Música para una banda sonora vital: La maldición de Lake Manor (Il nido, Roberto de Feo, 2019)

Where Is My Mind?, célebre tema de The Pixies, ha sido varias veces incluido en bandas sonoras de películas. Quizá sea su aparición en Trainspotting (Danny Boyle, 1996) la más recordada, antes de que esta película de Roberto de Feo (mucho ruido y pocas nueces, mucha factura visual y mucho diseño de producción, muchas ínfulas de suspense gótico, mucha referencia literaria, pero, en resumidas cuentas, demasiada pedantería visual y demasiadas ansias de moraleja insustancial), incorporara como leitmotiv musical principal la versión a piano del compositor francés Maxence Cyrin, aquí ilustrada con una de las mayores exaltaciones románticas de Greta Garbo en el cine mudo.

4 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital: La maldición de Lake Manor (Il nido, Roberto de Feo, 2019)

  1. Roberto el Feo. Vaya nombrecito, joder. He tenido que ir a Google imágenes para verle el careto y es bastante guapo. Tiene un ligero parecido a Joël Dicker, aquel tipo que vi una vez en una librería para descubrir que era de cartón. Ay, el terror, amigo mío, qué manía tienen los autores con colocarlo en los sitios aislados para que la cosa sea más fácil. Esto me parece ya caducado. El verdadero terror está entre la gente, en el trabajo, en los festejos familiares, en las manifestaciones, en las cenas de empresa, en los grupitos junto a una máquina de café de cualquier empresa, en el cine, en el fin de años con sus cotillones, en las colas, en las reuniones de escalera, en las terrazas, en el turismo, en los cruceros, en el centro comercial, en el fútbol, en los toros, en Operación triunfo, en El gran hermano, en los conciertos, etcétera. Roberto el Feo debería saberlo ya, como tantos otros que insisten en desviar la mirada del verdadero horror contemporáneo y dejarse ya de introducirlo en casitas siniestras que rellenan de tópicos. Si me obligaran a escribir una historia de terror ubicada en un caserón alejado de la civilización lo tendría muy claro: llega un tipo a una casa alejada de todo porque está hasta los cojones de la gente. Nada más sentarse en el sofá y suspirar de placer llaman a la puerta. Es medianoche. No es posible, se dice. ¿Quién puede ser a estas horas? Abre la puerta y ve un chaval de Glovo con unas bolsas de sushi. Ha habido una equivocación, por supuesto, pero el chico de chaleco fosforito no ha pedaleado en vano por entre pantanos y raíces retorcidas que surgen del agua como serpientes gordas, bosques, búhos, y lunas detrás de las ramas de los árboles raquíticos. Y por sus cojones que el tipo de la casa se va a comer el maldito sushi.

    Abrazos mil y buen finde.

    1. Pues le ha salido una película fea, aunque él sea guapo. Fea y pretenciosa. Aunque tiene cosas que por separado no están mal, y algunos momentos y detalles interesantes, el conjunto es de una pedantería tremenda. Otro de esos que se creen que van a reinventar algo, o a dar una lección de cine. O en los que la rareza y la excentricidad gratuita se confunde con la creatividad o el surrealismo.

      Estoy de acuerdo contigo. Probablemente sea el terror el cine de género más agoado, por más que haya alguna sorpresa concreta de vez en cuanto (pero no las que anuncian oficialmente como que lo son, tipo «Déjame salir» o «Midsommar», que son unas mierdas como dos pianos de cola). Quizá porque se representa, no se hace sentir. El terror, si no está dentro de nosotros, no lo es, y lo demás son cuentos de brujas pirujas para adolescentes emporrados la noche de Halloween. Hacerlo es muy muy difícil. Y, en efecto, cualquiera de esos supuestos, sobre todo el de la comida a domicilio, suele dar más miedo que ponerse una película de terror de las de hoy.

      Abrazos

  2. Y fíjate tú que hasta tienen politizado el terror, que es la base de organización de todos los sistemas políticos y religiones. Y ya ni hablo laboral o judicial. El terror es el primer sentimiento humano y seguimos acurrucados en nuestra cueva con la vista fija en la hoguera de la noche que custodia la entrada contra la ilimitada oscuridad del mundo. El terror en el cine es un cachondeo. Cuando se inventó esa mierda del slasher por allá finales de los 70 y su explosión en los ochenta con esas series de Viernes 13, pesadillas en el puto Elm Street, noches de Halloween, etcétera, donde el psicópata de turno era indestructible para sagas interminables eran del gozo de los adolescentes pajilleros que se identificaban más con el psicópata que con las víctimas, porque estas víctimas estaban retratadas de tal manera que deseabas que las matasen. Un disparate, amigo mío, un disparate.

    Como este espacio es de cine y salimos ya del terror irrisorio adolescente, no sé si has visto este precioso documental de Rafael Azcona. Uno de mis miedos es cuando desaparece alguien que admiras inmensamente y te das cuenta de que nadie viene detrás para sustituirle. No hablo de copiar o que sea igual, ni mucho menos, pero sí de la misma calidad. Qué miedo, tío, lo que viene a posesionarse en el lugar que deja vacío los genios es puro terror.

    Más abrazos miles.

    1. Sí, sí, lo he visto, querido Paco. Y también he visto aquellos vídeos que me sugeriste en un post anterior, Buñuel-Ein Portrait. Pensaba que era algo distinto, pero en realidad es «El último guión», la película de Gaizka Urresti y Javier Espada, aunque despiezado en partes por alguien que ha subido a YouTube la versión emitida en la tele alemana.

      El terror es un instrumento político, pero también es un eco de la política. Las grandes corrientes del cine de terror siempre se han dado como respuesta, o como plasmación, de una convulsión mundial de índole política o bélica. El de la Universal de los 30, la RKO de los 40, la Hammer de los 50-60… Incluso el terror de los 70, antes de que, como bien dices, la adolescencia perpetua del Hollywood de los 80 lo redujera todo a parábolas sobre lo condenable que es el sexo fuera del matrimonio y a hacer píldoras preventivas contra el SIDA. ¿Cómo no iba a ponerse uno del lado de los asesinos? La mayor parte de los fans de aquel cine hablan de esos asesinos como seres míticos, como personajes señeros de la historia del cine. Así de vulgares y de zafios nos hemos vuelto.

      Abrazos

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