Yeha Noha, tema principal del disco Sacred Spirit, comercial maniobra musical consistente en ponerle base electrónica a supuestos cánticos indígenas norteamericanos, cierra esta extravagente cinta española del pasado año (coproducida con Francia y Turquía) en la que convergen dos líneas argumentales: la desaparición de una niña y la muerte de Julio, el responsable de una asociación de aficionados a la ufología de Elche; José Manuel, tío de la niña y miembro destacado de la asociación, debe continuar en solitario con el proyecto que había iniciado con Julio y que está relacionado con un secreto cósmico de importancia trascendental para el devenir de la Humanidad.
Entre el realismo y el kitsch, entre el humor con retranca, el hieratismo naturalista amateur y el disparate carpetovetónico, la película constituye una rareza, mucho menos osada, irreverente e innovadora de lo que pretende aparentar, pero en todo caso diferenciada del habitual cine comercial español víctima de las televisiones y, por eso mismo, refrescante y pertinente.
El maquinismo en la música ochentero y noventero, cuando todo el Pop conocido (y también éste folclore, supuesto real, pasó por su reconversión electrónica…Buff, a mí me parecía una falta de respeto a los originales y un «arte» de vividores sin escrúpulos.
Pero, por otro lado, me fascinaban cosas como ésta o las canciones de Enya que parecía que te llevaban a un mundo mágico e irreal. (¡Ah, aquélla primera canción conocida de Enya amenizando la emisión a cámara lenta de los encierros de San Fermín en julio de 1989…! ¡qué cosa tan exótica parece hoy en día y cómo me gustó jajaja
Los ochenta, en general, son un horror.