Mis escenas favoritas: Un cadáver a los postres (Murder by Death, Robert Moore, 1976)

Basada en una obra del gran Neil Simon, esta comedia de Robert Moore cuenta con un excelente reparto (Alec Guinness, David Niven, Peter Sellers, Peter Falk, Eileen Brennan, Maggie Smith, Truman Capote, James Coco, Elsa Lanchester, Nancy Walker, Estelle Winwood, James Cromwell) y un buen puñado de situaciones divertidas. Mejor la VOS, pero el doblaje al castellano tampoco está mal.

4 comentarios sobre “Mis escenas favoritas: Un cadáver a los postres (Murder by Death, Robert Moore, 1976)

  1. Pensar en Neil Simon equivale a pensar en su aparente inagotable capacidad para entretener y divertir al público. Como autor teatral, sus obras están llenas de hilarantes réplicas y cínicos comentarios, que han llegado a convertirse en algo así como su marca de fábrica. En el cine, ese humor verbal se complementa con gags visuales derivados de las situaciones disparatadas en las que coloca a sus personajes. Pero quizá el rasgo que le convirtió en el autor favorito de los espectadores de otros tiempos, de otros ámbitos, son esos momentos de reconocimiento que contribuyen la esencia de las buenas comedias, esos momentos en el que se dan cuenta de que lo que están viendo les podría haber ocurrido a ellos. Ya me gustaría a mí escribir como el viejo Neil, en este contexto de desolación, y dentro de esta visión del hombre urbano destruido por su entorno creada por él. Sus «extrañas parejas» alcanzan una especie de heroico aislamiento y autosuficiencia que, sin embargo, no les hace felices. La angustia y la histeria de los personajes de Neil constituyen la fuente de su sentido del humor y de su marcado sentimentalismo. Ambos rasgos son como la marca de fábrica de los humoristas judíos, que presentan por lo generar caracteres excéntricos y de buen corazón, rechazados y perseguidos por los demás.

    Se podría decir de esta estupenda película que Neil hace un homenaje a Agatha Christie. Pero el dramaturgo no se contenta con reunir a estirados burgueses en un caserón para irlos matando a todos poco a poco. Me encanta Agatha. Creo que se ha leído muy mal la obra de la dama del crimen. Si profundizas en ella es de lo más delirante. Sigamos. El viejo Neil no se contenta con esto, sino que tiene que reunir a los cinco detectives más famosos del mundo y encima son recibidos por un mayordomo ciego. El viejo Sellers volvernos a verlo disfrazado de mandarín. Es que no se escapa de esto, y siempre es un placer volver a ver a Eileen Brennan. Aquí todos los actores están soberbios. Desde niño que me apasionan esos elementos que dan tan buen resultados como las habitaciones giratorias, pasajes secretos, falsas identidades y tramas repletas de imprevistos. Si fuera millonario me haría construir una mansión con todo eso. Hasta me disfrazaría de mandarín para recibir a los amigos. Luego los iría matado uno a uno. Jaja. Por cierto, no hay que llevarse a engaño con este filme; todo parece una parodia, pero es una profunda reflexión sobre un género que nos gusta a todos. Y, para postre, nunca mejor dicho, el gran Truman Capote (que también sale en la peli), estuvo nominado a Mejor Actor Revelación. Vamos, ni en “La burla del diablo”.

    Abrazos mil y buen finde.

  2. Últimamente he vuelto a ver varias cosas escritas por Neil Simon, El prisionero de la segunda avenida, La extraña pareja, California Suite… De estas, esta última me pareció que, aun estando ahí el ingenio, se había perdido la chispa, a excepción del fragmento de Maggie Smith y Michael Caine, que están espléndidos. Particularmente, creo que fue un error incluir el pasaje de Bill Cosby y Richard Pryor. Me pareció una buena idea sobre el papel mal ejecutada por las ansias de «lucimiento» de ambos.

    En cuanto a Agatha, creo que se pierde siempre el valor de sus novelas como mosaico social. Es una radiografía perfecta del paso de los estertores de la sociedad victoriana a la era eduardiana, o lo que es lo mismo, del cenit del imperio a su decadencia paulatina e incesante, con sus coroneles retirados, sus vestigios coloniales y su podredumbre moral bajo la alfombra de las grandes mansiones. Una buena crónica de un mundo que desaparece. Me encantan todas las obras que se refieren a esta cuestión, el cine de Visconti o de Ford, por ejemplo.

    Eileen Brennan es maravillosa, hace poco se han cumplido años de su nacimiento y de su fallecimiento. Ahora bien, lo de Capote… Hay que tomárselo a chacota, claro, pero lo de su nominación sí que es una burla…

    Abrazos

  3. Además, las descripciones que hace Agatha de todos los personajes son siniestras caricaturas de sí mismas hasta rozar en lo ridículo. Ahí tenemos las maravillosas obras de P. G. Wodehouse con todas esas calamidades inútiles que han dado el salto a la era eduardina sin haberse enterado. Te recomiendo un exquisito libro publicado en Anagrama titulado «¡Pues vaya! Lo mejor de Wodehouse», con un extenso prólogo del no menos delicioso Stephen Fry. Todo un festín maravillosamente decadente.

    A mí también me fascinan todas esas historias donde adquieren conciencia de que todo lo conocido y vivido llega a su fin. Toda la obra de Joseph Roth, «El mundo de ayer», de Stefan Zweig, «Adiós a Berlín», el gran adiós a la República de Weimar de Christopher Isherwood. «El gatopardo», del genial Giuseppe Tomasi di Lampedusa. En la novela se lee: “Pertenezco a una generación infeliz, a caballo entre los viejos tiempos y los nuevos, que no se encuentra a gusto en estos ni en aquellos. Además, como ya lo habrá advertido usted, no tengo ilusiones.” Decadentes y atractivas son todas estas obras. Eres un pillo; mencionas a dos de los grandes: Visconti y Ford. Menudas sesiones que me meto cada noche, al calor de unas copas. Y al mundo que le den.

    La decadencia de la burguesía, las tensiones destructivas de la vida familiar y la agonía de la aristocracia italiana son los temas que sirven de inspiración a las últimas películas de Luchino Visconti. Sin embargo, todos y cada uno de los encuadres de estas están llenos de refinamiento y belleza, contrastando así con las decadentes formas de vida que tan minuciosamente retrata. Lo que te decía; decadencia y belleza. Creo que la belleza sin decadencia no lo es tanto. ¿Poético verdad? (Aquí no puedo poner el gif de Rod Serling).

    Y los héroes de las películas de Ford son los pioneros, hombres de la frontera, soldados y pacificadores que se dedicaron a la fundación de los hogares y comunidades que componen la actual Norteamérica. La visión de Ford es una visión popular: una exaltación de los ideales que hicieron a miles de colonos lanzarse hacia el Oeste en búsqueda de la libertad y mayores oportunidades, pero en un tono entrañable y familiar que hace que un baile tenga más importancia que una batalla o un duelo.

    Más abrazos miles

  4. Es la segunda vez que me recomiendas ese libro de Woodhouse, y que mencionas el prólogo de Fry, en poco tiempo. Entre mis montoneras de libros pendientes hay uno de Woodhouse, «De acuerdo, Jeeves», del que daré cumplida lectura en cuanto me sea posible, y a partir de ahí, veremos.

    Claro, no he nombrado a Roth y a Zweig, pero son los grandes maestros en retratar esos mundos decadentes que dejan paso a algo nuevo-viejo. Por otro lado, belleza y decadencia… ¿Qué otra cosa es Italia, por ejemplo? Quizá por eso me atrae e interesa tanto.

    Quizá el concepto más hermoso, rico y complejo que ha generado la ficción es el concepto de frontera. Todo lo que tiene que ver con ellas me interesa.

    Abrazos

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