Diálogos de celuloide: La gran belleza (La grande bellezza, Paolo Sorrentino, 2013)

La Gran Belleza

– Bien, veo que no me rebatís más.

– Estaba bebiendo.

– No te rebatimos porque te queremos. No queremos dejarte en ridículo. Pero todo este orgullo, esta ostentación de tu «yo, yo», esos juicios cortados con hacha esconden fragilidad y disgusto. Esconden mentiras. Nosotros te conocemos, te queremos. Conocemos también nuestras mentiras, pero por eso, a diferencia de ti, hablamos de cosas banales, de tonterías y de inmundicias. No tenemos intención de medirnos con nuestra mezquindad.

– ¿Pero de qué mentiras hablas? Todo lo que he dicho es verdad. Es como es, en lo que creo.

– Por favor, soy un caballero, no destruyas mi única certeza.

– No, no. Ahora me dices cuáles son mis mentiras y mis fragilidades. Soy una mujer con pelotas. Vamos, habla.

– Ante una mujer de pelotas cedería cualquier caballero. Stefania, tú lo has querido. En orden aleatorio: tu vocación civil en la Universidad no la recuerda nadie, sin embargo muchos recuerdan otra vocación, una vocación que se consumía en los baños de la Universidad. Escribiste la historia del Partido porque eras amante del líder y tus 11 novelas publicadas por una pequeña editorial suscrita al Partido, analizadas en pequeños periódicos cercanos al Partido, son novelas irrelevantes, lo dice todo el mundo, eso no quita que mi novelita juvenil fuera irrelevante, tienes razón. Tu historia con Eusebio… ¿Cuál? Eusebio está enamorado de Giordano, lo sabe todo el mundo, hace años que comen en Arnalda, en el Panteón, bajo el perchero como dos enamorados bajo un roble, todos lo saben pero fingen como si no. La educación de tus hijos que llevas minuto a minuto: trabajas toda la semana en la televisión, sales todas las noches, incluso los lunes, cuando no salen ni los camellos a vender droga. No estás con tus hijos ni en las largas vacaciones que te concedes. Además precisando, tienes un mayordomo, un camarero, un cocinero, un chófer que lleva a los niños al colegio y tres niñeras. ¿Cómo y cuándo se manifiesta tu sacrificio? Estas son tus mentiras y tu fragilidad. Stefania, madre y mujer, tienes 53 años y una vida devastada, como todos nosotros. Así que en lugar de darnos clases de ética y mirarnos con antipatía, deberías mirarnos con afecto. Estamos todos al borde de la desesperación, no tenemos más remedio que mirarnos a la cara, hacernos compañía y tomarnos el pelo. ¿O no?

(guion de Umberto Contarello y Paolo Sorrentino)

8 comentarios sobre “Diálogos de celuloide: La gran belleza (La grande bellezza, Paolo Sorrentino, 2013)

  1. Jo, qué devastador retrato de esa clase social burguesa, pero de la decadente; heredera del trabajo y esfuerzos de sus padres quizá, o tal vez a la que llegaron por un esfuerzo inicial en la universidad o incluso medrando desde abajo en el mundo de la empresa; en todo caso, una situación actual en que el dinero a espuertas los ha encanallado y envilecido. Estoy hablando de los «amigos» de la estrella ésa de la tele que, al menos, puede tener la ilusión de que se esfuerza y trabaja en algo creativo que justifique su status…

    1. ¿Has visto la película? Me parece que no. ¿Te refieres a la película en su conjunto o a esta secuencia en particular? Porque lo que la película refleja críticamente es justamente a la burguesía ociosa que ha heredado su posición y que, sin embargo, escenifica el espejismo del mérito propio, de haberse hecho a sí mismos, al tiempo que malviven en su vacío existencial producto de su impostura y de la comprensión íntima de que no engañan a nadie. El hastío, la vergüenza, el aburrimiento… En realidad, es un punto de partida bastante poco original, que Sorrentino toma literalmente y sin aportar nada nuevo de «La dolce vita» de Federico Fellini (1960), lo mismo que el entorno de decadencia general y la estética de la película provienen de otras obras de Fellini, como Satyricon (1969) y Roma (1972). Coge ideas de las películas de otro, las reboza en una cámara digital que no para de moverse, y listo.

      Esta secuencia en particular pone el foco en una de las amigas que va de mujer hecha a sí misma desde el compromiso político comunista. Mujer, madre, trabajadora, intelectual… Distintas etiquetas que se coloca ella misma en busca de reconocimiento público, pero que una por una son falsas, tanto como ella y como los amigos que la rodean. Es la secuencia más brillante de una película sobrevaloradísima.

      1. ¡Qué va; no la he visto, no… Sólo me refería a lo que me sugería el diálogo.
        Bueno, ya se sabe que los ticks del «aburguesamiento» decadente, del que una vez instalado vive de las rentas y del trabajo de otros, se dan en todos lados; especialmente entre quienes han vivido de la política que critica la burguesía predicando la justicia universal y que, hipócritamente, no dan un palo al agua y explotan y parasitan al pueblo haciéndose pasar por comunistas.

  2. Hombre, que la perfección no existe. Otros reconocen sus limitaciones para alcanzar el ideal pero intentan ser consecuentes con la bonita y hoy demonizada palabra «comunismo», aunque se queden en «filocomunistas» por ser imposible ser un verdadero comunista.

    1. La palabra «comunismo» no necesita ser demonizada, ni hace falta que lo haga alguien «hoy». Es un sistema totalitario que se descalifica él solo, y cuyos crímenes contra la Humanidad son comparables a los cometidos por los nazis. Un sistema, que en setenta años de dictadura, por ejemplo, sembró lo que está ocurriendo hoy en Ucrania. En nombre, no se sabe muy bien de qué pensamiento «happy-flower», sin embargo hoy todavía hay un número representativo de individuos que adornan la ideología comunista de no se sabe muy bien qué altos ideales y qué bellos propósitos (como cristianos de primera hora, vaya) que no pasan de ser bonitas utopías escritas en sus biblias particulares, y la rebozan en un supuesto prestigio cultural que sus hechos y sus crímenes desmienten en cuanto el comunismo toca poder. Y esto es así.

  3. ¡Ahivá!… ¿También el anarcocomunismo? Yo no creo que sea tan «así»… Todas ideas se tergiversan y si no, mira como el Liberalismo termina negando sus principios y negando la posibilidad práctica del pequeño propietario en cualquier actividad económica (granjas, fábricas, talleres textiles…).
    En cuanto a Ucrania…supongo yo que el tema es anterior a la URSS y que se trata de mero imperialismo económico por el cual el zarismo o esa corriente económica que no sé si puede tildarse de «fascista» en cuanto a la relación entre empresarios y poder que se da en la Rusia y China actuales, siempre intentarán mantener su red de países satélites y consumidores de sus productos y donde ejercer su influencia. Ya no tiene ni excusa ideológica esa invasión más allá de la nacionalista si no se quiere reconocer la económica.
    Y por otro lado, si algo ha de hacerse para salvar el planeta con esta superpoblación creciente, la solución pasará por medidas económicas colectivistas planificadas (comunistas o al menos fascistas) sin excusa, porque el consumismo capitalista necesario para alimentar a tanta gente ávida es otra fantasía utópica que no se puede sostener (a pesar del Mar de Aral o Chernobyl jejeje)

  4. Pero qué dices del anarcocomunismo, si entre anarquistas y comunistas en cuanto han podido no han hecho sino matarse entre ellos… ¿Es no te acuerdas del frente de Aragón en la guerra civil o en la depuración del POUM? Y de la URSS mejor no hablamos, que allí era asomar un anarquista y mandarlo a Siberia…

    Realmente es fascinante, por infantiloide, esa manera de argumentar. Como el liberalismo es injusto y no ofrece soluciones, los crímenes del comunismo, au injusticia y su imposibilidad para dar soluciones quedan absueltos de toda culpa. Y lo de Ucrania es culpa de los zares, claro, la URSS y la hambruna a la que Stalin sometió a Ucrania, dejando a la gente morirse literalmente de hambre en las calles, no tienen nada que ver. Oye, que el comunismo es un paraíso feliz e infalible, y que si morían decenas de miles de personas en las cárceles, si la gente huía en busca de libertad y de condiciones de vida digas, es culpa de los bancos, de los liberales y de los zares, que no dejan otro remedio a los comunistas que ser asesinos y carceleros allí donde gobiernan y han gobernado. Los nazis usaban y usan los mismos argumentos para justificarse. Háztelo mirar.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.