Música para una banda sonora vital: Simbad y la princesa (The 7th voyage of Simbad, Nathan Juran, 1958)

La carrera de Bernard Herrmann en la composición de música para el cine va mucho más allá de sus trabajos para Alfred Hitchcock. Debutó en 1941 a las órdenes de Orson Welles y cerró su trayectoria con dos trabajos de altura, para Martin Scorsese y Brian De Palma. Además de sus partituras para el Mago del Suspense, su obra ofrece maravillas como esta que adorna una de las más celebradas y vibrantes aventuras cinematográficas de Simbad el marino, el personaje clásico de Las mil y una noches.

Cine en serie – El señor de los anillos (La comunidad del anillo)

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MAGIA, ESPADA Y FANTASÍA (III)

Un icono instantáneo en la Historia del cine. Ése es el primer y más importante tanto a favor de Peter Jackson y su amplio equipo tras asumir la titánica tarea de adaptar a la pantalla la monumental obra de J. R. R. Tolkien, superando por fin el complejo de una industria cinematográfica incapaz durante décadas de afrontar el reto de poner en imágenes el único libro que se le resistía. Habiendo adaptado en varias ocasiones con más o menos fortuna narraciones ricas y complicadas como El Quijote, Las mil y una noches o incluso La Biblia, de El señor de los anillos solamente había podido hacerse una cinta de animación de algo más de dos horas de duración y una continuación televisiva con el segundo de los libros de la trilogía, también de dibujos animados. El gran obstáculo para que el cine hubiera salido airoso antes de tan ingente esfuerzo era sin duda la enorme complicación que suponía reflejar en la pantalla el mundo imaginario diseñado por Tolkien, esa Tierra Media instalada en una eterno medievo, poblada por seres humanos y criaturas fabulosas de atributos fantásticos, poseedora de casi todos los ecosistemas existentes en el planeta Tierra y nutrida de centenares de referencias y trasvases culturales, históricos, mitológicos y legendarios procedentes del mundo real y de los que Tolkien era amplio conocedor gracias a su profunda erudición, a su dominio de las lenguas antiguas y al desempeño de sus tareas académicas. En los albores del siglo XXI, en cambio, a través de las nuevas tecnologías y con una encomiable actitud por parte de Jackson y compañía para utilizar los efectos especiales de manera respetuosa y no abusiva, usándolos para cubrir las lagunas que el maquillaje y la dirección artística no pueden satisfacer, la adaptación consigue una maestría formal absoluta.

Con un acertado planteamiento que incluía como medida indispensable (para la lógica narrativa y las necesidades de la taquilla) la realización de una película para cada una de las partes de la obra, esta primera entrega cubre el primer volumen de la trilogía literaria, la historia desde que Frodo (Elijah Wood) y Gandalf (Ian McKellen) tienen conocimiento de que el Anillo del Poder forjado tiempo atrás por Sauron, el Señor Oscuro, con objeto de controlar los anillos entregados a todas las razas de La Tierra Media, está en manos de Bilbo (Ian Holm) tras habérselo arrebatado años atrás a la criatura Gollum, hasta que la compañía creada por las razas de la Tierra Media para escoltar a Frodo en su arduo camino hasta el Monte del Destino, lugar donde el anillo debe ser arrojado para ser destruido, queda disuelta con la desaparición de Gandalf, la muerte de Boromir (Sean Bean), la marcha de Aragorn (Viggo Mortensen), Legolas (Orlando Bloom) y Gimli (John Rhys-Davies) a la caza de orcos y la dispersión de los hobbits Frodo y Sam (Sean Astin), por un lado, y Merry y Pippin (Dominic Monahan y Billy Boyd), por otro. Entretanto, por su periplo han desfilado personajes como Elrond (Hugo Weaving), Galadriel (Cate Blanchett), Arwen (Lyv Tyler) o el ambiguo Saruman (Christopher Lee).

La tercera gran virtud de la cinta la constituyen los exteriores escogidos como localizaciones para la filmación, los impresionantes paisajes de los Alpes Neozelandeses, todo un descubrimiento para quienes nunca habían tenido oportunidad de ver, ni siquiera en los documentales de La2, las maravillosas y bellísimas riquezas naturales de nuestras antípodas. Esta elección viene sustentada por un soberbio trabajo de dirección artística y maquillaje, así como de vestuario y caracterización, aspectos para los cuales los efectos especiales, contra lo que suele ser habitual, son meramente accesorios aunque tremendamente efectivos y decisivos. Todos los aspectos relacionados, pues, con el escenario en el que transcurre la acción, desde el aparente cuento infanfil inicial en los deliciosos parajes de La Comarca hasta el inquietante cuento de horror y tinieblas en que se convierte la aventura de los hobbits, son sobresalientes, disminuyendo un tanto la magnificencia del espectáculo, por ejemplo, en ciertos momentos, escasos pero algo chirriantes, en que las Minas de Moria o la ciudad de Rivendel son recreadas al modo y manera de los videojuegos, muñequitos incluidos. Continuar leyendo «Cine en serie – El señor de los anillos (La comunidad del anillo)»

Cine de papel – El ladrón de Bagdad

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No, no se trata de una biografía de George Bush, sino de una verdadera joya de programa de mano para una verdadera joya de película, un clásico de 1940 producto de la factoría Alexander Korda con la maravillosa y hechizante música de Miklos Rozsa, la dirección por triplicado de Ludwig Berger, Tim Whelan y nada menos que Michael Powell, y el inolvidable Sabu acompañando al califa Ahmed (Conrad Veidt), derrotado y ciego, en su lucha contra el malvado visir que le ha robado a su amada, la hija del sultán de Basora.

Una obra maestra para cuyo estreno zaragozano en el desaparecido, como tantos, cine Dorado, Gráficas Echevarría imprimió este programa de mano en forma de libreto. La portada reproducida arriba se abre en un díptico repleto de colores en el que se muestran dibujos de alfombras mágicas, palacios míticos, jardines esplendorosos, parejas que se aman a la luz de la luna y genios a punto de conceder tres deseos. La leyenda que acompaña las imágenes dice:

    Alexander Korda en un supremo alarde cinematográfico ha superado en belleza y mágico encanto las narraciones de Scheherezada (sic), en la más portentosa realización de la actual generación. El ladrón de Bagdad es la obra definiiva de un arte completo y maravilloso.

Para la contraportada queda el mensaje corporativo:
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