Mítico tema de Henry Mancini, este Baby Elephant Walk, para esta maravillosa película del maestro Hawks. Obra de personajes, con predominio de sus relaciones por encima de la propia acción, magníficamente rodada, que contiene todos los temas e intereses habituales del universo hawksiano: amistad, camaradería, optimismo, esperanza, aventura… Y humor. Siempre humor.
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Tradición y futuro del western: Río Bravo (Howard Hawks, 1959)
A Howard Hawks y a John Wayne no les había gustado nada Solo ante el peligro (High Noon, Fred Zinnemann, 1952). No sólo por su evidente condición de alegato contra la caza de brujas emprendida por el Comité de Actividades Antiamericanas, una labor inquisitorial con la que ambos no estaban en excesivo desacuerdo; para cineasta y estrella la película de Zinnemann cometía un pecado mayor que el de erigirse en altavoz de la discrepancia, en signo de debilidad, en paños calientes frente a la persecución del comunismo en Estados Unidos en plena Guerra Fría, cuando más contundente e inequívoco había que ser frente al poderoso adversario soviético: la película que protagonizaban Gary Cooper y Grace Kelly contravenía abiertamente las reglas básicas del western y, por extensión, de lo que debía ser el alma de América. Un sheriff no podía ser un «llorón», un tipo errabundo, dubitativo y pusilánime que buscaba, imploraba, suplicaba la ayuda de tenderos, granjeros, camareros y barberos para cumplir con su trabajo, con su obligación de defender la ley y el orden, con el mandato de convertirse en héroe. Se imponía un acto de desagravio, una recuperación de los valores clásicos del Oeste que un director extranjero había vulnerado, además con subrepticias motivaciones políticas. Río Bravo (1959) es, además de la respuesta americana a la película de Zinnemann, un compendio del universo del western, del ya existente y progresivamente agotado y del que estaba por venir. La película, además de abrir la «trilogía» (en cuanto a temática y similitudes de escenario, personajes y situaciones) que completarían El Dorado (1966) y Río Lobo (1970), sería el tercero de los «ríos» dirigidos por Hawks, que incluye, además de los mencionados, Río Rojo (Red River, 1948) (en España son cuatro, si sumamos la traducción de The big sky (1952), titulada por estos lares Río de sangre).
La película es a un tiempo canónica y atípica, pero en cualquier caso magistral. El sheriff John T. Chance (John Wayne) es sin duda un tipo íntegro, un profesional de una pieza cuyo código moral coincide a pies juntillas con la ley que ha jurado defender. Cuando encarcela por asesinato al hermano (Claude Akins) de un poderoso terrateniente (John Russell, futuro villano en algún que otro western de Clint Eastwood), este ocupa el pueblo con sus pistoleros poniendo prácticamente sitio a la oficina del sheriff, que es también la cárcel. Frente a él, Chance sólo puede oponer la ayuda de sus ayudantes, un anciano cojo (Walter Brennan) y un borracho (Dean Martin). Finalmente, cuando los esbirros del villano acaben con su patrón (Ward Bond), a ellos se unirá un muchacho (el cantante Ricky Nelson y su tupé), excelente pistolero con ambas manos, y entre los cuatro deberán hacer frente a los hombres enviados contra ellos. Precisamente aquí está la contestación a la película de Zinnemann: un anciano inválido, un borracho y un muchacho son las únicas personas que en Solo ante el peligro ofrecen su ayuda al sheriff Will Kane que interpreta Gary Cooper.
La película de Hawks expresa su canon cinematográfico a la perfección. El guion de Leigh Brackett y Jules Furthman no se somete a reglas demasiado estrictas más allá de utilizar el esqueleto de planteamiento, nudo y desenlace. Al contrario, anticipa ya la libertad total a este respecto que supondrá Hatari! (1962): coloca a los personajes en una situación límite y se dedica a desarrollar la historia a partir de las maneras en que sus personalidades chocan: la ancianidad, la embriaguez, la inexperiencia y el orgullo, la templanza y la resignación, el amor, el desencanto, la incertidumbre del futuro, la creación de una nación desde la nada. De este modo, la historia está hecha, pero Hawks y compañía todavía introducen dos elementos más: en primer lugar, la chica (Angie Dickinson), para nada el habitual personaje femenino del western (se trata de una mujer autosuficiente, jugadora profesional, que sabe arreglárselas sobradamente en un mundo predominantemente masculino); por otro lado, el ingrediente racial, la ubicación física de la ciudad en las proximidades de México, la presencia hispana, la herencia cultural y social de un territorio que hasta 1821 fue español y hasta 1848 mexicano. Continuar leyendo «Tradición y futuro del western: Río Bravo (Howard Hawks, 1959)»
Música para una banda sonora vital – Henry Mancini
Henry Mancini, uno de los más excelentes compositores de música para cine de todos los tiempos, comenzó a trabajar en música para películas en 1952, para proyecciones de serie B de los estudios Universal bajo las órdenes de Joseph Gershenson, trabajando en partituras impersonales y asépticas que pudieran ser usadas y reutilizadas en múltiples películas.
En 1958 firma su primer trabajo en solitario para Sed de mal, de Orson Welles. La música de esta película, sus aires jazzísticos y la interpretación por una pequeña orquesta, nada que ver con las grandes composiciones sinfónicas de Max Steiner o Miklos Rozsa, atrajo la atención de Blake Edwards, quien lo contrató para hacer la música de su serie de televisión Peter Gunn, para la cual Mancini creó un tema que pasó a la antología de los más grandes del cine y que ha sido usado en multitud de películas, por ejemplo en Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers, 1980) o Waterworld (1995), y que se convirtió en un éxito de ventas.
En los años 60 Mancini alcanza sus máxima popularidad, gracias a las películas de Edwards (La pantera rosa, Desayuno con diamantes, Días de vino y rosas), Stanley Donen (Arabesco, Charada, Dos en la carretera) o incluso Howard Hawks (Su juego favorito, Hatari!, con el célebre y gracioso tema Baby elephant walk). En los 70 y 80 se dedicó también a la televisión, y creó temas muy conocidos como los de las series Hotel y Remington Steele. Pero será recordado por ser el primer músico que trascendió más allá de las salas de cine y logró el éxito comercial con sus composiciones y, sobre todo, por Moon River, quizá el tema más bello jamás compuesto para una película.