Música para una banda sonora vital – I wanna be like you

Tema optimista, lleno de vida, de simpatía, de afabilidad, de las cosas que importan, para, desde aquí, mandar una gran mierda virtual -la real, ya les llegará- a todos los que intentan día a día jorobarnos la vida con su pesadez, su estupidez, su incompetencia o su simple presencia: los banqueros, los políticos, los sectarios, los borregos, los fanáticos religiosos, los nacionalistas nazi-onanistas, los analfabetos funcionales pegados a maquinitas de pantallitas y botoncitos, los entrenadores portugueses, los fashion-delanteros portugueses, las agencias de (des)calificación, los que otorgan premios estúpidos, los que acuden a recibirlos, los periodistas propagandistas, los matones de patio de colegio, los palurdos de la caverna mediática, los incultos que confunden prosperidad con hacer dinero, los actores y actrices monigotes, los directores de academia que no leen libros y que por eso nunca serán cineastas, los músicos y cantantes hechos con molde, los cocineros que deconstruyen, los modistos que no modelan, los escritores que copian, los escritores que no saben escribir porque no saben pensar porque no saben leer…

Porque la vida sigue siendo bonita cuando vosotros no estáis, no salís, no os nombran ni os buscan ni os retratan ni hablan de vosotros. Es bonita gracias a gente como tú, que madrugas cada mañana para trabajar o para hacer la cola del paro, que cuidas de tu gente, que no haces daño a nadie, que todavía conoces conceptos como la vergüenza, la piedad, la compasión, el altruismo o el desinterés, que te enamoras y te dan calabazas o que tienes suerte y te retrasan el momento días, semanas, meses o incluso años, que vives por y para los tuyos, que ríes y sueñas con trabajo y pundonor, que construyes, creas, piensas, sientes y anhelas, que miras y sabes ver, que lees y entiendes, que escuchas y disciernes, que disfrutas con tus amigos o en la soledad de tu pensamiento y tu reflexión. Que sigues siendo persona y no consumidor de productos, ideas, modas, películas, videojuegos o panfletos. Para ti, esta canción. Porque, amigo o amiga, I wanna be like you [de El libro de la selva (The jungle book, Wolfgang Reitherman, 1967), lejana -y ligera- adaptación de Rudyard Kipling made in Walt Disney].

A los demás, a los parásitos, a la morralla, como decía el gran Antonio Ozores, que les vayan dando…

Apoteosis del emporio Korda: Rembrandt

Rembrandt

En varios de las comentarios de Alfred Hitchcock en libros y entrevistas queda muy claro cuál era el panorama en la cinematografía británica de los años veinte y primeros años treinta del pasado siglo: la mayor parte del pastel se lo repartían los distintos estudios que, como sucursales de las grandes firmas norteamericanas, abrieron instalaciones en Gran Bretaña atraídas por los menores costes de producción, la gran calidad de los intérpretes británicos, y la facilidad del idioma para crear equipos artísticos y técnicos conjuntos. El resto quedaba en manos de la escasa producción autóctona, concentrada casi al cien por cien en la adaptación a la pantalla de obras universales de la literatura inglesa o bien en el rodaje de dramas historicistas que recogieran episodios bélicos o políticos del pasado. Eso, hasta que Hitchcock llegó y parió la cinematografía británica. Pero hasta entonces, la única excepción al dominio que el cine norteamericano ejercía sobre el británico era el tándem formado por los hermanos Korda, quienes, siguiendo esa misma línea tradicional de la incipiente industria británica, se han hecho un hueco en la historia del cine gracias a sus películas históricas (La vida privada de Enrique VIII) y a sus adaptaciones de clásicos de la literatura inglesa, preferentemente relacionados con la época del imperio (Revuelta en la India, El libro de la selva, Las cuatro plumas).

La cúspide de la colaboración entre Zoltan y Alexander Korda es esta magnífica obra de 1936 sobre el famoso pintor neerlandés, protagonizada por el genial actor británico Charles Laughton, con toda seguridad, uno de los más grandes intérpretes de todos los tiempos. Dirigida por Alexander (en uno de sus escasos trabajos tras la cámara) y producida por Zoltan (cuya filmografía como director es mucho más amplia) dentro de la London Film Productions, la película parte del año 1642, cuando Rembrandt, aclamado como el mejor y más famoso pintor de Europa, se halla en un punto de inflexión en su vida y carrera. En ésta se encuentra ya asqueado, cansado de recibir cumplidos, de pintar por dinero, de atender a los gustos de los burgueses ennoblecidos gracias al comercio de la flota holandesa por todo el mundo. Sintiéndose perdido, se rebela contra su acomodada vida y empieza a pintar acorde con su forma de ver el mundo, y no ya tanto por el encargo de una visión determinada a cambio de un puñado de florines. La presentación en sociedad de La ronda de noche hace que sus mecenas resulten escandalizados: visto que el maestro se ha apartado de los colores y temas habituales y ha ideado una pintura oscura, triste, aparentemente absurda por su falta de tema, se revolucionan todavía más cuando el pintor les explica de viva voz el motivo de su pintura, la hipocresía, la falsedad, la repulsa hacia una clase podrida, hedionda. Continuar leyendo «Apoteosis del emporio Korda: Rembrandt»