Mis escenas favoritas: Las verdes praderas (José Luis Garci, 1979)

Antes de convertirse en personaje caricaturizable y caricaturesco (ahí están sus últimas películas, o sus colaboraciones con los medios de la derechona más rancia de este país), José Luis Garci demostró sobradamente su condición de cineasta de empaque, así como en sus libros, y en los guiones de su primera época sobre todo, ha probado su capacidad como gran escritor. Como ejemplo, este momento de Las verdes praderas en el que, ya en 1979, avanzaba el discurso de derrota, frustración e insatisfacción existencial producto del modelo de vida capitalista en que nos desenvolvemos. Espléndido Alfredo Landa, por cierto.

Köñensonaten: fragmento de Cuentos eróticos (1979)

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Dentro de la irregular, mediocre, aburrida y a ratos estomagante película colectiva Cuentos eróticos, proyecto en el que un puñado de jóvenes (para entonces) directores españoles, presentados por Luis García Berlanga, filman nueve historias que cuentan con el sexo y el erotismo como temática común, destaca la pieza de Fernando Colomo, Köñensonaten, hilarante parodia del cine de Ingmar Bergman, cineasta de culto para aquella generación, que es emulado aquí con mucha sorna por un Colomo que pocas veces antes y después ha rayado a tanta altura en agudeza humorística. Colomo pervierte a la perfección los temas, las estéticas, la realización, los diálogos y las situaciones del gran director sueco para confeccionar un fragmento impagable que es, sin lugar a dudas, lo más rescatable de una película anodina.

Música para una banda sonora vital – Cenizas del paraíso

A veces uno se queda perplejo cuando en una determinada película descubre inesperadamente los acordes o las melodías de canciones en principio imposibles de relacionar con el filme en cuestión. Algo así sucede en este magnífico thriller judicial dirigido por Marcelo Piñeyro en 1997 y protagonizado por Héctor Alterio, Cecilia Roth, Leonardo Sbaraglia y Leticia Brédice, entre otros, cuando en la secuencia de la fiesta de cumpleaños del patriarca de los Makantasis (Héctor Alterio), suena el principio de Bolleré, el tema en el que el sevillano Raimundo Amador regalaba el protagonismo al mohtro, al mehó, a B.B.King. Lo dicho, la última canción que uno espera oír en una película de intriga acerca de un pudiente clan familiar argentino de origen griego en el que sus miembros han ido a la greña por la casquivana novia de uno de ellos.

Música para una banda sonora vital – Caetano Veloso

La versión que del clásico Cucurrucucú paloma hizo el cantante brasileño Caetano Veloso es uno de los platos fuertes de Hable con ella (2002), el filme gracias al cual Pedro Almodóvar obtuvo el premio Oscar al mejor guión a pesar de la endeblez del mismo. El momento de la canción resultaba especialmente emotivo por el tema de la película pero también porque entre el público que observaba la interpretación aparecían fugazmente algunas de las actrices de los últimos éxitos, hasta entonces, del director manchego.

Sin embargo, no todo el mundo recuerda que la misma canción era utilizada cinco años antes por Wong Kar-Wai para vestir musicalmente su Happy together, la historia de amor de dos homosexuales que intentan reencontrarse a sí mismos en Buenos Aires.

Diálogos de celuloide – Martín (Hache)

Para mi querido amigo Dante Bertini, camarada de la red, lúcido cronista de la realidad, encarnación del idilio hispanoargentino de estas últimas décadas, al menos en lo referente al cine.

– MARTÍN (HIJO): ¿No lo extrañás? ¿Nunca te dieron ganas de volver?

– MARTÍN (PADRE): Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso es un verso. No se extraña un país, se extraña un barrio en todo caso pero también lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que se cree que pertenece a un país, es un tarado mental. La patria es un invento. ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salceño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Son estadísticas, números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente. Tu país son tus amigos y eso sí se extraña. Pero se pasa.

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– MARTÍN (HIJO): ¿Te gustan más los hombres que las mujeres?

– DANTE: ¿En general dices? ¡No! De qué sexo sean en realidad me da igual, es lo que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar, es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda. Bueno, no es que no me atraigan, claro que me atraen, me encantan, pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve y que vale la pena conocer. Conocer, poseer, admirar. La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes.

Martín (Hache). Adolfo Aristarain (1997).