Mis escenas favoritas: Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, Jonathan Dayton y Valerie Faris , 2006)

Cuando ves que a esto lo llaman cine independiente te entra la risa floja. La mayor parte del llamado cine independiente con recorrido comercial responde a una etiqueta, asímismo, puramente comercial, que alude más bien únicamente a mecanismos de financiación relativamente diferentes a los de las grandes producciones (a través, normalmente, de filiales de los estudios y distribuidoras que hacen el caldo gordo en esas mismas grandes producciones). Lo más preocupante, en cambio, es que bajo esa etiqueta de supuesta independencia, que publicitariamente quiere ligarse a cierta novedad, libertad o incluso irreverencia en los contenidos, no suele haber otra cosa que un discurso conservador y políticamente correcto disfrazado de humor más o menos atinado y sentimentalismo del barato.

Así ocurre con esta, no obstante, celebrada película de 2006, que tiene este Superfreak de Rick James como momento culminante. La idea de cachondearse de los concursos de belleza (más si son infantiles), con todo, es muy pertinente.

Vuelve el ciclo Libros Filmados con No es país para viejos (No country for old men, Joel & Ethan Coen, 2007)

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Este es el careto que se le ha quedado a Javier Bardem cuando se ha enterado de que por fin vuelve el ciclo Libros Filmados, organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores con la colaboración de Fnac Zaragoza-Plaza de España. Como siempre, se os espera (o no).

IV CICLO LIBROS FILMADOS

Asociación Aragonesa de Escritores – Fnac Zaragoza

5ª sesión del año 2013: No es país para viejos (No country for old men, Joel & Ethan Coen, 2007)

Martes, 5 de noviembre:

18 horas: proyección

20 horas: coloquio

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La tienda de los horrores – A Wong Foo, gracias por todo (Julie Newmar)

Cabría preguntarse por qué cuando al cine americano le da por, según ellos, «adaptar» grandes éxitos internacionales a las «particularidades» de su público, siempre opta por hacerlo descargando a excelentes películas de sus mayores logros narrativos e interpretativos y reduciéndolas a meros clichés sentimentaloides, a pastiches sensibleros para esclavos de las taquillas o de eso llamado «entretenimiento». Hay decenas, cientos de ejemplos (desde Tres solteros y un biberón a Deliciosa Martha, por citar dos grandes éxitos europeos relativamente recientes muy venidos a menos en sus adaptaciones yanquis) de grandes éxitos a nivel mundial procedentes de cinematografías distintas a la norteamericana que, reconvertidas en productos made in Hollywood, fueron banalizadas, plastificadas, estupidizadas y puestas en el mercado para horror de quienes alguna vez se sintieron conmovidos, emocionados o seducidos por las cintas originales. En 1995 le tocó a la simpática comedia australiana Las aventuras de Priscilla, reina del desierto, pasar por la batidora-piqueta y volver a la luz convertida en esta cosa llamada A Wong Foo, gracias por todo (Julie Newmar), rodada por Beeban Kidron, autor de filmes olvidables cuyo mayor éxito es Bridget Jones: sobreviviré, lo cual explica todo, constituye un testimonio vivo de sus nulas cualidades como director.

Este plagio apenas disimulado está igualmente confeccionado bajo la forma de road movie, y cuenta las peripecias de tres drag queens (el malogrado Patrick Swayze, el machorro Wesley Snipes y el frágil John Leguizamo, el único que consigue dotar a su personaje de una dimensión humana que permita ver al espectador algo más que un recipiente de testosterona travestido) que realizan un largo viaje en automóvil a través de Estados Unidos para asistir a un certamen de reinonas. Pero claro, el coche las deja tiradas en medio de ninguna parte y van a parar a un pueblucho de mala muerte en el que los lugareños viven plácidamente en una atmósfera palurda, conservadora, religiosa y represiva, que la aparición de las tres recién llegadas va a transformar para siempre, sacando a la luz la verdadera naturaleza alegre, despreocupada y feliz que sus habitantes llevan dentro… Snif, snif.

Kidron, que da para lo que da, echa por el sumidero todo lo que de especial tenía la cinta australiana, Continuar leyendo «La tienda de los horrores – A Wong Foo, gracias por todo (Julie Newmar)»

Música para una banda sonora vital – Pequeña Miss Sunshine

Cuando uno era jovenzano estaba de moda la música de un fulano con bombachos y gafas que con una canción llamada U can’t touch this copaba las listas de éxitos del mercachifleo musical. Como es obvio, aclamado como precursor del rap y el hip-hop, el tipo en cuestión fue olvidado como siempre en estos casos justo al cuarto de hora de su éxito. Perplejo se quedó quien escribe cuando, todavía de joven y para más inri, en una de las millonésimas reposiciones de El equipo A que emitía (y sigue emitiendo) cierto canal televisivo español con cierta inclinación a lo cutre, descubrió este tema del ya fallecido (pero no creemos que por eso) Rick James, Super Freak, todo un homenaje a sí mismo (mucho ojito, que aunque el meloncio éste gaste semejante pinta en la foto, en sus inicios compartió grupo con todo un Neil Young), en un capítulo que contaba con el intérprete en un pequeño papel. Luego resultó evidente que M. C. Hammer había destrozado la (ya de por sí triste) canción de James para «rapear» (en esa asquerosa moda consistente en tomar una melodía de éxito y devaluarla poniéndole chumba chumbas varios, costumbre convertida en habitual ya y a la que se ha consagrado lo más vomitivo del espectro musical mundial, empezando por ese engendro llamado Madonna), despojándola, eso sí, de la guasa con que se la tomaba el autor original.

Avispados, los responsables de Pequeña Miss Sunshine, esa joya de la comedia dramática dirigida por Jonathan Dayton y Valerie Faris en 2006 recuperaron la versión original para la escena final, el número musical de la pequeña Olive (Abigail Breslin) en el certamen de belleza infantil con cuyo despliegue coreográfico ensayado durante horas en compañía de su abuelo, habitual de los bares de strip-tease, la niña escandaliza a la concurrencia y defeca virtualmente sobre semejante bochorno de concurso (lo cual es extensible a los de la misma especie protagonizados por mayores de edad).