y nadie se dará cuenta porque estarán deslizándose por el tobogán de agua del crucero de turno con dirección a Grecia.
“Lo lamento, pero no quiero ser emperador: ése no es mi negocio. No quiero no conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todos, si fuera posible: judíos y gentiles, blancos y negros. Todos deberíamos querer ayudarnos; así son los seres humanos. Queremos vivir con la felicidad del otro, no con su angustia. No queremos odiarnos y despreciarnos. En este mundo hay sitio para todos, incluso en los balcones, y la tierra es rica y puede proveer a los siete mil millones de seres humanos, a todos. El camino de la vida podría ser libre y hermosos.”
Esto no es de Paulo Coelho sino el discurso final de Chaplin. Si levantara la cabeza. Sin embargo, Keaton no se alarmaría demasiado. Simplemente se pondría a correr delante de mil polis por haberse saltado el confinamiento.
Por cierto, los imitadores americanos de Hitler comenzaron nada más y nada menos que con Charlie Chaplin. Fue también la primera película en la que aparecieron caricaturas de otros líderes nazis: Goebbles, encarnado por Henry Daniell, Göering, encarnado por Billy Gilbert…
Y dejo de dar la tabarra, amigo mío. Por cierto, en Mataró se ha multiplicado las gaviotas. Ahora vienen a mi balcón y se comen la ropa que tenemos colgada. Esta mañana he visto un pajarraco de esos que se llevaba uno de mis calzoncillos. ¡Malditos!
Abrazos mil
¿Seguro que eran gaviotas? ¿No tendrá algo que ver el PP en ello? Ya sabes que son amigos de afanar lo ajeno…
Yo había llegado, por otra vía, al razonamiento de Dick; siempre he pensado que Alemania y Japón perdieron la guerra, pero el fascismo no la perdió. Y ahí estamos. Lo peor es que la ciudadanía va a suplicar (ya lo hace en una buena parte) por seguridad a cambio de ceder libertad, que lo va a aceptar de buena gana mientras tenga «pan y circo». Involucionamos. Roma nos lo enseñó todo, pero, por eso mismo, para que nadie lo sepa, Roma y la Historia cada vez ocupan menos espacio en el plan de estudios.
Decía Houllebecq en una entrevista hace unos días que los que creen que vamos a salir mejores de esta crisis son unos ilusos (no lo decía así, pero seguro que lo pensaba, y en versión más gruesa), sino que todo iba a seguir igual o, si cabe, un poco peor. Yo pienso eso desde los inicios. Basta con fijarse en cómo mucha gente usa la mascarilla cuando sale a la calle. Así tendremos segunda, tercera y cuarta ola de contagios, las que hagan falta. El ser humano individual puede ser fabuloso y lamentable, su espectro de actuación va de lo más sublime a lo más vergonzante, pero la masa, en cuanto a masa, es la criatura más estúpida de la creación. Y no deja ocasión de demostrarlo, incluso cuando su propia estupidez puede conllevar su autodestrucción.
Abrazos
Que tal Alfredo!
Sigue brillando como el primer día. Si por mi fuera la pondría en los colegios junto con «1984» (me gusta la versión del 56), que decir del discurso final…
Saludos!
Bueno, habría que poner tantas…
Abrazos, y a cuidarse