Temazo de Ray Charles, titulado igual que la cinta, para esta película de Norman Jewison, espléndida en el tratamiento de la tensión racial que entonces (y ahora) vivían los Estados Unidos. El guión, basado en una novela de John Ball, centrado en la investigación de un asesinato en Sparta (Mississippi), que llevan a cabo el jefe de la policía local (Rod Steiger, qué manera de mascar chicle…) y un policía de Filadelfia (Sidney Poitier) que se encuentra de paso, señala tanto las incongruencias, miserias, contradicciones y trampas morales de los racistas del sur, como los prejuicios, recelos, desconfianzas y rencores de los planteamientos revanchistas de ciertos grupos militantes por los derechos civiles de la población negra. Nada que ver, por tanto, con ese cine de corte racial reivindicativo de los últimos años que, al calor de la administración Obama, ha creado productos de diseño políticamente correctos y rebozados en melosa moralina marca Oprah.