Una de las escenas más inspiradas de esta parodia sobre las películas de boxeo que de tanto auge y aceptación volvieron a disfrutar durante los setenta y primeros ochenta, es esta de la báscula. Esta comedia de Mariano Ozores, hoy despreciada por buena parte del público como casi todo el resto de su filmografía, cuenta, sin embargo, con un remake mexicano de 1993.
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Otro cine español fue posible: La hora incógnita
Si pensamos por un momento en los hermanos Ozores, inmediatamente los asociamos con las películas herederas del landismo, Andrés Pajares y Fernando Esteso, el destape, el humor de trazo grueso y mucha caspa hispánica a puñados. Y sin embargo, en 1963, mientras el cine en España era casi un monopolio exclusivo de los modos y maneras franquistas, las comedietas de medio pelo y las películas consagradas al lucimiento del niño prodigio de turno, del cómico de vía estrecha o del patético cantante de moda que tan del gusto son de Televisión Española los sábados por la tarde, Mariano Ozores dirigió una película sobre nada más y nada menos que un futurible holocausto nuclear, tema serio donde los haya, y en tono a mitad de camino entre el drama costumbrista y el thriller catastrofista: La hora incógnita.
Con ecos de La hora final (On the beach, Stanley Kramer, 1959), la historia nos sitúa en una indeterminada ciudad de provincias de la España profunda que está siendo evacuada por las autoridades debido a que un misil perdido, cuyo impacto debía haber tenido lugar en algún punto del Pacífico, se dirige hacia allí a toda velocidad. Como es imposible su neutralización, es preciso trasladar a toda la población al otro lado del área de seguridad marcada por los técnicos pero, por unas razones u otras, una docena de personas se queda en la ciudad: una pareja que acepta el sacrificio a cambio de poder disfrutar unas horas libremente de su amor prohibido, el jefe y la empleada de unos grandes almacenes, un borrachín, una prostituta, un delincuente y el policía que le persigue, un par de marujas que aprovechan para fisgonear en las casas de sus conocidas, un saqueador que pretende hacerse rico a costa de la desgracia general, un anciano que ama a los gatos, un sacerdote… Todos ellos deambulan por la noche de una ciudad patas arriba, trasplantada en apenas unas horas y cuyo destino es su conversión en cenizas y polvo de uranio, e invierten su tiempo en pensar qué han hecho de su vida, buscando respuestas, redención o simplemente que la noche pase rápido.
La película, sin embargo, carece de profundidad. La diversidad y el potencial de temas que abre es apreciable, pero no obstante, su nivel de análisis y de pormenorización resulta tópico, superficial. Continuar leyendo «Otro cine español fue posible: La hora incógnita»
Mis escenas favoritas – Todos al suelo (1981)
Ya dijimos en algún momento que Pajares y Esteso saldrían por aquí, y nosotros con las cosas serias, es decir, con las coñas, no bromeamos ni un pelo del que no tenemos. De las tres películas que Mariano Ozores rodó en 1981 (¡¡¡ tres el mismo año !!!), sin duda Todos al suelo, inmejorable título para resumir aquel año, es sin duda la más lograda, muy por encima de las otras dos, Los chulos y Los liantes (qué gran capacidad la de Ozores para la selección de títulos). Facundo, Aniceto, Pedro y Bernardo intentan salir de la miseria a lo grande, con un atraco en toda regla que les proporcione los millones que van a descansar durante una escala de veinticuatro horas en una sucursal del Banco Mistral.
Uno de los mejores momentos de la película es el inicio del atraco, «poesía» pura. Una prueba más de que la calidad objetiva de una película (no nos vamos a engañar: en este caso, poca, muy poca) no tiene nada que ver con el gusto personal, y que no todo tiene por qué ser comerse la cabeza.