Música para una banda sonora vital: Buscando a Susan desesperadamente (Desperately Seeking Susan, Susan Seidelman, 1985)

El éxito de personajes como Madonna solo puede explicarse en los años ochenta. Esta película de Susan Seidelman la tiene como principal reclamo en su combinación de comedia de enredo según el patrón tradicional de los años treinta y exaltación de la horterada propia de su década. No obstante, la película resulta agradable en su conjunto, aunque carece de una conveniente mayor agudeza y acidez, la trama de confusión de identidades y sus complicaciones derivadas está hilada con ingenio y Rosanna Arquette se come la cámara en cada aparición. Además de las protagonistas principales, destacan los secundarios Aidan Quinn, Will Patton, Robert Joy y Mark Blum (recientemente fallecido a causa del COVID-19), y las apariciones de Victor Argo, John Turturro y Giancarlo Esposito.

La película cuenta con el acierto añadido de no convertirse en un musical de Madonna que acogote al espectador, reduciéndose su participación a un solo tema, Into the Groove.

Mis escenas favoritas: Sin perdón (Unforgiven, Clint Eastwood, 1992)

Bob «el inglés», interpretado por Richard Harris, es una de las más seductoras presencias de este gran western de Clint Eastwood. Con apenas unos minutos en pantalla, el personaje llena el espacio y domina el encuadre con un carisma difícilmente igualable.

Mis escenas favoritas – Sin perdón

En 1992 Clint Eastwood filma de nuevo la muerte del western, tras Centauros del desierto (John Ford, 1956), El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962), Grupo salvaje (Sam Peckinpah, 1969) y Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969). Eastwood se despide por todo lo alto del anónimo «héroe» del poncho y el purito como hará década y media después en Gran Torino, cuando dedique un adiós apoteósico a los Harry Callahan que en el mundo han sido.

La encarnación del diablo surgida del recuerdo de Leone se gana un final más inquietante y tormentoso: se pierde en la noche, se desvanece entre las sombras tras emitir su última amenaza, su maldición de terror y muerte, siempre con la sombra, el temor de su regreso rondando los labios sellados de los testigos de su último tributo de fuego y sangre. Muchos años después, «El Rubio» ya tiene nombre: William Munny. Se han rodado más westerns, pero no han logrado borrar la huella del fantasma de William Munny, su silueta a caballo al fondo de la calle en un día de lluvia torrencial.

A mayor gloria de quienes lo hicieron posible mucho tiempo atrás. Como figura en los créditos del film: A Don. A Sergio.