Música para una banda sonora vital: Mucho ruido y pocas nueces (Much Ado About Nothing, Kenneth Branagh, 1993)

Sigh No More Ladies es la hermosa canción que de inmediato se asocia a esta excelente adaptación de la comedia amorosa de William Shakespeare, de la época en que Kenneth Branagh emulaba a Laurence Olivier en sus aproximaciones a la obra del dramaturgo inglés, sin duda la mejor etapa de su carrera como actor-director. La historia es conocida: el príncipe don Pedro de Aragón (Denzel Washington) regresa victorioso de una batalla, acompañado de su hermano bastardo Juan (Keanu Reeves), de Benedicto (Kenneth Branagh) y de Claudio (Robert Sean Leonard), un joven florentino que ha sido colmado de honores por el gran valor mostrado en el combate. Para reponerse de los esfuerzos bélicos, son recibidos con gran agasajo por el caballero Leonato, que vive con su hija Hero (Kate Beckinsale) y su sobrina Beatriz (Emma Thompson) en una paradisíaca villa de la campiña siciliana (Mesina), entonces parte de la Corona de Aragón. La música de la película está compuesta por Patrick Doyle.

Mis escenas favoritas: Enrique V (Henry V, Kenneth Branagh, 1989)

El rey Enrique V de Inglaterra (Kenneth Branagh) recuenta los muertos y carga con el cadáver de un joven soldado (Christian Bale) en el campo de batalla de Agincourt (o Azincourt), episodio decisivo de la Guerra de los Cien Años y de la tragedia de William Shakespeare, momento que eclosiona con el tedeum compuesto por Patrick Doyle, Non nobis domine.

Recital interpretativo: Lo que queda del día

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Darlington Hall, 1958. El veterano mayordomo señor Stevens (Anthony Hopkins, en uno de los mejores papeles de su filmografía, si no el mejor, un año después de dar vida al psiquiatra Hannibal Lecter en El silencio de los corderos), sigue el consejo del nuevo dueño de la mansión, un americano recién instalado en Inglaterra (Christopher Reeve), y se toma por primera vez en su dilatada carrera unos días de descanso para visitar a la antigua ama de llaves de la casa, la señorita Kenton (magnífica Emma Thompson). El viaje de costa a costa a través de la campiña inglesa en el viejo auto de su antiguo amo le sirve a Stevens para rememorar los días gloriosos de Darlington Hall y, sobre todo, el periodo inminentemente anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando su cerrado mundo de rígida disciplina e invariable rutina se vio inesperadamente perturbado por los acontecimientos políticos del momento y, por encima de todo, por la irrupción de aquella mujer que le hizo ver que hasta entonces nunca había vivido.

Antes de la guerra, en pleno clima de creciente tensión por el constante pulso que Hitler mantiene con las cancillerías europeas, Lord Darlington (espléndido James Fox en su recreación de hombre iluso, ingenuamente engañado por los juegos de la política y la desfasada creencia en el buen juicio de las clases dirigentes tradicionales y en la diplomacia aristocrática como inmejorable guía para librar al mundo del desastre que se avecinaba) organiza en su mansión una conferencia internacional a la que acuden políticos y aristócratas de varios países para, a través de la discusión y el debate, buscar vías de entendimiento con la Alemania nazi que alejen el fantasma de la guerra, intentando buscar argumentos con los que contrarrestar la propaganda negativa que sobre el Reich se está extendiendo por Inglaterra y el resto del mundo y aceptando como legítimas algunas reivindicaciones alemanas producto del Tratado de Versalles de 1919 a través de las cuales lograr, con una Alemania en pie de igualdad con el resto de potencias mundiales, una paz duradera, definitiva. El número y la categoría de sus ilustres visitantes hace que el servicio deba reforzarse, y Stevens, metódico y calculador profesional, es el encargado de dar el visto bueno a las nuevas incorporaciones. Una, a sugerencia suya, es la de su propio padre, otro veterano mayordomo como él que por razón de su avanzada edad ha perdido su empleo y al que consigue refugiar en tareas secundarias, y otra es la señorita Kenton, una experimentada ama de llaves de referencias excelentes que abandonó su anterior trabajo por motivos personales y que despliega una actividad incansable de manera muy competente.

Este drama costumbrista dirigido por James Ivory, maestro en la recreación de las atmósferas aristocráticas de aire decimonónico (como sucediera en su anterior proyecto, Regreso a Howards End, también con Hopkins y Thompson, posteriormente, con La copa dorada, o también en su gran clásico, Una habitación con vistas), presenta así un cóctel que combina el drama sentimental de corte intimista con la trama política de su contexto espacio-temporal. Continuar leyendo «Recital interpretativo: Lo que queda del día»

Diálogos de celuloide – Los amigos de Peter

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PETER: ¿Cuánto tiempo lleváis casados?

ANDREW: Casi tres años.

PETER: Eso debe ser un récord en Hollywood. ¿No os van a dar una placa o algo así?

ANDREW: A los cinco a mí me regalan un transplante de pelo y a Carol un implante de tetas gratis.

PETER: Así tendrá cuatro…

ANDREW: Una es para su agente…

Peter’s friends. Kenneth Branagh (1992).