Mis escenas favoritas: Ciudadano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1941)

Vaya por delante que hacer listas de películas, «las mejores de…», como de cualquier otra cosa, le parece a quien escribe una absoluta gilipuertez. Un producto de la actual cultura del ránking, que necesita, al parecer, clasificarlo, categorizarlo, priorizarlo todo, en un absurdo alarde publicitario de esa tontería de nuestro tiempo, mandamiento supremo de la sociedad de consumo, que consiste en convertir en sinónimos los términos «más» y «mejor».

Ciudadano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1941) ha encabezado, y periódicamente vuelve a encabezar de vez en cuando (porque algo intrínseco de esas listas es que estén renovándose continuamente, para multiplicar las posibilidades de negocio y que el rendimiento de los productos nunca se detenga) esas listas de mejores películas de la historia que, en teoría, pretenden seleccionar y lo que hacen en realidad es limitar, ignorar, ocultar. En cualquier caso, la película de Welles merece atención y justo reconocimiento porque la cantidad y la calidad de las cualidades cinematográficas que atesora son impagables, inagotables, ineludibles. Valgan como muestra dos secuencias que prueban que continente, contenido y mensaje forman un todo indivisible cuando hablamos de cine en estado puro, de arte cinematográfico con mayúsculas.

Gregg Toland, maestro del objetivo

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Gregg Toland es el más innovador y creativo director de fotografía del Hollywood clásico y de todo el cine mundial. Estudió ingeniería en electricidad en una escuela técnica. A los 15 años dejó la escuela y se trasladó a Hollywood, donde se empleó primero en las oficinas de un estudio y después, al interesarse por las cámaras, como asistente del director de fotografía George Barnes. Debutó en la dirección en Bulldog Drummond (1929), codirigiendo con Barnes, con quien volvería a trabajar en otros ocho filmes. Cuando realizó su primer largometraje (Palmy days, 1931) sin Barnes, a los 27 años, se convirtió en el director de fotografía más joven de Hollywood.

Excelente profesional y con un interés continuo en la experimentación en técnicas lumínicas y fotográficas, se especializó en el uso de la profundidad de campo, los estudios techados, los claroscuros y los contrastes de estilo expresionista y en filmar en espacios reducidos. En 1939 ganó el Oscar a la mejor fotografía por Cumbres borrascosas, de William Wyler.
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