
Nueva entrega de la sección de cine en el programa La Torre de Babel, de Aragón Radio, la radio pública de Aragón, en este caso dedicada a películas en las que el atletismo, profesional, amateur o producto de la necesidad, tienen una importancia capital en el argumento: Carros de fuego, Gallipoli, La soledad del corredor de fondo, Marathon Man, Corre, Lola, corre…

Jajaja. Así que no te gusta la gente que corre demasiado. A mí tampoco, como tampoco me gusta el deporte, los juegos olímpicos, la superación a través de un chándal y pestazo a sudor, la competición, las metas y los músculos. No existen buenas películas donde se ensalza el espíritu deportivo a excepción del boxeo que tiene de todo menos deporte, es decir, no lo soporto y en cambio en el cine lo adoro. No he visto nunca un partido de fútbol a excepción de “Evasión o victoria”. Creo que lo mejor que se haya hecho jamás sobre este berenjenal creado por los griegos fueron Mack Sennett, el slapstick, los Keystone Kops, Buster Keaton y para de contar. Luego, desgraciadamente, vino la gran directora Leni Riefenstahl de cuyos brillantes documentales para Hitler demostraron a todo el mundo el impresionante poder de la Alemania nazi. Estos documentales de cuya técnica sirvieron después para ensañar a muchos directores a filmar situaciones semejantes pero enmascaradas de épica. La Leni llega hasta Peter Jackson en su trilogía de “El señor de los anillos” y esas cosas tan aburridas que hace Ridley Scott.
Hoy se confunde ritmo con velocidad que es lo mismo que decir velocidad con el tocino. En el cine lo que se llama “camera car” se lleva empleando desde hace muchísimos años de una manera muy cenutria, amigo Alfredo. Pongamos un ejemplo: un caballo en una pista de carreras. El corcel corre que se las pela y la cámara lo filma a la misma velocidad y el efecto es que el pobre jamelgo parece que está en una cinta de correr. Pues esto es lo mismo con todo lo que corre en el cine, es decir, delante de una cámara. Un atleta que corre sudoroso, a punto de darle un infarto y vomitar todos sus órganos es filmado a su lado a la misma velocidad y no nos transmite el esfuerzo porque tenemos la sensación de que está en una cinta de correr en el comedor de su casa. Esto ya lo criticó Jean Cocteau y Robert Bresson, este último dijo en su admirable “Notas sobre el cinematógrafo”: “Películas lentas en las que todo el mundo corre y gesticula; películas rápidas en las que apenas hay movimiento.”
Quisiera decir una cosa de “Marathon Man”. Si la vuelves a ver fíjate bien en lo que te voy a decir. El que mejor corre en esta estupenda película es William Devane. Cuando sale tras Dustin Hoffman, el tipo lleva un traje y zapatos. Hay un momento que se pone a bufar unas cuantas veces y eso da mucho miedo, porque sabes que lo va a dar todo para atrapar a un tipo que está mejor entrenando que él para correr por mucho que Dustin vaya descalzo. Devane es un actor que aquí demostró saber correr mucho más que el pesado de Tom Cruise en todas las partes de “Misión imposible”.
Ahora te mencionaré mis películas favoritas de atletismo y otras correrías.
“La mudanza” o “Cops” (1922), de Buster Keaton. Aquí se produce la mayor persecución de policías de toda la Historia del Cine. Buster se aferra a la trasera de un camión y su cuerpo vuela como si fuera un dibujo animado. Anda, búscame a un atleta que pueda hacer eso.
“Las siete ocasiones” (1925). Porque Keaton nos está diciendo que está más que justificado que tenga que correr de esa manera. Cientos de novias (incluidos tipos vestidos de novia) quieren casarse con él. ¿Quién no correría así?
“El rey de los cowboys” (1925). Jamás he llegado a reírme tanto en mi vida, sobre todo con aquella escena donde Keaton disfrazado de demonio corre como un demonio perseguido por toros y policías. Hay un momento donde los policías se ponen de su parte por el miedo a los toros y se dan la mano, bueno, a él, la cola. Ya te digo, Buster Keaton fue el mejor atleta de todos los tiempos y si no te lo crees vamos ahora con “El colegial” (1927). Qué tío, joder. Apático y debilucho. Todo el mundo se ríe de él porque en el mundo que vivimos tienes que ser sano, guapo y atlético, en fin, estar en forma. El final de esta obra maestra, no el personaje, sino Keaton, demuestra que es un fenómeno en todas las categorías. Lo consigue todo, incluso a la chica. Luego vemos sus tumbas. Sí Alfredo, sí, en los cementerios también hay gente saludable. ¿Te imaginas a la Leni Riefenstahl filmándolo en la olimpiada alemana a él solo? Estoy convencido de que Keaton, después de ser el mejor en todas las categorías consigue que no se produzca la Segunda Guerra Mundial. Anda, búscame tú un atleta así. ¿Carros de fuego? ¡Venga ya!
Estaría bien poder mencionar las películas que terminan con alguien corriendo. Los 400 golpes, El expreso de medianoche, La familia bien, gracias…
Perdón por la extensión del comentario, amigo. Es lunes y no sé qué hacer con mi vida. Y como dijo Alan Wats: “Como no vamos a ninguna parte no hay prisa por llegar.”
Abrazos mil.
Pues no, no me gustan. Y además, correr siempre ha sido cosa de cobardes.
Buster Keaton siempre ha sido mi corredor favorito del cine, a veces uno no da crédito del despliegue físico que, no solo corriendo, emplea en sus películas. Tú has citado tus secuencias favoritas de carreras y yo te voy a citar el peor uso de eso del «camera car» que has citado, bueno, no exactamente, más bien de la concepción de la carrera y la persecución de una película, y de la película en sí: me refiero, claro, a «Vivir y morir en Los Ángeles» (William Friedkin, 1985), no del todo desdeñable y con algunos aciertos, pero que la caga totalmente en la cosa esa de correr. La película insiste en presentarnos a William Petersen como un guaperas ochentero, hortera y chachiguay al estilo de los de Miami Vice, con su barbita de dos días, sus vaqueros apretados y sus botas de vaquero, un chuletilla de discoteca convertido en policía de incógnito que va de ocurrente y de ídolo de quinceañeras, poniendo caritas y morritos. Claro, a Petersen le cabe un camión entre las piernas, que además tiene arqueadas como si hubiera jugado al fútbol toda su vida. Lo ves caminar y parece un arco románico. Pues bien, este personaje, que lleva esos vaqueros tan ajustados que parece que en cualquier momento se le van a romper por la raja del culo y esas botas de vaquero urbano (con alzas, claro, porque Petersen además es bajito), pues eso, que en las secuencias en las que el guion dice que va a tener que correr porque va a salir a toda mecha tras un sospechoso, resulta que previamente, como adivinándolo el personaje, ya no viste apretado y como para portada de la Superpop, sino con pantalones anchos y zapatillas deportivas. El tío ya se viste por la mañana según el guion indica lo que va a pasar. No me digas que no está a la altura del surrealismo atlético de Keaton…
El cine y el deporte, en general, no se llevan muy bien. Solo el boxeo, como bien dices, con títulos míticos, y parcialmente, cada uno con sus matices, el tenis (más como ambiente y entorno que como deporte en sí, aunque algunos ejemplos hay también) y el ciclismo (con unos pocos títulos), dan el pego en la pantalla.
Abrazos
Tienes toda la razón, amigo Alfredo, son unos cobardes. Nadie corre en las películas de Ford, Hawks y Peckinpah, por ejemplo. ¿Te imaginas a Gary Cooper salir por patas en “Solo ante el peligro”?
El deporte es la cosa más aburrida de ver. Incluso tengo mis dudas con el deportista de turno si se divierte o no cuando está echando el bofe. Es extraordinario ver cómo las grandes historias se quitan de encima el deporte cuando los personajes se dedican a eso. Se dice siempre que el deporte más violento es el boxeo, pero no lo tengo muy claro. Los más violentos son el tenis y el golf. Pongamos un poco de orden a todo esto. Hemos visto en el boxeo a gente tan boba y sensible como Toro Moreno (Mike Lane) en “Más dura será la caída” y al tierno, encantador e inocente Boom Boom Jackson (Ron Rich) como jugador de fútbol americano en “En bandeja de plata”. Sin embargo, en el tenis hemos conocido (en la vida real) a McEnroe destrozar raquetas contra el suelo por perder. Un tipo bastante violento. También hemos conocido a ese tipo que no quiso vacunarse produciendo un conflicto internacional. En el cine tenemos a Bruno (Robert Walker) y Farley (Guy Haimes) en “Extraños en un tren”. Por cierto, me parece que el mago del suspense nunca hizo deporte. Házmelo saber si lo sabes, amigo mío. Y a Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) en “Match Point”. Dos películas truculentas. En el golf hemos visto cientos de veces a siniestros mafiosos urdir crímenes la mar de sangrientos embutidos en pantalones bombachos con los bajos recogidos por calcetines de rombos y zapatones la mar de ridículos. Ahí tenemos al maravilloso Robert Shaw como Doyle Lonnegan en “El golpe”. Incluso da miedo cuando hace trampas en el póker.
Se podría escribir todo un libro sobre el tema, saltando de un deporte a otro para tratar de comprender cuál es el más violento y el que conlleva más riesgo. Qué da más miedo; que te entreviste un gánster mientras juega al golf o ver a Adrien Brody toreando. Qué da más risa, ver a Stallone haciendo de portero de fútbol o ver al maravilloso y grandísimo Snitz Edwards haciendo de mánager en “El boxeador” de Buster Keaton?
Más abrazos miles.
PD: Me gusta el título de este post: «Cine para correr». Ahora falta el de «Cine para salir corriendo».
Lo cierto es que el otro día hice recuento sobre las relaciones entre cine y tenis y me salieron montones de referentes, no todos tan truculentos o violentos, pero casi siempre más relacionados con la vida social de la aristocracia y el lujo que por el deporte en sí mismo, excepto alguna que otra película reciente centrada en el tema. Particularmente, soy más del hockey hielo de «El castañazo», una pequeña maravilla que me pongo de vez en cuando, en especial cuando estoy harto de todo. Nada como ver a unos tipos con gafas de pasta zurrar a unos cuantos subnormales para reconciliarse con la vida.
El boxeo es otra cosa. Concita en la pantalla todo lo que parece faltarle fuera. Es, creo, el único deporte que gana al tratarlo en la ficción (además del hockey hielo). Personalmente, creo que el deporte que da más miedo es el planchado extremo. ¿Que no existe? Tú busca por ahí, busca…
Abrazos
Por cierto, he encontrado testimonio gráfico de Hitch, gran aficionado al tenis, practicando este deporte. Te lo haré llegar por otros medios…
¡El castañazo! Paul Newman como entrenador de hockey rudo y mal hablado. Además está dirigida por George Roy Hill el tipo de “Dos hombres y un destino” y “El golpe”, que ya no son solo dos estupendas películas sino hoy convertidas en pura magia. Verlas ahora te reanima. Y si nos ponemos sobre patines tenemos la futurista “Rollerball” de Norman Jewison. La vi en el cine de adolescente y no la he vuelto a ver pero recuerdo que me impresionó mucho. Sin embargo, sigo disfrutando del partido de rugby en “Plumas de caballo”.
Como sigamos así este post se va a convertir en el rincón de las crónicas deportivas, en el antiMarca, en el antiCarrusel deportivo, en el antiJugones.
Abrazos mil.
PD: Precisamente cuando me ha llegado tu correo estaba desayunando. Cuando he visto la imagen tenía la tostada gaznate abajo y se ha quedado atascada. Es lo que digo; el viejo Hitch siempre me sorprende. Creo saber todo sobre él y mira ahora con lo que me encuentro. Al principio creí que se trataba de un número de circo (por la ropa). ¡Qué ropa, tío! ¡Con esos pantalones de saltimbanqui! ¡Qué sandalias! ¡Y como coge la raqueta! Cuando he visto el pelo, la sonrisa y el bigote, he creído ver a Chaplin, también inglés. Ya no te pregunto (a modo de guasa) si Hitch patinaba o iba en parapente, porque seguro que encuentras algo; o de trapecista… o de equilibrista caminando por la cuerda floja con un vestidito de ballet y un paraguas infantil de niña…
«Rollerball», menos, bastante menos. ¿Y qué me dices de «Xanadú»? También hay patines… En cuanto a fútbol americano, me quedo con «Rompehuesos».
Querido Paco, ha sido un hallazgo puramente casual. Un auténtico azar de la fortuna haber encontrado justo la foto, por pura casualidad, nada más hablar sobre si Hitchcock habría sudado alguna vez por hacer deporte. Las leyes no escritas del azar y la ironía del tiempo y del espacio. Pero ojo, porque fotos curiosas de Hitchcock hay a montones. Trapecista, no creo, pero caracterizado de mil maneras y emulando mil profesiones hay unas cuantas…
Abrazos