Sax Rohmer, además de servir de referencia a cierto director francés de nombre Éric para bautizarse artísticamente, es el creador del inmortal personaje de Fu Manchu, el malvado villano de origen chino que, desde el Tercer Mundo, discutía el dominio colonial global de las potencias occidentales. Sus novelas y relatos, a menudo incluso los que no protagonizaba su célebre creación, incidían en estas historias de sociedades secretas chinas que dirigían los hilos del crimen organizado o tenían como última finalidad controlar el mundo. Las adaptaciones cinematográficas de sus obras, en particular las protagonizadas en los años 30 y 60 del siglo XX, protagonizadas por Boris Karloff o Christopher Lee no carecen, sin embargo, de subtexto: las primeras se situaban en un tiempo en que Japón se erigía en belicosa potencia militar de oscuros propósitos en el Sudeste de Asia y Oceanía; las segundas se enmarcaban en un entorno en que los viejos imperios europeos reconocían la independencia de sus más antiguas e importantes colonias, países que ahora integraban eso que dio en llamarse Tercer Mundo, países «subdesarrollados» o «en vías de desarrollo» en los que a menudo caudillos nacionales discutían abiertamente la preponderancia occidental en el orden político, económico y militar mundial. En el fondo de estas historias de intriga criminal algo simples y facilonas pero repletas del misterio y el encanto de la China milenaria subyace este renacimiento de culturas y países largamente sometidos, que luchan por abrirse al mundo en igualdad de condiciones, si bien por ello pueden ser tildados de villanos.
Me gustan las novelas de Sax Rohmer y no tanto las películas. Las viejas revistas pulp se empeñaron en crear un subgénero donde los villanos eran chinos siniestros, de ahí, el “peligro amarillo” de la época. Suena muy racista, pero a mí me hacía mucha gracia, y, a Harry Stephen Keeler, también. Chinos siniestros ¡me encanta! Decía Rohmer: “Imaginad que tiene la cruel inteligencia de Asia entera acumulada en su poderoso cerebro modelado con todos los conocimientos de la ciencia antigua y moderna”. Genial. Fu Manchu es amarillo como la ictericia, doctor en filosofía, experto en lingüística y químico genial, ¡jamás se corta las uñas de las manos (por razones prácticas hay que suponer qué sí la de los pies) y dirige con mesianismo la siniestra sociedad Si-Fan, un contubernio con sabor a limón que persigue dominar el mundo. A mí no me parece todo esto tan descabellado en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Ahora el granizado de limó lleva demasiada agua del grifo. Sí, el terror al peligro amarillo se desató en Wuhan y Fu Manchu gustaba expandir plagas a través de la mosca tsé-tsé y sabe el demonio de qué más. Incluso Napoleón dijo: “Cuando China despierte el mundo temblará”. Racismo, ya lo sé, pero mola. Los villanos tienes que venir de alguna parte, ¿no? Si Fu Manchu hubiese sido belga, seguiría siendo racismo, ¿no? En realidad, desde 1900 hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la población china del barrio del East End de Londres estaba formada por unos pocos cientos de limones que se mataban de sol a sol en las lavanderías y casi todo el tráfico de cocaína venía de Alemania, donde se comercializaba sin restricciones. Sin embargo, los londinenses acabaron convencidos de que todos los chinos eran miembros de una triada o contrabandistas de opio.
Pero dejémonos de tanta chinada. Es obvio que el objetivo del viejo Sax es entretener. Para ello usa las tramas más rocambolescas, los golpes de efecto más turbios y, como no, la idea del «peligro amarillo» que durante décadas subsistirá en el mundo occidental ofreciendo un tentador cóctel de terror y fascinación. Ay, el eterno miedo al «peligro amarillo», amén de todas las causas comunes a la discriminación, mediados los años 30 encontró un nuevo caldo de cultivo: el imperialismo nipón en el Pacífico, que no tardaría a topar directamente con el imperialismo estadounidense en aquellas latitudes. Creo que el mejor homenaje yanqui viene de John Carpenter con Davi Lo Pan, interpretado por James Hong en “Golpe en la pequeña China”. Película descacharrante, delirante, absurda y entretenida si la ves con unas cuantas cervezas tumbado en el sofá con un grupo de friquis que se tiran pedos sin ningún tipo de vergüenza. Y para ir acabando que esto se está poniendo demasiado pesado; Nayland Smith es una especie de Sherlock Holmes de la era pulp, una comparación de nombres puede bastar para sugerirnos su proximidad. Incluso tendrá un narrador cortado por el mismo patrón que el doctor Watson: el doctor Petrie.
No me gustan las películas de Fu Manchu. ¿Cómo es posible que este excelente villano chino fuera siempre interpretado por actores americanos? Eso sí que es racismo. El bodrio “El diabólico plan del Dr. Fu Manchu” interpretado por Peter Sellers. “El castillo de Fu Manchu” rodada en Barcelona… Todo esto me ha dado una idea para cocinar: pollo con almendras, pan de gamba y rollitos de primavera. Y sacaré del armario polvoriento una botella de esas que lleva dentro un lagarto.
Abrazos mil
Exotismo y maldad, el mensaje colonial estaba claro. Aquellas razas, aquellas culturas ancestrales habían sido derrotadas por la modernidad utilitarista occidental, y sus miembros estaban destinados a servir a la clase superior o bien, si no se adaptaban, a rebelarse siniestros y criminales ante la luz de la razón y el paternalismo. Con todo, estas cosas tenían cierto sustrato auténtico, ya que la sociedad Tong se infiltró internacionalmente, por ejemplo, en el Reino Unido a través de Hong Kong y en Estados Unidos merced a la inmigración china para la construcción de los grandes ferrocarrilles transcontinentales y la proliferación de negocios y populosos barrios chinos en ciudadades como San Francisco (hace poco vi El hombre de Chinatown, ese híbrido de Coppola y Wim Wenders que acabó con su amistad; me la esperaba peor, la verdad…).
En esa película barcelonesa de Fu Manchu, por cierto, creo que Javier Marías hace un cameo… En fin, son peliculitas, también, para entretener. Por otro lado, teníamos su contrapartida detectivesca, Mr. Wong (de nuevo Karloff) y Mr. Moto (Peter Lorre). Lo oriental estaba de moda en aquellos años, quizá como advertencia de lo que se nos venía encima, que no eran los Tongs, sino Huawei y compañía.
Abrazos, y buen finde.
Cierto. También me gustaban mucho las novelas de Earl Derr Biggers con su detective estadounidense de origen chino Charlie Chan, interpretado por Warner Oland. El maquillaje era la hostia. Se notaba un huevo el estiramiento de mejillas para parecer chino. El personaje del viejo Earl es inicialmente sargento de la policía de Honolulu, está casado y tiene catorce hijos. Sus tramas son interesantes. Nos introduce en ese submundo chinesco que tanto nos fascina y que llega hasta «Blade Runner», con su colorido dragonil, restaurantes, callejones silenciosos que son interrumpidos por grotescas sombras chiniles y risas desquiciadas. Me encanta.
«El hombre de Chinatown» está basada en la novela de Joe Gores, el mismo que escribió después la magnífica «Spade & Archer». La película de Wenders no está mal pero la encuentro demasiado artificiosa, como de telefilme de domingo por la tarde. Sin embargo, la novela te introduce maravillosamente en ese ambiente que tanto nos gusta del género. Si tienes la oportunidad de conseguir la novela, léela, y también Spade & Archer. Gores es un experto en la obra de Hammett, quizá, el más grandes escritor de novela negra de todos los tiempos. Ahí tenemos «Cosecha roja» que para mí sigue siendo la mejor novela negra de la historia, por su brutalidad y su recreación de la idea de frontera, una frontera desgastada. Hammett también introdujo a sus chinos siniestros. Me están entrando ganas de ir a cenar al restaurante chino que tú ya conoces.
Joder, estábamos hablando de chinos y acabamos en la frontera desgastada.
Más abrazos miles y buen finde, amigo mío.
Bueno, y la cosa ha sido un filón, porque Chinatown, Polanski aparte, ha dado mucho juego en thrillers y series de mierda.
¿Qué te dije yo de recomendarme cosas para leer? Cagüen… De todas formas, esto te lo admito porque ya sabes que soy un gran fan del género (no quizá por cantidad pero sí por calidad) y estas recomendaciones, que ya recuerdo, venían de antiguo y las tenía olvidadas.
Coincido contigo en cuanto a Cosecha roja, es una gran historia. También muchas veces llevada al cine, como tal y a veces haciendo trampa.
Abrazos prevacacionales (me queda hora y media de reloj…)
Cachis… He olvidado decir que la película de Wenders adquiere esa textura artificiosa de ciudad recreada en estudio que a Coppola le gustaba tanto entonces, y que plasmó en ese bodrio llamado Corazonada…
Más abrazos
No te lo perdono, forastero. «Corazonada» es una película que, según los cinéfilos, va ganando con el tiempo. A mí nunca me lo ha parecido. «Corazonada» nunca me ha gustado y creo que nunca me gustará. A mi edad ya no estoy para tanto trote. Ver a Raúl Juliá bailando me dio un telele igualito al que me dio cuando vi a la Catherine Deneuve en «Bailando en la oscuridad». Me parece que ahora también anda bailando la cara pollo esa de Meryl Streep con las canciones de Abba y esa peliculilla que sale de abuela rockera. En fin, el cine muerto que se empecina a no estarlo, y eso lo convierte en zombi. A ver si sale de una vez un Fu Manchu y esparce moscas tsé-tsé por algunos lugares de cuyo nombre no quiero acordarme.
Abrazos mil
Jajajaja… Yo también me quedé un poco noqueado cuando vi a Raúl Julia dándole a las caderas. Pero además, toda esa pretendida majestuosidad formal no se traslada, para mí, a las canciones y a los bailes, que son muy cutres. En cuanto a la Deneuve… Recuerdo un desternillante artículo de Javier Marías sobre esa película. Es lo que más me gustó de todo aquello.
Abrazos