Clint Eastwood encuentra a Sergio Leone

10 comentarios sobre “Clint Eastwood encuentra a Sergio Leone

  1. Fueron grandes momentos. Liberación y encuentro, que decía Buñuel. Estaría bien escribir, así, a vote pronto, toda una sucesión de encuentros que llegaron a otros encuentros hasta la muerte del cine. Los hermanos Lumière, como quien no quiere la cosa, inventan un cacharro que podía retener imágenes en movimiento. No le ven la gracia. Después un chamarilero lo vende a una barraca de feria y Méliès lo ve y mete dentro de eso a Jules Verne… Bla bla bla… Llegamos a Sergio Leone y descubre a Clint y le pone un poncho y también descubre a Ennio Morricone. Después Clint a Don Siegel… Bla bla bla… Se murió el cine y nadie acudió a su entierro. No por nada personal, sino porque no acababan de creérselo con todo eso de “La la Land”, “Mamma Mia!” y “Torrente 8”. Sí, Yo estuve allí, con una gabardina bajo la lluvia, como Bogie en “La condesa descalza” y a modo de flashback iba recordando momentos estelares. Poco después se estrenó la noventa parte de “Los Minions”. Ahora que se hacen cómics de novelas: novela gráfica se dice ahora, y de películas a naide, perdón, nadie le ha dado por ver esas viejas películas del spaghetti western. No hace mucho se me ocurrió mencionar este género a unos adolescentes y se partieron el culo de risa. No se lo creían. Para ellos, los mejores espaguetis eran los que cocinaban sus madres.

    Abrazos mil

  2. Mi querido Paco, ayer hablaba yo precisamente con una persona de Fernando Fernán Gómez a ese respecto. Una figura colosal cuyas películas, algunas obras maestras como El mundo sigue o El extraño viaje, nadie ve, y cuya obra literaria y teatral va camino de un discreto olvido, vista la prisa con que se ha amortizado su presencia. Si no fuera por el documental La silla de Fernando, trece años después de su muerte poca huella habría quedado. Me pregunto yo, ¿quién, de entre esta nueva generación, podrá sentir la pulsión de acercarse a la obra de este titán de la cultura española del siglo XX? Lo veo muy difícil. Valga como ejemplo de esa muerte del cine y su sustitución por una televisión con la pantalla algo (un poco) más grande, o por un ordenador con la pantalla (algo más) grande.

    Abrazos

  3. Fernando Fernán Gómez es un monumento de la gran cultura, no solo como actor, sino como director y escritor. Además, tenemos su voz. Adoramos incluso su voz. Recuerdo que yo veía una serie (mediocre) de dibujos animados de don Quijote con la voz de Fernando. De niño me encantaba esa serie interpretada por él «El Pícaro». Este hombre era toda la picaresca española, hoy, también olvidada. Viaje a ninguna parte. Por eso estuvo tan bien en su silla. Quieto parao. Ahora hablo yo. Es una lástima que ya nadie lo recuerde, es más, que las editoriales no vuelvan a publicar sus libros, como por ejemplo: «El ascensor de los borrachos», «El tiempo de los trenes» y su monumental «El tiempo amarillo». A veces me pongo el fragmento de la película «El abuelo», cuando entra, todo mojado, en aquel café donde están sentadas todas las instituciones represoras y corruptas que hoy nos siguen atosigando de lo lindo. Y él, allí, de pie, las pone a todas a parir con lenguaje certero y acerado al mismo tiempo que la ventana llora de lluvia y con más crepúsculo en el interior que en el exterior.

    Lo mismo diría del gran Rafael Azcona. Lo que hubiera dado yo por haber estado con él unas horas en una barra de bar tomando cañas. Y tenemos vivo a Víctor Erice y a nadie le da por desear conocerlo. Lo que yo daría por pasar unas horas de charla con él. Hablar pausado, culto, poético, sencillo. Fíjate en el Congreso de los diputados cómo se las gastan con insultos y chulería patriotera, casi lo mismo que en las calles, en las familias cuando se reúnen, en el ambiente laboral. En las colas para comprar palomitas antes de ver, no sé, «Jumanji 7».

    Abrazos mil

    PD: ¡Pero qué jodidos que estamos, joder!

  4. Pues sí, querido Paco. Pero de El tiempo amarillo hubo reedición hace no demasiado… Bien cara, por cierto. Yo sigo con la anterior, ¿de la editorial Debate? Esa secuencia que citas es antológica. Rabia en ningún caso ciega, que es la única que sirve.

    Lo más espantoso es comprobar cómo todas esas figuras no tienen sustituto.

    Abrazos

  5. Y si los hubiera estarían amordazados, ignorados, ninguneados. Es lamentable que con Franco surgieran tantos genios y que estos artistas se las tenía que ver con la censura y tenían que decir lo que querían decir engañándolos con sutilezas menos evidentes, pero seguía estando allí sus críticas. Y ahora, con esta democracia engañosa, ha tenido el poder de hacer desaparecer a los que tienen voz propia. Ahí están liberados gentuza como la de programas tipo «El gran hermano», «Sálvame», «Operación Triunfo», «La isla de los subnormales» concursos de cocina y costura y otras vergüenzas patrocinadas por sinvergüenzas. Para trabajar en un almacén sucio y oscuro con un contrato de mierda y humillado diez horas diarias te piden un título universitario, y, los responsables de cultura son unos analfabetos funcionales. Con esto incluyo a profesores, directores de escuela, presentadores, periodistas, directores de cine, monologuistas de tres al cuarto, editores hienas y escritores serpientes. Si pudieras infiltrarte en una escuela de cine alucinarías el grado de imbecilidad que reina allí. Si pudieras entrar, como el hombre invisible, en una clase de escritura creativa, te saltarías las vendas de la cabeza. Si pudieras estar detrás de una ventana dentro del cubilote de los limpiacristales de los rascacielos, contemplando un club de lectura, bajarías en picado hacia el asfalto… paro ya, porque si entra en este espacio gente calificada como «sensible» o niños, me la voy a cargar. Y ya ni te hablo si son funcionarios de cultura.

    Venga, más abrazos miles

    1. Jo, cómo se nota que es fin de semana… Lo de los cursos de escritura y de guión es de traca, en fin. A veces le da a uno por preguntar o averiguar qué han escrito quienes imparten esos cursos y… En fin.

      El problema es el desprestigio total de la cultura, devorada por el «vivir para divertirse». Hoy he leído un artículo en el periódico que hablaba de cómo la obligación de disfrutar en todo momento y de mostrarlo en las redes para que los demás lo sepan (es decir, lo admiren y lo envidien) está acabando con la verdadera capacidad de disfrutar de las cosas. Y eso alcanza todo. Es ese consumismo imbécil que hace que no mires la Gioconda, sino que te saques una foto con ella de fondo para colgarla en tu mierda de red social. Eso, unido a un concepto de democracia llevado al estúpido límite de que la igualdad incluye equiparar lo que tiene mérito con lo que no posee ningún mérito en absoluto, la inteligencia con el cretinismo, el conocimiento con la ignorancia (a menudo deliberada) o la profunda estupidez, nos ha traído hasta aquí, querido amigo.

      Y dicho esto, ¡feliz finde! Qué bien lo vamos a pasar… En fin, suscribo tus posdatas de estos días…

      Abrazos

  6. Según tengo entendido, tanto los psicólogos como los psiquiatras, recomiendan a sus pacientes que no entren en las redes sociales, porque las fantasías animadas de la gente falsa con respecto a su felicidad puesta en imagen, ya sea en una barbacoa en su jardín, como dentro de una piscina en forma de riñón, no es nada favorable para una psique que ha tocado fondo. En la película «El placer», de Max Ophuls un personaje dice: «Amigo mío, la felicidad no es alegre». Ahora, para intentar comprender esta frase habría que sacarse un montón de títulos que acreditara que sería posible entenderla. Solo posible. La felicidad se ha impuesto de una manera tan dictatorial que es lo que hace tan desgraciada a la gente. Por lo inalcanzable, claro. Por otra parte, naide, perdón, nadie se atrevería a confesar que a veces no es feliz por miedo a rebajarse socialmente. Y no se vayan todavía que aun hay más: todos los procedimientos para alcanzar la maldita felicidad pueden también hacerla desaparecer. Joder, esa aburrida manía de querer buscar la felicidad. Siempre veo lo mismo: una atmósfera falsa y feliz. A veces Cris me enseña cosas que le llega a través de las redes sociales y nos partimos el culo. ¿Eso es la felicidad? Le pregunto. Vaya mierda de felicidad. Una tía gorda con ojeras y llena de tatuajes abrazando a un gato que se siente molesto por el apretón. Un tío medio borracho y sonriente mostrando en primer plano una botella de cerveza en el patio de sus suegros donde se asan unos pimientos de Padrón. Grupos de discapacitados cogiéndose por los hombros y sonriendo a la cámara momentos antes de entrar en una discoteca. Otra foto de otros subnormales con las mismas poses después de salir de una discoteca…

    Más abrazos.

    PD: Creo que estamos más jodidos que nunca.

  7. Las redes sociales son el colmo de esta sociedad consumista, carcomida por ese mal endémico que es la promoción y la publicidad. Es el autobombo de uno mismo, la autopromoción, la autoventa. Me resultaría risible si no fuera tan profundamente repugnante. Coindice, además, plenamente, con esta etapa de vaciado de conceptos y palabras que vivimos. Todo se usa hasta la extenuación, despejando con cada uso bastardo de un término una porción de aquello que alguna vez pudo tener de significado profundo. Así, lo único que queda es la imagen, la superficie, la percepción primaria de las cosas, que es justamente lo que fomentan estas redes de mierda.

    La felicidad son las personas, no existe otra posible. Pero de carne y hueso, no esos embusteros entes virtuales con los que uno se miente pensando en «amistad» y «me gusta». Probablemente, si hiciéramos una comparativa entre proporciones de confort y desarollo material, democratización de las posibilidades de acceso al conocimiento y grado de estupidez colectivo, nuestra sociedad, llena de terraplanistas, antivacunas y demás elementos, sería probablemente la más tonta de la historia de la humanidad. Mucho mejor irse de finde. Lo de irse es un decir…

    Abrazos

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