Call Me, del grupo Blondie, con la chispeante Debbie Harry al frente, abre esta película de Paul Schrader, una intriga no muy trabajada a partir de un enfoque interesante que estéticamente es todo un escaparate cool y pop de los ochenta, lo que permite a su protagonista, Richard Gere, poner caritas, posturitas, morritos y ojitos durante todo el metraje. La canción, un temazo.
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Venganza renovadora: ¡Que viene Valdez! (Valdez is coming, Edwin Sherin, 1971)
En plena etapa crepuscular del western (iniciada en 1962 por John Ford y Sam Peckinpah y prolongada, aunque de manera discontinua, hasta nuestros días), el debutante Edwin Sherin, director luego dedicado a la televisión, adaptó a la pantalla una novela de Elmore Leonard que constituye un extraño ejemplo de western intelectual, una historia en la que el interior de los personajes, sus contradicciones, sus instintos, sus difíciles relaciones consigo mismos, son más importantes que la acción, que los disparos, que el contexto fronterizo de choque entre modernidad y vida en la naturaleza. Poniendo el acento en el Oeste de indios y mexicanos acaparado por los blancos de origen anglosajón, la película recoge un episodio de venganza con buenas dosis de crueldad y sangre, y donde la psicología pesa tanto o más que una violencia mostrada sin ambages.
La frontera sigue siendo una zona salvaje y segregada. Los blancos administran su zona de ocupación marginando a indios y mexicanos (estos viven en su parte de las ciudades, y tienen sus propias autoridades para sus barrios, si bien sometidas al dominio de los estadounidenses), y dedicados a hacer negocio con la conquista del Oeste, independientemente de su legalidad, ilegalidad o alegalidad. Uno de estos hombres de negocios que aspiran a la respetabilidad por el camino más corto (el del tráfico de armas) es Frank Tanner (Jon Cypher), que acorrala con sus hombres (con ayuda del sheriff) a un presunto desertor de la caballería (de raza negra) en un rancho bajo la acuasión de haber matado a otro hombre. Sin que la ley haga nada por averiguar la verdad y esclarecer el caso, solo Bob Valdez (Burt Lancaster, un extraño mexicano de rasgos blancos, piel tiznada y ojos azules…), agente de la ley en la parte mexicana de la ciudad, pone en duda la culpabilidad del criminal, y jugándose la vida, intenta resolver la situación. La violencia, no obstante, se impone a la justicia, y las relaciones entre Tanner y Valdez empiezan a enturbiarse. Cuando Valdez intenta recolectar algo de dinero con que indemnizar a la viuda (una india), entre los notables de la ciudad apenas llega a recaudar tres dólares, aunque con el compromiso de aportar cien pavos si Tanner, el más rico de los contornos, añade otros cien. Sin embargo, Tanner se ríe de Valdez y, ante la insistencia del mexicano, opta por la vía rápida: lo desarma y lo entrega a sus hombres para que lo torturen. Sin embargo, no rematan el trabajo, y la venganza de Valdez será terrible…
Desprovista de una riqueza visual que exprima estéticamente exteriores o paisajes, predominantamente desérticos (los exteriores de la película están filmados entre Sonora y Sierra Madre, en México, y la parte abulense de la Sierra de Gredos y el desierto almeriense de Tabernas, en España; los interiores se rodaron en los estudios Roma, de Madrid) que sin embargo sirven a la perfección a ese perfil psicológico y deshumanizado, casi delirante, que Sherin mantiene durante todo el metraje, con una forma de rodar prácticamente televisiva, el interés mayor del guión radica en las evoluciones de los personajes y el contrapeso entre unos y otros. Continuar leyendo «Venganza renovadora: ¡Que viene Valdez! (Valdez is coming, Edwin Sherin, 1971)»
Música para una banda sonora vital – Pretty woman
Esta célebre película, que ya incluimos en su momento en la sección «Cine en serie – Maldito cine», cuenta con una banda sonora que alcanzó un enorme éxito de ventas. Temas como el de Roy Orbison que da título a la cinta o el famoso y meloso It must have been love, del dúo sueco Roxette, fueron auténticos pelotazos del momento. Algo más escondida, afortunadamente, estaba esta canción del irrelevante grupo Go West, pop de 1990 demasiado ochentero, con todo lo que eso conlleva, lo de pop y lo de ochentero, titulada King of wishful thinking. Lo dicho, música pop con todas las consecuencias y vídeo que se mueve a medio camino entre lo triste, lo curioso, lo simpático y, sobre todo, lo patético. Se recomienda ver el vídeo dos veces, con y sin sonido. Lamentable. Con esta «inolvidable» canción y su correspondiente clip iniciamos una serie discontinua que irá reflejando el petardeo que también contienen algunas bandas sonoras.
Para compensar algo la fechoría de hoy, dos anuncios:
– En el marco de las Segundas Jornadas Aragón-India se proyectará íntegramente en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, Pza. Paraíso, 4, en sesiones de 19:30 a 21:30, del 8 al 10 de junio, la «Trilogía de Apu», de Satyajit Ray, que incluimos en nuestra sección Cine en serie.
– Julio y agosto: cine de verano en 39escalones. Más detalles próximamente en sus pantallas.