La última película de José Luis Garci, que narra una de las primeras aventuras de Germán Areta, el detective privado que popularizó Alfredo Landa, antes de los dos clásicos que protagonizó al principio de los años ochenta, se cierra con este clásico del compositor Cole Porter, guinda para este cóctel del universo del cineasta, que atesora las continuas referencias al cine clásico, a Nueva York, al fútbol, al boxeo, a la radio de antaño, a los clásicos de la literatura negra, a la Navidad… En suma, a la nostalgia de un tiempo pasado, como declara el personaje de Luis Varela casi al final del metraje.
Garci ya introdujo en «Volver a empezar» un tema del gran Cole Porter: «Begin the Beguine», y en «You’re the One», el mítico «Night and Day». No quiero decir nada sobre esta película. La he visto y ya está. Mejor no decir nada. Con la boca cerrada no entran moscas. Esta mañana he ido a buscar a la librería un libro que tenía pedido desde hacía dos semanas: “A propósito de nada”, la autobiografía de Woody Allen. Esta tarde me pongo con ella. Pues bien, tenía que hacer cola. Cuando me ha tocado el turno he dicho en voz alta que venía en busca del libro de Allen. Todo el mundo me ha mirado tras sus mascarillas como si yo fuera un pedófilo. Así estamos, amigo mío. Pues bien, no quiero poner las malditas frases hechas como: “No es una película redonda” o “no es una obra maestra”, ni tampoco «es un filme redondo» o «es una obra maestra». Tampoco diré lo que dicen muchos de sus detractores: “Lo malo de Garci es que le gusta demasiado Madrid”. También le gusta mucho Nueva York a Woody Allen, y a Paul Auster, el barrio de Brooklyn, y el planeta Marte a Ray Bradbury, y nadie les dice nada, no te jode. No he escuchado nunca decir que John Ford era un rancio porque le perdía el Monument Valley, ni que Roger Corman estaba loco porque le ponía el castillo de los Cárpatos. Hay que tener cuidado con lo que se dice, porque si te ha gustado una peli y la comentas con alguien que la detesta… mejor acostarse con su mujer que no le sentará tan mal. Tengo un cuadernillo donde voy anotando reacciones de la gente cuando he comentado las películas que me han gustado y a ellos no. Ya te digo; reaccionan como antiguamente reaccionaban los maridos que eran los últimos en saber que llevaban cuernos.
Abrazos mil y buen finde.
Jajajaja… Yo también estoy a la espera del libro de Woody Allen: me llega hoy, ñam ñam.
A mí la película de Garci me gustó, y ya está. Y al que no le parezca bien, que le vayan dando. Es más, me parece muy por encima de la mierda (y de la media) que producen normalmente Atresmedia y Telecinco, y que están destruyuendo lo poco que quedaba del cine español. He dicho.
Abrazos
El cine español, el italiano, el francés, el inglés, Bollywood, el albaceteño, Hollywood, Netflix, etcétera. No hace falta ser demasiado listo para saber que el cine ha muerto. Y no me vale que me digan que de vez en cuando se puede ver una película respetable. ¿De vez en cuando? ¡Eso no es suficiente, hombre! Si nos ponemos a recordar un poquito la edad de oro del cine estaba repleta de genios por todas partes. Cada semana se estrenaban tantas películas que no daba tiempo verlas todas. Te ponías muy nervioso porque tenías que elegir en un fin de semana. Pero por suerte estaban proyectándose en los cines durante mucho tiempo y a todas horas. Ver, por ejemplo, en la madrugada «Los 400 golpes», era toda una experiencia. Pero vamos a dejarlo porque acabaremos llorando de pena.
Me he pasado toda la noche con la biografía de Woody. Tenía que elegir: o dormir y tener una horrible pesadilla, o pasármela leyendo. Elegí lo segundo. Te dejo aquí un pequeño fragmento que me ha hecho descojonar a la cuatro de la madrugada:
“Odiadme si queréis, pero las mascotas no me gustan. Desde luego que no me agrada que me muerdan y detesto que me llenen de pelos, me laman o me ladren. Siempre pensé que, en la escala evolutiva, todos los animales son humanos fallidos. Tampoco me gusta que los canarios me canten ni que los peces me miren. Hace poco, cuando nuestra hija volvió de la universidad, trajo consigo un ratón como mascota. Luego precedió a dejarnos el ratón durante un fin de semana en el que se fue a los Hamptons con unos amigos. El ratón enfermó. Era una emergencia, de modo que Soon-Yi y yo nos vimos obligados a llevar al ratón a la sala de urgencias del hospital para animales en plena noche. La gente entraba y salía con perros y gatos heridos y yo estaba ahí sentado con un ratón asmático. Soon-Yi me ayudó a superarlo, pero no habréis experimentado lo que es la vida hasta que hayáis tenido que esperar en una sala de urgencias con un roedor a las dos de la mañana junto a un hombre que tiene un loro que estornuda.”
Abrazos mil
Deseando hincarle el diente. Voy a tener que esperar un poco, porque tengo tres libros empezados sin terminar, y me parece excesivo tener cuatro, o aparcarlos para concentrarme en uno. Paciencia, paciencia… Aunque no sé si podré. El libro tiene una pinta maravillosa.
Ahora, no sé tú, pero yo me dedico a esquivar películas como si fuera la roca esa gorda de Indiana Jones. Esquivo las películas de la cartelera y las bombardeadas por la publicidad. Cuanta más publicidad, cuantos más premios tiene algo, sea película o libro, más fácil me resulta esquivar lo que sea. Los premios hoy en día han terminado por convertirse en el mejor detector de mierda de la que huir.
Abrazos
Hola Alfredo!
A Garci le tengo mucha estima, es un tipo que me cae muy bien y en su filmografia hay excelentes películas.
De un tiempo a esta parte hay mucha inquina hacia su persona y creo que independientemente de que te pueda gustar o no su trabajo ciertos comentarios sobran. Yo en todo caso me sigo quedando con la primera (la del 81).
Estoy muy de acuerdo con lo que comenta F. Machuca, a mi W. Allen me sigue pareciendo un genio y mi foto con su estatua en Oviedo ocupa un lugar importante en mi salón. Yo también tengo ganas de ponerme con su libro, por lo que he leído parece que esta muy bien.
Saludos y buen finde!
En efecto, Fran. Se le ha atacado primordialmente por razones políticas. Aunque es hijo de los vencidos en la guerra, ha manifestado siempre un talante conciliador y una deuda intelectual y cultural con las figuras de la cultura de los vencedores. Si a eso sumamos que fueron administraciones de la derecha, en particular madrileña, las que ayudaron a financiar películas como Sangre de mayo o Holmes y Watson (ambas horribles), y que ha publicado y colabora en medios conservadores (ABC, COPE; EsRadio), algunos elementos de la izquierda no necesitan más para hacer sangre de una de las personas que más ha hecho en España por reivindicar esto del cine en serio, desde la profundidad, la agudeza y el amor por el arte cinematográfico, mientras, a cambio, los mismos aplauden a esos mamarrachos conocidos como los Javis cuando estrenan cualquiera de sus porquerías. Es decir, todo lo contrario de lo que se lleva ahora. Y como en España se critica desde el desprecio, porque lo que se ignora se desprecia, a Garci se la caricaturiza y ataca a base de clichés y estupideces sin cuento, todos falsos. Pero en fin, a los adoctrinados que no piensan ni ven por sí mismos poco se les puede exigir, excepto desear que algún día les paguen con la misma moneda que ellos gastan.
En cualquier caso, yo me quedo también con su primera época, aunque haya obras del último periodo que tengan algo rescatable, y a pesar de que el punto de partida, incluso de sus películas fallidas o menos entendidas (como el western Luz de domingo), sea siempre superior a la media del cine español corriente.
¡Saludos!
Más que nada, querido Alfredo, lo que siente uno es indiferencia hacia cosas que antaño eran esenciales para sobrevivir o evadirse de la horrible realidad. Antes existía el concepto de la «emoción». Ahora hay una inapetencia generalizada de las cosas importantes. Eso sí, todo el mundo está por todas partes dando por culo a base de bien. Basta con ver el comportamiento de los espectadores en los cines. Hablan hasta por los codos. Consultan el móvil a cada momento y comen palomitas en cubos gigantescos. No paran. Luego, cuando se encienden las luces, la sala parece una escena apocalíptica de ciencia ficción. Vas hacia la salida sorteando líquidos pegajosos, restos de palomitas pegadas, latas destripadas y plásticos. Por otro lado, las ferias de libros se han convertido en un espectáculo grotesco que solo Federico Fellini hubiera sido capaz de filmar. Librerías repletas de libros exhibiéndose sobre palets de madera con el plástico arremangado como un preservativo usado y con los flejes alzados como tentáculos. Para qué dedicarse a ponerlos en las estanterías. De esta manera, cuando acabe la campaña, es más fácil introducir los cuernos de la transpaleta y ser devuelto a las guillotinas de las editoriales. Empacha ese exceso de mala, qué digo, de malísima literatura que sepulta a la buena. Presentaciones, premios, recitales, entrevistas. Esto último es de lo más vergonzoso. Entrevistadores discapacitados recién salidos del horno universitario. Un asco. Ahora, los propietarios de las librerías pequeñas tienen pesadillas con esa subespecie de escritores que se autoeditan. Y ya ni te hablo de los extrañísimos editores que parecen surgidos de una revista Pulp. No hay día en que una librería no se presente algo después del horario de cierre. Total, para que naide, perdón, nadie compre un solo libro. Lo dejan todo hecho unos zorros. Creo que no debería decir estas cosas porque me la juego. Como le dé a alguien por leer este comentario ya la tengo liada.
¡Hostia! ¡Qué miedo! ¡Me voy ya!
Más abrazos miles
Jajaja… Creo que, en cuanto al cine, lo que prima es lo que ya advertía Tarkovski en sus magníficos libros, Esculpir el tiempo y Atrapar la vida. Cómo progresivamente la representación de las emociones ha sustituido a la emoción misma. Es como si hoy muchas películas (no todas, afortunadamente, pero sí la inmensa mayoría) se vieran a través de un cristal separador, como una barrera invisible impidiera ese continuo salto entre la ficción del cine y la ficción de la vida «real» que se produce cuando ves (y miras) una película. Hoy, me temo, gran parte del público puede verlas, pero la mayoría no puede mirarlas.
En fin, que estamos muy derrotistas…
Abrazos
¡¡¡Buenas, mi querido Alfredo!!! Y aprovecho también para mandar un besazo a Francisco. Oye, y también saludo encantada Fran.
Pero ¡todo lo que ha surgido a raíz de una canción de Cole Porter en una película de Garci!
… Yo también estoy deseando leer las memorias de Allen. ¡Me ha encantado el momento Allen-Soo-Yin en urgencias con un ratoncito malito y un loro al lado estornudando!
… Lo bueno es que ahí queda Cole Porter para escucharlo siempre… y que está unido a un montón de directores y películas. Que suene la música…
… Ya sabéis que yo no soy tan derrotista. Sigo disfrutando de muchas películas que se estrenan en la actualidad. Y no dejo de devorar y descubrir cine del pasado.
Y, bueno, yo siempre intento analizar lo que me gusta de una película y por qué. Las películas están dirigidas por personas y realizadas por todo un equipo humano. Las personas tenemos luces y sombras. Las personas pensamos de una manera u otra, que puede entrar en colisión con otras formas de pensar. Las personas creemos o no creemos. Tenemos sensibilidad para un tipo de humor o para otro…, etcétera. Bueno, pues los directores tienen luces y sombras, y sus películas también. Podemos conectar con su obra o no. Lo importante es analizar, aunque no se conecte, y reconocer si detrás de ese director hay una obra que merece la pena visualizar o no y que tiene una mirada y una forma de contar. Por ejemplo, por poner a otro director del que también se suele mirar solo su vida y actos, Elia Kazan. Antes de saber toda su historia, adoraba sus películas. Es decir conectaba con ellas. Ahora que me sé toda su historia, me sigue encantando su cine y puedo hacer un análisis mejor y más completo. Somos hombres y mujeres contradictorios, y a pesar de nuestras bondades o mezquindades, podemos hacer cosas hermosas o desastrosas… Y luego entra, claro, el gusto de cada cual.
¡Vaya rollo acabo de marcarme!
Beso
Hildy
Jejeje, un rollo estupendo, mi querida Hildy. Puedo coincidir contigo en todo lo que dices, incluso en lo de Kazan, y añadir a Dmytryk, otro que tal. Particularmente, me da igual su vida y su ideología más allá de lo que importe para complementar el disfrute de su trabajo. Pero para mí hay un abismo entre las personalidades de quienes han hecho el cine hasta hace muy pocas décadas, y quienes lo hacen, lo escriben, lo critican o incluso lo ven hoy en día. No sé si la palabra es decadencia, vacío, impostura, mera reproducción o simple representación, pero algo hemos perdido, y mucho. Echo de menos la autenticidad de quien no escribe, mira o filma de oídas, de quien sí pone de verdad su vida y su alma en lo que cuenta. De quien no pone en imágenes un concepto esteticista de las cosas, sino un punto de vista concreto de su universo personal. Echo de menos a la gente con vida vivida y con cosas que contar de primera mano, y me sobran las ratas de escuela que no saben quién es John Ford. Y, sobre todo, me reconforta encontrar décadas llenas de cine que acompaña, deleita y conmueve, sensaciones que muy pocas películas de hoy se acercan a provocar o, menos todavía, llegan a provocar. Y también echo de menos un tiempo en que factores externos sobre todo morales, no lo condicionaban todo, o que cuando lo hacían, tenían el talento de mostrarte el otro lado sin aleccionarte. En fin, si el cine es espejo de la sociedad, está claro por qué el cine va poco a poco diluyéndose en la mera apariencia de sí mismo. Es lo que nos ocurre a nosotros como colectividad.
Besos
No vi esta película cuando se estrenó porque me fie de una crítica nefasta que leí en un sitio de chavales llamado Las horas perdidas. Cine sobre gente que vuela, sobre todo. Ahora la he disfrutado dos veces en un año. No creo necesario compararla con la película original. Las dos me encantan. Qué pena que Garci no se prodigara más en este género.
En efecto, es una pena, porque, con alguna otra excepción (casi todas de su primera época), constituyen lo mejor de su filmografía. A la vez un tributo a un cine y a una literatura, y traslación a una geografía ajena (al menos en parte) como la española de entonces. O de ahora.
Garci, como tantos y tantas otras cosas, es una víctima de los tópicos y de los lugares comunes, que es una las mayores lacras que padecemos. Volvamos a la novela negra, por ejemplo. A esos tochos de tapa dura que hoy se venden en las librerías y que exponen una determinada idea de corrección política, en comparación con aquellos grandes clásicos que, en general, mostraban las hipocresías de cualquier concepto de corrección política. Y en esas estamos.
Saludos, y gracias por comentar.