Cine de verano: Ahí está el detalle (Juan Bustillo Oro, 1940)

Célebre comedia mexicana de enredo y uno de los mayores éxitos de Mario Moreno «Cantinflas» para esta serie de cine de verano… en invierno.

4 comentarios sobre “Cine de verano: Ahí está el detalle (Juan Bustillo Oro, 1940)

  1. Cuando iba al cine de niño y de adolescente, todos los cines de la provincia proyectaban dos películas. Siempre. Era uso de todos decir que se iba al cine a ver una película mala y otra buena. En la mayoría de los casos, ambas eran malas, pero cuando no era así, las malas eran las de Manolo Escobar con Antonio Garisa. Las del “destape” de la transición. Las de Antonio Ozores con Andrés Pajares y Fernando Esteso. Las de Louis de Funès y las de Cantinflas. Eran malas, no porque otros lo dijeran, sino porque no nos gustaba nada. Estábamos tan desesperados los domingos por la tarde que aún, sabiendo que las malas las ponían primero, todos íbamos a verlas, porque era preferible ver aquellos engendros que quedarse en casa o caminar por las grises y desoladas calles de domingo por la tarde. Muchas veces pagaba el pato el pobre acomodador porque se pasaba toda la película detrás de nosotros para echarnos. Era tan inocente el hombre que la misma luz de la linterna lo delataba siempre. Si nos hubiera perseguido a oscuras nos hubiera dado caza. Hay que imaginar estas correrías al mismo tiempo que se proyectaban todas estas malas películas. Luego, con las buenas todo era silencio y emoción. Ha pasado el tiempo y se ha confirmado que las películas de Manolo Escobar eran, son y serán malas para siempre. Lo mismo que las viejas películas que iban de modernas del destape de la transición, junto con Pajares y Esteso. Louis de Funès como era francés y sus películas venían de la France, prefiero no decir nada; solamente que no he vuelto a ver ni una sola de sus películas en mi vida. Dejo mi sable en su vaina. Y lo mismo digo de Cantinflas que sé que tiene millones de seguidores y hoy está considerado en el México lindo un dios. A lo mejor me perdí lo bueno que dicen que es porque me pasaba toda la proyección correteando con los amigos por los pasillos y palcos del cine huyendo del acomodador a carcajadas. Cuando nos deteníamos para coger aire veíamos a Cantinflas hablando sin parar. Venga, a correr de nuevo que el haz de luz de la linterna del cenutrio está cerca. Te volvías a detener para coger aire y allí estaba Cantinflas, en la misma pose y en la misma escena hablando sin parar. ¡El acomodador! Gritaba mi amigo Andrés. Y todos a correr como los hermanos Marx en “Una noche en la ópera”. No añadiré más respecto a Cantinflas. Si tuviera que escribir sobre él sería lo que te he dejado aquí. Ah, una cosa más; tuve la suerte de leer la novela de Verne “La vuelta al mundo en ochenta días” antes de ver la película de Michael Anderson. Era todavía un crío y me decepcionó muchísimo al ver a Jean Passepartout convertido en Cantinflas. Me pregunté por qué salía una corrida de toros, a la mexicana.

    Abrazos mil y buen finde.

    1. Pues sí, poco de Cantinflas soy yo… en sus películas en color. Creo que hay una diferencia en su carrera entre los momentos iniciales, a los que corresponde esta película, que son más puros y frescos, más locos, por así decirlo, e incluso más críticos, y su ascenso posterior, y más todavía si hablamos de su intento de carrera Hollywood.

      A partir de entonces lo veo más sentimental y sensiblero, y sus interminables peroratas y sus juegos de palabras me parecen ya insoportables, carentes de gancho y de chispa. Su humor físico resulta anticuado, pasado de moda, y ni que decir tiene que, en inglés, maldita la gracia. Ni como Sancho Panza con Fernán Gómez, y eso que la película de Roberto Gavaldón se hizo para su lucimiento exclusivo. En resumen, que no se me habría ocurrido compartir otra, prácticamente, que no fuera esta. Cosas como «El ministro y yo», «El extra» o «El barrendero» deberían constituir delito.

      Abrazos

  2. Además siempre me quedó la duda de si en pos de lograr un mayor destaque personal para Cantinflas, elegían (o él exigía, quién sabe) actores muy malos para rodearlo. Los «mensajes» en sus películas eran generalmente subrayados, y es totalmente cierto que los momentos dramáticos daban algo de vergüenza ajena por sensibleros. Todo aquello que sirvió para destacar en aquel contexto creo que ha hecho que sus films envejezcan bastante mal, salvo excepciones como «Ahí está el detalle», donde influye también quien está detrás de cámara. No sé qué tan cierto es lo que muestran en la biopic que hicieron, pero allí se muestra que Mario Moreno prácticamente era quien manejaba las escenas a piacere, sin hacerle mucho caso a lo que marcaba el director.

    1. La estrella principal, la que consigue que los proyectos se hagan a su medida, siempre pretende y a menudo logra eclipsar a sus compañeros de reparto. Se come todos los planos, se lleva las mejores frases, acapara los mejores chistes… Y, en efecto, aquello de lo que se acusaba regularmente a Chaplin (todavía se hace hoy) en cuanto a sentimentalizar demasiado sus tramas o subrayar el contenido ideológico de sus películas, en el caso de Cantinflas, como bien dices, en su etapa de mayor éxito, es una de las mayores objeciones (no la única) que se pueden plantear a sus películas. Esa constante, para mí, lo hace inferior al grupo de los grandes cómicos de la historia del cine (a Jacques Tati, por ejemplo, sin ir más lejos), por más que películas como esta estén llenas de aciertos.

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