Uno de los fragmentos más conocidos de esta obra maestra (otra más) del aragonés Luis Buñuel. En ella se concitan algunos de sus temas y obsesiones más personales (homenaje al Tenorio incluido), más a menudo tratados en sus películas, junto con alguno de sus sueños más repetidos (el encontrarse ante el inmenso auditorio de un teatro y desconocer el papel que debe representar).
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Mis escenas favoritas: El fantasma de la libertad (Le Fantôme de la liberté, Luis Buñuel, 1974)
Comer a escondidas y defecar en público y en compañía. Inversión de términos, subversión de conceptos. Cada cosa es lo que es y su contrario. Puro surrealismo tan tarde como a mediados de los años setenta del pasado siglo, quizá haya sido Luis Buñuel el surrealista más consecuente, coherente y tenaz en sus postulados de entre todos los miembros de aquella escuela. Tan divertida como reveladora, tan contestataria e inconformista como lúcida, puro retrato de nuestra realidad decadente.
Mis escenas favoritas: Habitación para cuatro (Amici miei, Mario Monicelli, 1975)
El cine sobre grupos de amigos constituye por sí mismo prácticamente un subgénero, ya sea en el drama o en la comedia. El cine italiano, en particular, manifiesta cierta predilección por las historias sobre hombres ya más que maduros que buscan en la pandilla, en la cuadrilla de amigos de toda la vida, un oasis en el que prolongar la adolescencia y escapar de las penurias e insatisfacciones de la vida adulta. En el caso de esta corrosiva obra del maestro Monicelli, el instrumento de la eterna juventud son las bromas pesadas, de las que las víctimas son siempre otros, a veces incluso desconocidos.
Esto también nos lo ha quitado el AVE…