Música para una banda sonora vital: Buscando a Susan desesperadamente (Desperately Seeking Susan, Susan Seidelman, 1985)

El éxito de personajes como Madonna solo puede explicarse en los años ochenta. Esta película de Susan Seidelman la tiene como principal reclamo en su combinación de comedia de enredo según el patrón tradicional de los años treinta y exaltación de la horterada propia de su década. No obstante, la película resulta agradable en su conjunto, aunque carece de una conveniente mayor agudeza y acidez, la trama de confusión de identidades y sus complicaciones derivadas está hilada con ingenio y Rosanna Arquette se come la cámara en cada aparición. Además de las protagonistas principales, destacan los secundarios Aidan Quinn, Will Patton, Robert Joy y Mark Blum (recientemente fallecido a causa del COVID-19), y las apariciones de Victor Argo, John Turturro y Giancarlo Esposito.

La película cuenta con el acierto añadido de no convertirse en un musical de Madonna que acogote al espectador, reduciéndose su participación a un solo tema, Into the Groove.

6 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital: Buscando a Susan desesperadamente (Desperately Seeking Susan, Susan Seidelman, 1985)

  1. Es increíble lo que ha envejecido los ochenta. Su estética se me antoja ahora como cualquier capítulo de Disney Channel o culebrón desmelenado. Música mecánica de cacharrería, mirada al vacío o vacío de mirada. El tecno pop, peinados como si metieras los dedos en un enchufe de mil vatios. Bailoteos como si tuvieran lombrices en el culo. Joe Dante, Xanadú… y yo qué sé. Madonna. Estrella mediocre donde las haya. “Shanghai Surprise”, “Evita” (evita verla, por favor). Los ochenta. “Ensalada de gemelas” y las comedias de Tom Hanks. “Esta casa es una ruina” y la década también. En los ochenta ya solo fuman en el cine los malos y los buenos piden “Pepsi sin”. ¿Qué es eso de sin? ¡aquí todo se paga, niñato!” “Gremlins” en los calzoncillos. Goonies en la boca del metro. E.T., en la cama con tu madre y tu novia. Indiana Jones para no pensar. Darth Vader diciéndote que es tu padre al mismo tiempo que andas enamorado de tu hermana. Despedida de solteros. Todo en un día. Juegos de guerra. Freddy Krueger matando a universitarios. Saltitos Flashdance y Fama con calcetines gruesos sobre las mallas. Risky business y Tom Cruise bailando en calzoncillos. Ya te digo, Gremlins en el paquete. Karate Kid: cágate lorito. Los Cazafantasmas, que no atraparon ninguno porque los ochenta estaba a rebosar de ellos: Spielberg a la cabeza. La historia interminable. Poltergeist en tu cabeza. Las chicas solo piensan en divertirse Dentro del laberinto. La chica de rosa; todo era rosado en los ochenta. Top Gun y los ángeles dejaron de tener alas. Dirty Dancing hasta el empacho. Hechizo de luna hasta el hastío. Armas de mujer y gremlins en la bragueta. Big y el infantilismo llevado al extremo. Cuando Harry encontró a Sally, y cuando lo hizo ¿qué? Cómo ha envejecido esa década tan lozana con mejillas sonrosadas. Todavía no se ha escrito sobre el maquillaje de los ochenta en el cine. Es como la estética de “The Rocky Horror Picture Show” de 1975, pero tomándoselo en serio. Fíjate, amigo mío, fíjate en el maquillaje de las películas ochenteras. El modelo era Molly Ringwald, tanto para mujeres como para hombres que piden en un bar una “Pepsi sin”.

    Abrazos mil y buen finde.

  2. Ay, querido Paco. Ya sabemos que la década no fue solo eso, pero fue, sobre todo eso. Probablemente, la peor de la historia del cine hasta entonces (y desde entonces, cuesta abajo), el principio del fin. Es difícil soportar hoy todos y cada uno de esos títulos que citas, la vergüenza ajena (y propia) lo domina todo. Casi todo ese cine ha terminado en comedia, fuera esa su intención. Esta película, por ejemplo, la mayoría de las sonrisas, incluso alguna carcajada, que despierta hoy son más de incredulidad que inducidas por la calidad de otro título inexplicable fuera de la apología de la horterada que fue aquel tiempo.

    Abrazos

  3. Tienes razón. A mi me ocurre cuando volví a ver «No matarás al vecino». Es tan sencilla, tan palurda, tan tópica, tan naíf que acabar riendo, sobre todo cuando ves al gran Bruce Dern haciendo de facha y viviéndolo a tope. La siniestra familia de enfrente. Los amigos del malogrado Corey Feldman comiendo pizzas y disfrutando del espectáculo vergonzoso y delirante que realizan sus vecinos. La banda sonora retro de organillo funerario de las viejas películas de terror. Carrie Fisher está muy guapa y contenida. ¡Mierda! ¡Estoy hablando bien de una peli de los ochenta! ¡Nooooooooooooo!

    Más abrazos miles.

  4. Jejejeje… Ver esas cosas hoy en día es un placer culpable-nostálgico, con todo lo que ya sabemos que es eso. La vergüenza ajena en la mayoría de esos títulos «juveniles» que hoy son puramente intantiloides, en el mal sentido, lo absorbe todo.

    Abrazos

  5. La mayoría de las películas actuales adolecen, precisamente, del efecto contrario de las intenciones del cine de los ochenta: tomarse muy en serio lo que aquella época se lo tomaban a cachondeo. Hoy, la mueva generación de «Los cazafantasmas» son mujeres sosísimas con el semblante de lo peor que ha dado el peor feminismo colectivo. Lo mismo que el remake de «Los ángeles de Charlie», con esa chulería que me llevan esas niñatas. El remake de «Carrie» es un aborto de mona bizca. En fin, todos los remakes edulcorados al gusto contemporáneo. Con los años se realizarán remakes de estos remakes para llegar a repetir a los originales sin haberlos visto nunca. Un puto lío, querido amigo. Tenemos una nueva paradoja: desde hace mucho tiempo se están haciendo películas de series televisivas y películas con argumentos de los videojuegos.

    Abrazos mil y hoy con un terrible dolor de cabeza.

  6. Vaya con el dolor de cabeza… Espero que se disipara y hayas podido pasar un buen fin de semana.

    El cine se ha llenado de pretenciosidad, en muchos, muchísimos casos. Las películas intentan hacer por vía directa lo que los grandes lograban, mucho mejor, por vía indirecta. Quieren ser más explícitos, quieren que su «arte» se vea a simple vista, quieren firmar cada fotograma con la rúbrica de un esteticismo que apele a la posteridad. Las películas, en general, se vuelven tan autoconscientes que, por lo común, generan para mí el efecto contrario, que huela a un kilómetro el artificio, la manipulación, las ansias de pretenciosidad artística de quienes las firman. A eso me refiero a veces con eso de que se pone una especie de cristal entre el público y la pantalla, como si vieras todo a través de un filtro alimentado por las ansias de notoriedad de quienes filman y por el bombo y platillo de la publicidad. Todo el mundo quiere ser Kubrick, ser un artista con firma.

    Abrazos

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