Mis escenas favoritas: El mundo sigue (Fernando Fernán Gómez, 1963)

No es de extrañar que esta obra maestra de Fernando Fernán Gómez solo contara con un estreno testimonial y de inmediato sufriera el tijeretazo y el ostracismo de la censura franquista. La carga dramática y la lucidez en la mirada de la doble moral de la sociedad española (de entonces y de ahora, y no solo española), con el añadido de un potente e insólito (para la época) desenlace, hacen de esta película uno de los clásicos imprescindibles del cine europeo de su tiempo, si no algo más. Una cinta de primer orden cuyo análisis, repleto de temas, matices, niveles de profundidad, resulta casi interminable, en la que Fernán Gómez retrata a la perfección la idiosincrasia de una sociedad como la de entonces (y no solo de entonces), podrida, sin valores, pervertida por el mundo de las apariencias y del ascenso social rápido y fácil, que alude directamente a un sistema económico, político, social y moral corrompido, no ya en las altas esferas, sino en todos los niveles de la sociedad. Todo lo que implica una obra maestra que va mucho más allá del cine.

La conclusión no puede ser más dramática y desoladora, además de un prodigio de montaje y de empleo de recursos cinematográficos.

Absténganse quienes no hayan visto la película. El final desvela demasiado y el conocimiento previo amortiguaría su demoledor efecto en el espectador primerizo.

Mis escenas favoritas: Doctor Zhivago (David Lean, 1965)

Una de las varias clases prácticas sobre el comunismo que contiene esta obra maestra de David Lean, basada en la novela de Boris Pasternak. Una secuencia con múltiples rostros reconocibles, de cinematografías diversas, que encajan muy bien todos juntos bajo el sello de Hollywood.

Mis escenas favoritas: Las petroleras (Les pétroleuses, Christian-Jaque, 1971)

Las cosas como son. De todo el western europeo, el western francés es, con diferencia (y con permiso del alemán), el peor de todos (que ya es decir), con la salvedad de Sol rojo (Soleil rouge, Terence Young, 1971), seguramente porque en ella lo más francés que hay es Alain Delon.

Dentro de las castañas que suelen ser los westerns franceses, este de Christian-Jaque resultaría especialmente espantoso si no fuera por la presencia de Brigitte Bardot y Claudia Cardinale, en particular en esta secuencia de lucha en la arena de España, que es donde se rodó la película (en Tabernas, Almería, y Cascajares de la Sierra, Burgos). Como coproducción española que es, en la película aparecen también conocidos rostros hispánicos y asimilados como Patty Sheppard, Emma Cohen, José Luis López Vázquez, Teresa Rabal, Manuel Zarzo, José María Caffarel o Teresa Gimpera. Pero BB y CC, son BB y CC.

La perra vida: El mundo sigue (Fernando Fernán Gómez, 1963)

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Diez minutos de visionado bastan para comprender por qué la censura franquista saboteó esta indiscutible obra maestra del cine español dirigida por Fernando Fernán Gómez en 1963 e impidió su estreno normalizado. Y es que, camuflada bajo la apariencia de una fórmula folletinesca y de «cine social» admisible dentro de los cánones de la dictadura, El mundo sigue es un revelador y demoledor testimonio de la doble moral y del podrido y enfermizo sistema de valores de la sociedad franquista, y por extensión, porque trágicamente no ha caducado ni pasado de moda, de la vida en España en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Tan aparentemente convencional en su forma como inusualmente moderna e innovadora, tan aguda y sagaz en sus desarrollo como valiente y profunda en su planteamiento, la película se ha erigido por derecho propio como un clásico instantáneo del cine español, como un título de referencia, una película que debería servir de espejo a la actual producción nacional, y que confirma a Fernando Fernán Gómez como una de las más importantes figuras de la cultura española y uno de los más importantes puntales de su creación artística.

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Fernán Gómez siempre reconoció, incluso en los créditos del filme, en los que el nombre del autor acompaña al título, que todos los temas de la película, todo lo que se ha aplaudido como atrevido y reflexivo, ya aparecía en la novela de Juan Antonio Zunzunegui de la que parte el guion. Fernán Gómez lo que logra es introducir en una narración formalmente convencional toda una serie de cargas de profundidad, ya presentes en la novela, que, salvo contadísimas excepciones (la triple B del cine español: Buñuel, Berlanga y Bardem), no se habían siquiera insinuado en el cine español fuera de la tutela moral de la Iglesia, el ejército o la «formación del espíritu nacional». Presupuestos como la corrupción moral de la sociedad, los prioritarios y ansiosos deseos de ascenso social y confort material, la relativización de los valores familiares, la abierta crítica a la cárcel del matrimonio, la puesta en evidencia de fenómenos como el adulterio o la prostitución como herramientas para conseguir los objetivos vitales, el aborto como forma de evitar incidencias indeseadas, retrasos o impedimentos en la consecución de esos objetivos, y la aceptación por los otros, incluso su compartido aprovechamiento colateral, son en todo punto contrarios al ideal que la moral franquista -todavía demasiado presente en la sociedad española actual- pretendía vender como realmente imperante en la vida pública nacional. Eso, por no hablar de la revolucionaria y brutal conclusión (incluso para el Hollywood de la época), mostrada con todo detalle y absolutamente inadmisible por parte de la censura eclesiástica franquista, en la que la libertad de elección se lleva hasta el último extremo. La película subvierte valores supuestamente deseables, espirituales (como el derecho a la vida) y pretendidamente nacionales como la familia, el trabajo honrado, el papel tutelar del Estado y de las fuerzas de orden público, además de la Iglesia, y las bondades de la forma de vida como virtudes cardinales para una vida feliz. Continuar leyendo «La perra vida: El mundo sigue (Fernando Fernán Gómez, 1963)»

Ese otro cine español: Accidente 703 (José María Forqué, 1962)

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Fruto de la colaboración entre Pedro Masó y el zaragozano José María Forqué, Accidente 703 (1962) parte de una interesante premisa: las distintas razones por las que un variopinto grupo de conductores pasa de largo del lugar de un accidente de automóvil en la (por entonces) carretera Madrid-Zaragoza-Barcelona (la Nacional II de toda la vida, hoy Autovía de Aragón). Recibido aviso del accidente, un guardia civil (Jesús Puente) se pone en contacto con la esposa del fallecido (Julia Gutiérrez Caba) para que identifique el cuerpo y también a la mujer que viajaba con él, que está agonizando en la mesa de operaciones del hospital. De entrada, por tanto, nos encontramos con el drama de una mujer que, a la pérdida de su esposo añade el sufrimiento por la incertidumbre derivada de quién es esa mujer, más joven y bonita, y además embarazada, que le acompañaba en el coche.

A partir de este punto, asistimos a un gran flashback que recoge un puñado de acontecimientos que tuvieron lugar en distintos puntos de la ruta durante la jornada del accidente y que, más tarde o más temprano, tenían que confluir en el lugar del siniestro. Desde Madrid, un importante empresario sale hacia Barcelona en compañía de una de sus empleadas y amante, a la que tiene pensado abandonar; en Guadalajara, un gris empleado de un banco debe llevar el dinero de la nómina a una empresa para efectuar los pagos semanales, pero se equivoca en el tren y debe viajar en moto sin que sus jefes se enteren; en Alhama de Aragón, una pareja de recién casados recibe un (poco fiable, en este caso) Seat 600 como regalo, y lo estrenan viajando hacia Madrid en compañia de una tía de la novia, sorda y plasta como no hay dos; en Zaragoza, una joven embarazada acude a la llegada de su novio, camionero con base en Barcelona que está en tránsito hacia Madrid, para contarle lo que lleva dentro; desde Barcelona, un grupo de yuppies ociosos, hijos de papá, apuesta en una carrera con sus coches deportivos por ver quién es el primero en llegar a Madrid y volver… Actores y actrices como Nuria Torray, Carlos Estrada, Susana Campos, José Luis López Vázquez, Manolo Gómez Bur, José María Caffarel, Carlos Cores o Manuel Alexandre completan el reparto de esta coproducción hispano-argentina que con el paso de los minutos va disolviendo su atractivo planteamiento para conformar una historia demasiado subordinada a las exigencias censoras de la moralidad católica imperante, aunque merezca al menos un visionado por la originalidad de su arranque y primer desarrollo, que se plasma en el uso, décadas más tarde convertido en moda, del recurso a la narración fragmentada, a las historias paralelas destinadas a unirse en un determinado punto narrativo.

La película, que toma el título del informe del atestado que recoge el accidente, y que por riguroso orden de llegada recibe el número 703, supone además un curioso acercamiento hispánico al género de la road-movie, imperfecto técnicamente (penosas las secuencias de adelantamiento), muy irregular narrativamente, y lastrado en definitiva por sus concesiones finales a esa moral de bolsillo propia del régimen merced a la cual todos los personajes reciben su recompensa o su castigo en función de cuál ha sido su comportamiento a lo largo del metraje, o bien aceptan voluntariamente sus responsabilidades y la pena que el destino les imponga porque se vuelven súbitamente conscientes de sus pecados. Especialmente llamativo y ejemplificador de lo enfermizo de estos planteamientos morales es la evolución del personaje de Julia Gutiérrez Caba, que sólo decide lamentar la muerte de su esposo cuando averigua la identidad de la joven que le acompañaba en el vehículo accidentado. Continuar leyendo «Ese otro cine español: Accidente 703 (José María Forqué, 1962)»