Música para una banda sonora vital: La hora de las pistolas (Hour of the Gun, John Sturges, 1967)

Jerry Goldsmith se encarga de la partitura de este nuevo tratamiento del célebre tiroteo que tuvo lugar en el O. K. Corral de la ciudad de Tombstone (Arizona) el 26 de octubre de 1881 entre los hermanos Earp y «Doc» Holliday, por un lado, y los Clanton y los McLaury, por otro, y que John Sturges ya representó magníficamente en Duelo de titanes (Gunfight at the OK Corral, 1957). En comparación, esta nueva aproximación, no tan buena (pero superior a las que han venido después), tanto o más violenta pero más psicológica, intimista, melancólica, permite observar el salto producido en Hollywood entre la época de los estudios y los nuevos aires setenteros que se avecinaban, lo que se plasma también en la composición de Goldsmith, sumamente innovadora respecto a la tradición musical del western.

Música para una banda sonora vital: Empieza el espectáculo (All That Jazz, Bob Fosse, 1979)

Una cara ante el espejo, un frasco de píldoras de dexedrina, un vaso de agua con una pastilla efervescente, una larga ducha… Y el Concierto para Cuerdas y Clavicordio de Antonio Vivaldi. ¡Empieza el espectáculo! Así son los repetidos despertares del implacable coreógrafo Joe Gideon (Roy Scheider) en su aproximación incesante hacia la última estación de su particular via crucis musical.

Mis escenas favoritas: All That Jazz (Bob Fosse, 1979)

Bob Fosse se autorretrata sin contemplaciones, medias tintas ni paños calientes en este oscuro musical extrañamente premonitorio, que contiene uno de los finales más impactantes y sugerentes de su género, una de las más alegóricas y bellas representaciones de la muerte de la historia del cine.