Siempre es bueno recuperar los alegres calypsos de Robert Mitchum, te hacen ver la vida de otro color, incluso cuando, como en estos últimos meses, pintan bastos. Mitchum te arregla el día con sus canciones como te apaña las noches con sus películas. En este caso, Mama, Looka Boo Boo, toma ya.
No existen canciones malas y buenas, solo lo son según quién las interpreta. Yo detesto los calipsos, pero si los canta el viejo Bob me encantan. Tengo ese vinilo del vídeo titulado “Calypso is Like So” (1957) donde aparece este gran tipo (que bordó todos sus papeles con su mirada burlona, la de uno de los actores más impenetrables que jamás conoció Hollywood), sobre un fondo de reminiscencias afrotropicales, sentado en una mesa con una copa en la mano y flanqueado por una morena de traje rojo y una botella. Su mayor éxito musical, sin embargo, llegó un año después, en 1958, con el tema “La balada de Thunder road”, sobre un chico de la montaña dedicado al contrabando de alcohol.
Creo que para estos tristes y baratos tiempos que corren, la aptitud de Robert Mitchum es la solución. Al menos a mí me va la mar de bien. Veamos. Llevo esta frase suya estampada en la solapa de mi chaqueta: “No importa de qué se trate. Sencillamente oponte”. También me guía recordar que Bob fue un actor que hizo gala de una cierta desgana interpretativa. Así voy yo ahora por la vida, con una desgana que te cagas. Su gesto irónico, sigue en el Olimpo de la historia del cine. ¿Qué hay que ir a un interrogatorio de trabajo? Echo mano del viejo Bob. Me presento con el abandono perezoso de Mitchum, con su somnolencia irónica, su presencia calmosa. Luego digo lo que dijo él:
“Solo tengo dos estilos de actuación: con o sin caballo”.
“Solo tengo tres expresiones, mirada a la izquierda, a la derecha y de frente”.
Esta forma coqueta y elegante de plantarse en la vida, impávido, sin esfuerzo, capaz de contener no se sabe muy bien cómo ni dónde todos y cada uno de sus sentimientos.
¿Qué la cosa se pone peor? Vuelvo a recordar cuando fue arrestado por posesión de marihuana junto a una amiga suya, Lidia Leeds, y tuvo que pasar tres meses en una prisión. Las fotos tanto del juicio como de su salida de la cárcel demuestran el duro mármol del que estaba hecho. El suceso no pareció afectarle.
Bob, cuya poderosa presencia en la pantalla resulta tan imponente y dominante que a los directores les resultaba difícil controlar totalmente sus interpretaciones. Genial. Me pongo uno de sus calypsos a toda pastilla y me da por pensar que el gran Robert Mitchum fue uno de los actores más sobrios y profundos de Hollywood. Me tomo una copa. Me la suda la gente contemporánea. No sabe que el problema que tiene el futuro es que envejece demasiado rápido.
Lacónico hasta extremos increíbles, daba la impresión de ser un reflexivo hombre de acción, dotado no solo de carácter, sino también de una gran inteligencia. Y como actor, Mitchum logró sobrevivir a toda una serie de películas mediocres, que hubiesen arruinado la carrera de cualquier otro intérprete. Sí, vivimos en estos tiempos nuestros, o de otros, tan enlodazados e ignorantes, de asombrosa frivolidad del colectivo, en esta época pusilánime de chabacanería y mal gusto reinante que hay que ir de Mitchum: mirada soñolienta de párpados entrecerrados y mueca despectiva en los labios, a causa de los cuales las damas corrían el riesgo de desmayarse. El porte cansino y el comportamiento frío y desapasionado que parecen indicar que se trataba de un actor demasiado cansado o desinteresado como para poner nervio o vida a sus películas. Pero los personajes zarandeados por la vida y de vuelta de todo que solía encarnar eran hombres a la que numerosas noches de peligro y en vela han contribuido a alertar, hombres que conocen la necesidad angustiosa de la espera… de retornos constantes al pasado y con la experta mano de Mitchum, siempre un cigarrillo. Y en el extremo del cigarrillo, una cerilla. Y en el humo, el recuerdo.
Abrazos mil y buen finde.
PD: Pido mil perdones por estos comentarios tan largos. Es que no sé a quién decirle todo esto. Todo el mundo está anestesiado con sus móviles y en sus patinetes eléctricos. ¡Qué jodidos estamos!
Hemos puesto por aquí ya varias veces al viejo Bob cantando sus cosas, incluida su balada más famosa, o su versión de «Sunny». Mitchum es uno de los tipos del antiguo Hollywood que mejor me cae, junto con Wilder, Lee Marvin y, no sé, unos cuantos más. Y qué sentido del humor el suyo… Un tipo ejemplar, sin duda, con una vida de lo más azarosa, revuelta y vivida, desde luego. Si esa expresión tan odiosa de «genio y figura» tiene algún sentido, es para aplicársela a Mitch. Como cuando en una entrevista le preguntaron sobre esa chulesca y burlona forma de caminar, haciendo hincapié en los matices interpretativos que quería resaltar de sus personajes, y él se limitó a contestar: «¿de verdad? Yo solo pretendía meter tripa». Admirable.
Puedes hacer los comentarios tan largos como se te antoje. Son una delicia, divertidísimos, además. Al amigo Mitch también le parecería bien, siempre y cuando él no tuviera que leérselos…
Abrazos
A ritmo de calypso, y con la voz de Mitchum, paso la mañana.
Robert Mitchum, un actor fascinante.
¿Con qué papeles me conquistó? Con muchísimos.
Y, como dice, Francisco, esa «cierta desgana interpretativa» escondía a un actor capaz de crear personajes de los más variopintos. Solo repasar algunos por los que digo una y otra vez que lo amo:
-Su falso y tenebroso reverendo en La noche del cazador
-El profesor más sensible del mundo en La hija de Ryan
-El indiscutible héroe de cine negro en Cara de ángel
-El vaquero solitario y antihéroe en The Lusty Men…
Beso al ritmo de un calypso con la voz arrastrada y sensual de Mitchum
Hildy
Pues sí, mi querida Hildy, una espléndida compañía, como la vuestra cuando decidís invertir un poquito de tiempo en visitarme. Es de esos actore que te pueden arreglar una película mediocre, o hacer resultona una película mala. Una cara siempre bienvenida, amable, simpática, cómplice. Pocos han disfrutado de un amor tan profundo por parte de la cámara, y de un poder de presencia tan salvaje. Uno de esos parientes voluntarios de los que está llena la vida, por suerte.
Besos con maracas
Me encantan los comentarios tamaño bíblico de Francisco…¡Qué bien escribe!
Lo que pasa es que dudo que Mitchum le diera tanto a la tecla…jeje
Carlos, es que Paco es un escritor de primera, aunque no se prodigue por ahí porque, francamente, a la buena escritura le cuesta triunfar. Ahora bien, como cantante, ya te digo yo que…