Buscando a Debra Winger (Searching for Debra Winger, Rosanna Arquette, 2002)

No ocurre siempre ni en todas partes, o al menos no del mismo modo, pero el cine tiene una irritante insistencia por amortizar actrices a medida que van cumpliendo años (por más que haya un buen puñado de casos en que sucede justamente al revés; son los años cumplidos los que traen el éxito cinematográfico a grandes actrices hasta entonces ignoradas o dedicadas al teatro o la televisión) y dejan de representar la imagen idealizada de juventud y atractivo sexual que se supone que atrae el interés del público (masculino y femenino) y la taquilla.

Con el pretexto de encontrar respuesta a la pregunta de por qué la exitosa Debra Winger abandonó su profesión de actriz cuando se encontraba en la cima de su carrera, Rosanna Arquette indaga en este documental por las razones por las que el cine abandona a tantas de sus actrices, por qué rechaza aprovechar su experiencia y su talento creando historias profundas y complejas que puedan estar protagonizadas por mujeres interesantes e inteligentes, por qué se desestiman tan a menudo perspectivas tan enriquecedoras y necesarias en aras de la infantilización masiva y de los clichés de la eterna juventud. El testimonio de actrices como Jane Fonda, Holly Hunter, Whoopi Golberg, Sharon Stone o Melanie Griffith, entre muchas otras, arroja luz sobre esta cuestión, así como acerca de lo difícil que resulta a menudo compaginar la vida familiar con la vorágine de la industria del cine, de los costes personales y profesionales que puede implicar la lucha por mantenerse a flote en ambos frentes.

Mis escenas favoritas: Carretera perdida (Lost Highway, David Lynch, 1997)

Tan fascinante como desconcertante, tan extraña como seductora, David Lynch dota a esta película de 1997 de una atmósfera tan disparatada como atrayente, de la que es muestra esta magnífica secuencia, clave en una enigmática historia puesta del revés.

Música para una banda sonora vital – Boyhood (Richard Linklater, 2014)

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Uno de los acontecimientos cinematográficos de este septiembre es el estreno en España de Boyhood (Momentos de una vida), dirigida por Richard Linklater, uno de los cineastas más interesantes de los últimos lustros, y que esta vez se ha apuntado todo un hito en la historia del cine: filmar una única historia en sólo treinta y nueve días de rodaje extendidos, eso sí, durante doce años, a fin de retratar la evolución física y mental de unos personajes interpretados por los mismos actores. El resultado, una hermosa y magnífica película de más de dos horas y media de duración que narra el proceso de crecimiento y maduración de Mason (Ellar Coltrane), que a su vez sirve de vehículo para mostrar los sucesivos cambios en los modelos familiares y de convivencia, así como para presentar el trasfondo de una sociedad igualmente cambiante. El habilidoso guión de Linklater, que consigue dar la vuelta a los tópicos que no logra o no pretende eludir, además de demostrar un sabio manejo de la elipsis y del estudio psicológico de los personajes, está a la altura de la belleza y la dureza de algunas de las imágenes de la cinta.

La película, destinada a ocupar un singular espacio propio dentro de los anales de la cinematografía, resulta asimismo atractiva por la música empleada, que incluye unos cuantos clásicos estimables, como este Band on the run, de Paul McCartney & The Wings, en cuyo vídeo-clip se echa mano del recuerdo y la iconografía de The Beatles. El tema ya ha aparecido antes en varias películas; uno de los momentos más memorables tiene lugar en Los gritos del silencio (The killing fields, Roland Joffé, 1984), en la escena en que los protagonistas acuden a informar del bombardeo americano (una acción que el gobierno pretende ocultar a la opinión pública) de una ciudad camboyana y en los radio-cassettes de los milicianos del jmer suena esta canción de The Wings.

 

Música para una banda sonora vital – Mick Jagger & The Rolling Stones

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Uno. Mick Jagger, que ha trabajado como actor para cineastas como Nicolas Roeg, Tony Richardson o Ivan Passer, interpreta a una especie de Godzilla (mucho más temible que el original nipón, y todavía más feo) en el clip de Love is strong.

Dos. Michel Gondry dirige a Patricia Arquette en el video de Like a rolling stone, versión de los Stones de la canción-madre de Bob Dylan.

Tres. El bueno de Jagger tira de falsete, y de más morritos que nunca, en Sweet thing, tema grabado en solitario, para intentar distanciarse del sonido del grupo, cosa chunga cuando tú eres la voz…

Cuatro. Junto a Lenny Kravitz (que también ha hecho sus pinitos como actor), más roquero y, por tanto, más innecesario Stones aparte, God gave me everything.

Y de propina, Simpatía por los Stones:

Mis escenas favoritas – Ed Wood

Ed Wood es una de las mejores comedias de los noventa, con toda probabilidad, la mejor película de Tim Burton, el mejor trabajo de Johnny Depp y una de las mejores interpretaciones de todos los tiempos para un actor de reparto, Martin Landau como Bela Lugosi. En su versión original permite apreciar la increíblemente maravillosa labor de Landau para caracterizar a su personaje con el acento húngaro del Lugosi real. La versión doblada, no obstante, aunque devalúa, como siempre, el trabajo del actor de origen, no hace perder ni un ápice del sentido al tiempo cómico y patético de esta escena cargada de fuerza que retrata a la perfección la demencial decadencia de uno de los más célebres juguetes rotos del Hollywood clásico.

Música para una banda sonora vital – Amor a quemarropa

En esta magnífica película (aunque menos de lo que hubiera sido si en lugar del incompetente Tony Scott la hubiera dirigido el propio Quentin Tarantino, que ha abominado más de una vez en público del mal uso que el director hizo de su espléndido guión) cuenta con una preciosa partitura de Hans Zimmer, discreto músico de cine que, como en este caso, hace de la copia y del continuo «homenaje», la base de su creación musical.

Además, la película cuenta con algunas otras piezas reseñables en las que Zimmer no tiene nada que ver. La primera, Will you still love me tomorrow, de The Shirelles.

La segunda, es el maravilloso Dueto de las flores de la ópera de aire oriental Lakmé, del compositor francés Léo Delibes, que ese mismo año también apareció en una hermosísima escena de Atrapado por su pasado, de Brian de Palma, en el momento en que Al Pacino, en la lluviosa noche neoyorquina, mientras se refugia del aguacero cubriéndose la cabeza y los hombros con la tapa metálica de un cubo de la basura, descubre desde una azotea a Penelope Ann Miller en la clase de danza que tiene lugar tras las iluminadas ventanas del edificio de enfrente. Una escena sutil, delicada, maravillosa, bellísima.

Música para una banda sonora vital – Al límite (R.E.M.)

Esta película, protagonizada por Nicolas Cage y Patricia Arquette, en la que Martin Scorsese nos introduce en la desasosegante historia de los sanitarios noctunos que recorren en sus ambulancias las calles de Nueva York, cuenta, como siempre en su cine, con una magnífica banda sonora de temas instrumentales compuestos por el grandísimo Elmer Bernstein y además con una buena colección de clásicos antiguos y recientes del pop y el rock. Una de las grandes sorpresas musicales de la película es la inclusión de este temazo de R.E.M., What’s the frequency, Kenneth?, de su álbum Monster.

Y de propina, de entre la enorme cantidad de temas fantásticos de este grupo, escogemos como bis The one I love. De todos modos R.E.M. seguro que van a aparecer más veces por aquí.

Diálogos de celuloide – Amor a quemarropa

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¿Sabe? Los sicilianos son grandes embusteros. Los mejores del mundo. Yo soy siciliano. Mi padre era el campeón del mundo de los embusteros sicilianos. Al crecer con él aprendí cómo hacerlo. Hay diecisiete cosas distintas que uno puede hacer cuando miente. Quien quiera descubrirle tendrá que averiguar las diecisiete formas. La mujer tiene veinte, el hombre diecisiete, pero si las conoces como conoces tu propia cara, puedes mandar los detectores de mentiras al infierno. Lo que intentamos ahora es el juego de mostrar y contar. Usted no quiere mostrarme nada pero así lo cuenta todo. Sé que usted sabe dónde están, así que dígamelo antes de que le haga sufrir. Porque de morir no se libra.

True romance. Tony Scott (1993).

Cine para temblar – El vigilante nocturno

Dedicado a los amigos vigilantes que nos siguen, o incluso a los que no nos siguen…

Martin busca un trabajo sencillo que le proporcione además de un buen dinero algo de tiempo para estudiar, así que cuando le proponen un puesto como vigilante nocturno en el depósito de cadáveres de un hospital, no duda un segundo en aceptar. Ni lo sombrío del lugar ni las razones un tanto confusas e inquietantes por las que su antecesor, un hombre ya mayor, ha pedido la jubilación anticipada, le suponen ningún obstáculo para volcarse de lleno en un empleo que se ajusta como un guante a lo que andaba buscando: sin molestias ni teléfono, sin jefes alrededor y con mucho tiempo y mucha tranquilidad para centrarse en sus apuntes de derecho. Un estado de euforia que irrumpe como una cuña y que aisla a Martin del estado de ánimo predominante en el resto de la ciudad, preocupada y angustiada ante los asesinatos que está cometiendo un psicópata al que la policía no ha conseguido aún capturar. Las imágenes televisivas de los crímenes, la oscuridad total y el denso silencio en el sótano del hospital, roto ocasionalmente por extraños ruidos provocados no se sabe muy bien por qué, empezarán a hacer mella en el ánimo de Martin, cuya paz para el estudio será perturbada por un creciente sentimiento de terror quizá no del todo infundado… más cuando algunos de los cadáveres que custodia pertenecen a unas víctimas atormentadas.
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