Mis escenas favoritas: El verdugo (Luis García Berlanga, 1963)

Excepcional y demoledora conclusión de esta obra maestra del cine español, a la vez condena de la pena de muerte y de los valores franquistas y testimonio de la indefensión del individuo ante el implacable mecanismo de los engranajes sociales. Gran elegancia formal para una comedia negra que deja congelada la sonrisa.

Música para una banda sonora vital: Un, dos, tres… al escondite inglés (Iván Zulueta, 1969)

Tengo tu amor, de Fórmula V, es uno de los temas «protovideoclipeados» incluidos en esta parodia musical dirigida por Iván Zulueta en 1969. Tan fresca en su día como acartonada hoy (aunque mantiene la calidez de sus colores y algún que otro logrado momento), destaca por su tratamiento sardónico del mercado «persa» de la música (ya entonces), por algunos de los temas y de los grupos que recoge, y también por la autoparodia que José María Íñigo, gurú patrio de estas cosas en aquel entonces, hace de sí mismo. No menos importante es comprobar en esta película de dónde ha sacado (o copiado) Pedro Almodóvar buena parte de su personalidad como creador.

Y de propina, Esa mujer (That Woman), de los Pop Tops, que prácticamente cierra la película.

La tienda de los horrores – Policía (1987)

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Una historia de amor en un mundo cada vez más hostil. Eso dice el cartel de este injustificable pestiño patrio de 1987 dirigido por Álvaro Sáenz de Heredia, perpetrador, entre otras, de las películas de Martes y 13 y Chiquito de la Calzada, además de una amplia variedad de títulos infantiles y juveniles, así como algún otro con pretensiones de comedia que no haría reír ni a un seminarista rodeado de efebos, y entre cuya filmografía destaca, eso sí, un «clásico»: La hoz y el Martínez (1985), con los «mitos eróticos» Andrés Pajares y Silvia Tortosa. Toma ya. Lo que no dice el cartel (que también se las trae…) es que si tras el visionado de este truño el mundo sí se vuelve más hostil: en concreto, el espectador desea reventarle la cabeza a quien concibió semejante petardo.

La mezcla es explosiva: Emilio Aragón, ex Milikito, cómico oficial desde el éxito de su programa Ni en vivo ni en directo, en su doble faceta, por entonces, de aprendiz de actor (que dura hasta hoy) y músico (suya es la esbafada partitura de la película); Ana Obregón, en su doble faceta, por entonces, de aprendiz de actriz de fama internacional (el Equipo A…; la cumbre, vamos) y bióloga de nula reputación; Agustín González, en uno de sus papeles menos comprensibles pero más fáciles: se limita a interpretar una caricatura de sí mismo como cabo López, aunque los cabreos fácilmente pueden deberse a verse metido en semejante producción… Junto a ellos, presencias «gloriosas» como la de Juan Luis Galiardo (tela), María Isbert (tela marinera), el aragonés Fernando Sancho (secundario y figurante de lujo durante muchos años en producciones nacionales e internacionales filmadas en España, durante la era Bronston y posteriormente) y José Guardiola (el entrenador no, el otro). Lo que se dice una joya.

¿Y la trama? Pues nada, que Gumer (de Gumersindo, Emilio Aragón), trabaja como ayudante de farmacia. Obviamente, es un tipo torpe y despistado. Pero cuando un drogata atraca la farmacia y se carga a su jefe y mentor, se deja convencer por su tío para ingresar en la Academia de Policía (¿a alguien le suena?), a pesar de que nunca ha sentido ninguna inclinación por el servicio público. No obstante, a medida que, una vez superados sus estudios, se ve envuelto en peleas, persecuciones, tiros, atracos y demás, el tío va pillándole el tranquillo y el gusto al tema, y de ser un absoluto incompetente pasa a convertirse en el primo castizo de John McClane-Bruce Willis, sólo que no en ninguna jungla urbana, sino en los Madriles, que es más de andar por casa. En una de esas trifulcas aparece Luisa (la Obregón), que es la buenorra del circo y que, aunque el chico es torpe, feúcho y medio tonto, pues se encandila del muchacho, siendo la cosa mutua (el momento del beso es descacharrante, tronchante, pero OJO, no está rodado para hacer reír…). Continuar leyendo «La tienda de los horrores – Policía (1987)»

Feliz Navidad (1ª parte) – Amanece que no es poco

Con nuestros «mejores» deseos para quienes inventaron la Navidad a la imagen y semejanza del volumen del buche que llevan llenándose gratis y sin dar un palo al agua desde hace dos mil años largos. Pero para eso está la fe… del que paga, claro.

With love.