Gran parte del crédito obtenido (la inmensa mayor parte, a decir verdad) por Terrence Malick como director se debe a esta película, y en particular a la labor de Néstor Almendros (del que daremos abundante cuenta aquí en breve) en la dirección de fotografía y a la partitura compuesta por Ennio Morricone. Es en la música y en la fotografía (premiada con un Oscar) donde reside la inconmensurable hermosura formal y la abrumadora carga de emotividad de la cautivadora historia de tres jóvenes que, huyendo de la miseria del Chicago de 1916, se hacen pasar por hermanos para emplearse como braceros en un rancho, y del drama sentimental que estalla cuando el patrón se enamora de Abby, la chica del grupo.
Me encanta esta película. Siempre que la veo me deja bastante hipnotizada. Sí, esa es la palabra. La historia, cómo está contada, la banda sonora, la galería de rostros… Sí, creo que es mi favorita de Terrence Malick.
Beso
Hildy
Lo peor que le pudo pasar a este hombre es romper su costumbre de hacer una película cada veintipico años. Si «Malas tierras» es un proyecto de cineasta, prometedor pero imperfecto, esta película es ya una obra maestra de madurez, y «La delgada línea roja» un aceptable testamento, lo que ha venido después, ay madre… No se puede ser más afectado, pomposo, ególatra, impostado…
Besos