Todo es magnífico en esta excepcional película de John Sayles. En especial, su música, que, como defiende la película, representa el carácter mestizo de Texas y, en particular, de la zona fronteriza con México. Como muestra, dos ejemplos: en primer lugar, My love is, de Billy Myles; a continuación, Mi único camino, del Conjunto Bernal.
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Música para una banda sonora vital – Terminator 2: el juicio final
Bueno, pues visto lo visto, el afán recaudatorio de las secuelas y el gusto de James Cameron por llevárselo muerto trabajando lo menos posible, de final, nada. En 1991, este pseudodirector especializado en parábolas futuristas de contenido fascistoide e inspiración religiosa pasadas por reminiscencias de ciencia ficción clásica (aquí se juntan la parafernalia totalitaria, el mito mesiánico del salvador y los viajes en el tiempo marca H.G. Wells, todo con mucha explosión, mucho tiro y demás envoltorios presuntamente guays, modernos y espectaculares), dio a luz la segunda entrega. Vista con el paso de los años, de sus ínfulas de trascendencia no ha quedado más que la cacharrería pasada de moda, y el recuerdo menos malo de ésta, la menos mala de la serie, es el tema You could be mine, una potente descarga de rock duro comercial al servicio de las imágenes vertiginosamente violentas de esta crónica de muerte, venganza, chapa y pintura, obra de los Guns N’Roses, otrora célebre grupo de peludos hoy venido a menos que tiene en su haber el incorporar al que seguramente es el peor vocalista con la voz más desagradable de todos los tiempos.
La tienda de los horrores – Aquarius
Hair, el musical dirigido por el checo Milos Forman en 1979, recoge buena parte del espíritu alucinógeno, psicodélico y pacifista de los años sesenta norteamericanos. Nada de eso, en cambio, impregna la ¿versión? parcial que de uno de los temas más famosos de su banda sonora, Aquarius, de The fifth dimension, hace Raphael, todo un clásico de la música freak muy popular en los últimos lustros.
Es un delito de lesa humanidad, pero no imaginamos un castigo lo suficientemente proporcionado, salvo quizá reclusión perpetua en la Nochebuena…