Mis escenas favoritas: Los viajes de Sullivan (Sullivan’s Travels, Preston Sturges, 1941)

El gran Preston Sturges, uno de los grandes genios de la comedia americana de los treinta y los cuarenta, escribe y dirige esta gloriosa screwball con trasfondo social y cinematográfico. Obsesionado con la idea de filmar una película sobre la pobreza y el sufrimiento, el director de intrascendentes comedias John L. Sullivan (Joel McCrea) convence a los ejecutivos del estudio para que le permitan recorrer el país disfrazado de vagabundo antes de empezar a rodar, de manera que pueda acumular experiencias realistas con las que alimentar una narrativa veraz sobre los auténticos problemas de la gente damnificada por las miserias de la Gran Depresión. Después de trabajar como peón para una viuda que parece querer de él algo más que cortar leña, huye de su casa, pero el camión que lo recoge lo lleva de vuelta a Hollywood. Sintiéndose frustrado, entra en una cafetería, donde conoce a una rubia aspirante a actriz (Veronica Lake), que, desencantada por su fracaso pero entusiasmada con el proyecto de viajar libre de punta a punta del país, decide acompañarlo en su aventura. Los reiterados intentos de vagabundear a sus anchas se ven continuamente impedidos por la casualidad o las circunstancias, hasta que, por fin, Sullivan se ve inmerso en la última peripecia que hubiera deseado protagonizar. La primera secuencia de la cinta define perfectamente el tono atropellado e hilarante que marca toda la primera mitad de la película.

2 comentarios sobre “Mis escenas favoritas: Los viajes de Sullivan (Sullivan’s Travels, Preston Sturges, 1941)

  1. Fíjate que en los años 30 era todavía demasiado pronto para que el cine sintiese nostalgia de sí mismo. Durante los años 40 hubo solo una película que dijese algo interesante sobre Hollywood. Se trató de «Los viajes de Sullivan», en la que un cineasta intelectual que considera tener una cierta responsabilidad social, se lanza a intentar descubrir la «vida real» de incógnito. Gracias a la espléndida dirección de Sturges, y a la presencia de la siempre deliciosa Veronica Lake y el eficaz Joel McCrea, la película conseguía exponer sus originales puntos de vista con elegancia y sentido del humor.

    Tengo un relato que trata sobre los últimos y tristes años de Preston Sturges que mal vivía en el hotel Algonquin a base de limosna de algunos amigos y completamente olvidado. Es una historia que me gusta mucho también por lo que representó ese hotel. Ahora, el viejo Clint con 92 años tiene todo tipo de privilegios y encima fue alcalde y millonario. Si Clint fuera ahora a ese hotel lo cerrarían solo para él y su gallo.

    Abrazos mil.

    1. Jajajaja, veo que te ha dado fuerte con el gallo de Clint… La película de Sturges es una delicia. A mí me gusta más la parte más screwball del principio que la conclusión, que me parece algo precipitada. Hay escenas más creativas y más espacio para diálogos disparatados y secuencias más elaboradas. Pero es magnífica, realmente gratificante, más en un tiempo en que el cine anda tan justito de ingenio. Y supone, como apuntas, un cambio de mentalidad, al menos para parte de la gente que hacía las películas, tratar el cine como algo trascendente. No mucho antes se vendían las películas usadas como combustible.

      Abrazos

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