2 comentarios sobre “Cine de verano: El rey de los cowboys (Go West, Buster Keaton, 1925)”
“El rey de los cowboys” es la película con la que más me he reído en mi vida. Le sigue “Sopa de ganso”, hoy ya neorrealista y “Una noche en la ópera”. También es la película más surrealista de toda la filmografía del gran Buster. ¿A quién se le puede ocurrir hacer un largometraje cuyo argumento se base en la amistad y atracción que surge entre un hombre y una vaca llamada Ojos Marrones? Solo a un genio. Tentado estoy por decir también que se ha convertido en otro filme neorrealista, pero dejémoslo ahí. Este detalle que sigue es delicioso. Buster observó que Ojos Marrones no atendía a ninguna de sus órdenes. La vaca se quedaba clavada en el sitio. Pensando que, tal vez, la razón de aquel extraño comportamiento fuese el tremendo calor, el equipo intentó utilizar varios trucos para hacer reaccionar a la vaca. Pero ni con agua, ni con hielo, ni siquiera abanicándola. (Por favor, amigo Alfredo, trata de imaginarte por un momento al gran Buster abanicando a la vaca fuera del rodaje). Entonces, uno de los vaqueros del rancho les explicó precisamente lo que ocurría: Ojos Marrones estaba en celo y hasta pasados diez días no podrían hacer nada con ella. Había que joderse y punto. Ojos Marrones no tuvo éxito con el ganado de aquel rancho de Arizona. Es más, su presencia terminó por irritar a las otras vacas que arremetían contra ella. La vaca-actriz estaba indefensa porque había sido descornada y sus enemigas no. Algunos vaqueros del Duncan Valley tuvieron que saltar sobre sus caballos y librar a Ojos Marrones de una situación claramente comprometida. El genial actor se llevó una gran decepción al ver que ni el público ni la crítica respaldaban su insólita historia. “El rey de los cowboys” tuvo mucho más éxito en Europa, donde la gente se divirtió mucho con las aventuras de Friendless y Ojos Marrones. El filme incluso llegó a inspirar al gran poeta español Rafael Alberti, quien le dedicó un poema titulado “Buster Keaton busca por el bosque a su novia que es una verdadera vaca.” Y ya ni te cuento las maravillosas escenas de la estampida en mitad de la ciudad, sin efectos especiales ni relleno digital. Fueron en esas escenas donde más he reído en mi vida. No hay palabras para describir estas secuencias. Y el final… tuvo que pasar cuarenta y siete años para ver al pastor armenio enamorado de una oveja en “Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar” del viejo Woody. Sin embargo, en los más profundo, la relación entre Friendless y Ojos Marrones va más allá de cualquier interpretación banal.
No sé si les ocurre lo mismo a los demás padres que deber ir a las bodas de sus hijos, pero tal y como están las cosas, yo preferiría que mi hijo me presentara, como su novia, una vaca de raza “Holstein”, como Ojos Marrones, aunque tenga que acudir a la consulta de Gene Wilder de vez en cuando.
Caramba, qué bien llevas la cuenta de risas. Yo no sabría decir, aunque no será algo muy distinto.
El gran Buster relata profusamente esta anécdota en su maravilloso libro de memorias, que es una delicia. Sorprende, a mí por lo menos, leer lo poco amargado que está Buster en el momento de escribirlas, teniendo en cuenta muchas de las cosas que pasó y cómo de distintas podrían haber sido por muy poco. Es como leer una de sus películas, el hombre impasible, el Pamplinas, enfrentado a los sinsentidos, uno tras otro, de los seres humanos, de la tecnología, de la naturaleza, con una resignación que en el fondo es una fortaleza admirable.
Hombre, qué listo, novia y banquete por el precio de uno, qué listo.
“El rey de los cowboys” es la película con la que más me he reído en mi vida. Le sigue “Sopa de ganso”, hoy ya neorrealista y “Una noche en la ópera”. También es la película más surrealista de toda la filmografía del gran Buster. ¿A quién se le puede ocurrir hacer un largometraje cuyo argumento se base en la amistad y atracción que surge entre un hombre y una vaca llamada Ojos Marrones? Solo a un genio. Tentado estoy por decir también que se ha convertido en otro filme neorrealista, pero dejémoslo ahí. Este detalle que sigue es delicioso. Buster observó que Ojos Marrones no atendía a ninguna de sus órdenes. La vaca se quedaba clavada en el sitio. Pensando que, tal vez, la razón de aquel extraño comportamiento fuese el tremendo calor, el equipo intentó utilizar varios trucos para hacer reaccionar a la vaca. Pero ni con agua, ni con hielo, ni siquiera abanicándola. (Por favor, amigo Alfredo, trata de imaginarte por un momento al gran Buster abanicando a la vaca fuera del rodaje). Entonces, uno de los vaqueros del rancho les explicó precisamente lo que ocurría: Ojos Marrones estaba en celo y hasta pasados diez días no podrían hacer nada con ella. Había que joderse y punto. Ojos Marrones no tuvo éxito con el ganado de aquel rancho de Arizona. Es más, su presencia terminó por irritar a las otras vacas que arremetían contra ella. La vaca-actriz estaba indefensa porque había sido descornada y sus enemigas no. Algunos vaqueros del Duncan Valley tuvieron que saltar sobre sus caballos y librar a Ojos Marrones de una situación claramente comprometida. El genial actor se llevó una gran decepción al ver que ni el público ni la crítica respaldaban su insólita historia. “El rey de los cowboys” tuvo mucho más éxito en Europa, donde la gente se divirtió mucho con las aventuras de Friendless y Ojos Marrones. El filme incluso llegó a inspirar al gran poeta español Rafael Alberti, quien le dedicó un poema titulado “Buster Keaton busca por el bosque a su novia que es una verdadera vaca.” Y ya ni te cuento las maravillosas escenas de la estampida en mitad de la ciudad, sin efectos especiales ni relleno digital. Fueron en esas escenas donde más he reído en mi vida. No hay palabras para describir estas secuencias. Y el final… tuvo que pasar cuarenta y siete años para ver al pastor armenio enamorado de una oveja en “Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar” del viejo Woody. Sin embargo, en los más profundo, la relación entre Friendless y Ojos Marrones va más allá de cualquier interpretación banal.
No sé si les ocurre lo mismo a los demás padres que deber ir a las bodas de sus hijos, pero tal y como están las cosas, yo preferiría que mi hijo me presentara, como su novia, una vaca de raza “Holstein”, como Ojos Marrones, aunque tenga que acudir a la consulta de Gene Wilder de vez en cuando.
Abrazos mil y buen finde, amigo mío.
Caramba, qué bien llevas la cuenta de risas. Yo no sabría decir, aunque no será algo muy distinto.
El gran Buster relata profusamente esta anécdota en su maravilloso libro de memorias, que es una delicia. Sorprende, a mí por lo menos, leer lo poco amargado que está Buster en el momento de escribirlas, teniendo en cuenta muchas de las cosas que pasó y cómo de distintas podrían haber sido por muy poco. Es como leer una de sus películas, el hombre impasible, el Pamplinas, enfrentado a los sinsentidos, uno tras otro, de los seres humanos, de la tecnología, de la naturaleza, con una resignación que en el fondo es una fortaleza admirable.
Hombre, qué listo, novia y banquete por el precio de uno, qué listo.
Abrazos, y buen finde.