En estos tiempos de persecución inquisitorial, recuperamos uno de los más hilarantes momentos de esta magnífica comedia-homenaje bergmaniana de Woody Allen, todo un tributo a Fresas salvajes (Smultronstället, Ingmar Bergman, 1957) justo en el año en que se cumplía su 40º aniversario.
Etiqueta: Caroline Aaron
Mis escenas favoritas – Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, Woody Allen, 1997)
El viejo Woody Allen, ácido y corrosivo como nunca en este magnífico descenso a los infiernos, en cuyo sector español, a poco que la distribución por plantas fuera la misma, debería haber superpoblación.
Mis escenas favoritas – Desmontando a Harry
Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, Woody Allen, 1997), nos ofrece de manera muy ejemplarizante y didáctica un curso acelerado de algo parecido a la terapia de choque…
CineCuentos – Delitos y faldas
ESCENA 39. Interior de un restaurante italiano de Manhattan. Noche.
Larry, columnista de una revista local de no demasiada difusión, se ha citado para cenar con su amigo Walter, un pintor de cierto renombre en la ciudad. Larry ha llegado un poco antes de la cita y se entretiene pellizcando el pan, comiendo aceitunas y dando sorbos a un insípido lambrusco que le han servido mientras espera. Se queda paralizado cuando, a través del ventanal que da a la calle, ve a Walter acercarse al restaurante acompañado de una rubia alta y muy sensual a la que no ha visto jamás. La mira de arriba abajo y se atraganta con el hueso de una aceituna. Bebe sorbitos de lambrusco y come miga de pan visiblemente nervioso hasta que Walter y la mujer llegan junto a él.
LARRY [notablemente azorado]: Oh, qué sorpresa, vienes acompañado…
WALTER: Larry, te presento a Ingrid. Ingrid; mi amigo Larry. No es gran cosa, pero es lo que hay…
INGRID: Encantada, Larry.
LARRY: Y yo más, Ingrid. Gracias Walter, eres muy amable. Recuérdame que te contrate como asesor de imagen cuando me presente a la presidencia. Ingrid, no te creas que soy así; es más bien una obra benéfica: me empeño en tener este aspecto para que este cretino siga creyéndose que es guapo.
Tras saludarse, Ingrid se disculpa y se encamina hacia el excusado. Walter se deja caer en la silla, devora las últimas aceitunas del platito de Larry y apura la botella de lambrusco en su copa. Larry se sienta frente a él, todavía más agitado.
LARRY: ¿Qué es esto, Walter? ¿Quién es ésa? ¿De qué mercadillo de esculturales esclavas sexuales la has sacado?
WALTER: Es la bomba: finlandesa, campeona de natación, y no veas cómo se le da la sauna…
LARRY: Sí, ya me imagino dónde cuelgas la toalla. ¿Quieres explicarme qué demonios hace aquí? ¿No habíamos quedado a cenar tú y yo? Tenemos muchas cosas de que hablar. ¿Qué pinta ella aquí? ¿Y Jackie?
WALTER: Tranquilízate. Ha ido al Metropolitan con Susan. Estrenan un nuevo montaje de Shakespeare, una comedia, Mucho ruido y pocas nueces, creo. El protagonista es Leo Fuller y nunca se lo pierde.
LARRY: ¿Al Metropolitan? ¿A dos manzanas de aquí? ¿Y te presentas tan campante agarrado a la cintura de Miss Laponia con tu mujer a quinientos metros escasos? De Mucho ruido y pocas nueces esto puede acabar en La tempestad.
WALTER: Larry, relájate, todo va bien. Ha empezado a las nueve. Podemos cenar tranquilamente y antes de que Pedro de Aragón se dé cuenta de que su hermano le mueve la silla ya nos habremos ido de aquí, tú a tu casa a ver Cantando bajo la lluvia y yo al hotelito de la esquina.
LARRY: Ya, con Lady Godiva a horcajadas sobre ti. Pero, dime una cosa, ¿qué pasa con Jackie? Es estupenda, inteligente, discreta, sensata y sigue siendo muy atractiva. ¿Para qué tienes que liarte con esas mujeres físicamente perfectas?
WALTER: Tú no lo entiendes, Larry. Hace años que la relación más íntima que tienes con una mujer es con la camarera que te sirve el café a la hora del almuerzo. Me inspiran, ¿lo entiendes? Miro sus cuerpos y siento fluir las ideas camino del lienzo.
LARRY: Sí, no hace falta que me digas qué aspecto tienen esas ideas. Pero escucha: si Jackie llegara a sospechar alguna vez algo así la matarías del disgusto. Ella te quiere; si no fuera así no creo que hubiera aguantado contigo más de veinte minutos en esta vida.
WALTER: Larry, no hables como mi abuela. Lo necesito, ¿entiendes? Estoy experimentando, enriqueciendo mi bagaje. Amo a Jackie, la adoro, tú lo sabes, pero a ellas las deseo y, créeme, antes de llegar a ponerlo todo sobre una balanza, contigo pan y cebolla y todo eso, ya estoy con los pantalones abajo. Demonios, ¿has visto lo bien que habla inglés?
LARRY: Walter, en Finlandia todo el mundo sabe inglés. Pero apuesto a que sabe un buen puñado de idiomas más.
WALTER: Bueno, ¿te gusta o no? Si te gusta, tiene una amiga que se le parece mucho.
LARRY: Estupendo, lo que me faltaba, una devoradora de fluidos corporales. Ya sabes que para mí sólo cuenta Laurie. Continuar leyendo «CineCuentos – Delitos y faldas»