Parodia de las películas historicistas de la productora valenciana Cifesa durante el primer franquismo, esta secuencia de Esa pareja feliz, comedia iniciática de Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem, y para muchos piedra angular del cine español «moderno», presenta a Lola Gaos (cuyo centenario se ha cumplido hace unos días) precipitándose, más de lo que cree, por la muralla de Palencia… y por la precariedad de medios de aquel cine casi artesanal de la posguerra.
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Mis escenas favoritas: El abuelo (José Luis Garci, 1998)
El gran Fernando Fernán Gómez se luce en esta inolvidable secuencia de esta adaptación de la novela de Benito Pérez Galdós, ya llevada a la pantalla en fecha tan lejana como 1925 por José Buchs. Un momento «western asturiano» en el que Don Rodrigo de Arista Potestad, Conde de Albrit, Señor de Jerusa y de Polán (Fernán Gómez) ajusta las cuentas a aquellos que pretenden apartarlo de la vida pública y, con artimañas, recluirlo en un convento. Un personaje a la medida de un colosal Fernán Gómez.
Música para una banda sonora vital: El ángel (Vicente Escrivá, 1969)
En clara anticipación a la presumible gala televisiva de Nochebuena, y como no todo van a ser néctares y ambrosías en la vida, recuperamos la bizarra versión de La Bamba que perpetra Raphael en El ángel, por derecho propio uno de los mayores bodrios que ha parido el cine español en toda su historia. La sinopsis no puede ser, de entrada, más disparatada: «El Ángel», interpretado por Raphael, es una eminencia científica especializada en células fotoeléctricas, pero también (¿quién dijo «encasillarse»?) el propietario de un club nocturno de moda en el que actúa como cantante. No obstante, el suicidio de una amiga lo conduce a entrar en un convento, lo que ocasiona, dada su popularidad, una gran conmoción mundial. Toma ya. Absoluto despropósito al mando de Vicente Escrivá, director conocido por sus películas de sensibilidad nacionalcatólica durante la dictadura franquista, solo comparable al bochorno que genera la secuencia en sí y que, una vez más compartimos aquí para contribuir a extender el caos en el planeta..
Mis escenas favoritas: La escopeta nacional (Luis García Berlanga, 1978)
Dos muestras de la actual vigencia de esta excepcional comedia de Luis García Berlanga, una auténtica radiografía de la idiosincrasia de ciertos sectores aún vigentes, incluso dominantes, en la sociedad española.
Ese otro cine español – Hay alguien detrás de la puerta (Tulio Demicheli, 1960)
El trotamundos argentino Tulio Demicheli, director de productos de todo género, condición y nivel de calidad en Argentina, México, Italia y España a lo largo de una prolífica carrera de más de cuarenta películas, es una presencia continua en el cine español desde finales de los cincuenta hasta bien entrados los setenta, a cuyas órdenes trabajaron durante ese tiempo importantes nombres del panorama nacional como Sara Montiel, Alberto Closas, Carlos Casaravilla, José Luis López Vázquez, Concha Velasco, Rafael Alonso, Fernando Rey o Roberto Camardiel, entre muchos otros. En esta, su cuarta película española (al año siguiente de su llegada, lo cual tiene mucho mérito), reúne al mexicano Arturo de Córdova y a la «diva» española Aurora Bautista para ofrecer un producto de intriga psicológica algo descafeinada, en la que el suspense y la comedia van de la mano.
Carlos (Arturo de Córdova), un famoso dramaturgo, parte junto a su depresiva esposa, Julia (Aurora Bautista), por consejo de su médico (José María Caffarel), a pasar unas largas vacaciones en una populosa playa frecuentada por gente de la alta sociedad. Con ellos viaja otra pareja de amigos (María Dolores Pradera y Manuel Aleixandre), ya que el matrimonio echa chispas y necesitan compañía que ayude a aliviar tensiones. Carlos sufre de bloqueo creativo y eso aumenta sus nervios, y la indolencia de Julia crece por momentos hasta superar la frontera de lo maleducado y lo desagradable. Pero, de improviso, todo cambia: en la habitación de al lado, la suite nupcial, se aloja Juan Roldós, un célebre playboy de la zona, de dudosa reputación y famoso por tirarle la caña a acomodadas señoras casadas; Julia entra en contacto con él, escucha nerviosa sus melodías al piano desde el otro lado de la puerta, y se emociona cada vez que él le pasa notas manuscritas en las que le pide citas, encuentros a espaldas de su esposo, y, aunque rechaza sus ofrecimientos (es una mujer casada y decente, y la película transcurre en la España de los sesenta), encuentra un aliciente para su vida en las atenciones de ese desconocido. Pero Carlos descubre el juego que se traen entre manos y, convencido de la culpabilidad de Julia, sigue a Roldós una noche y lo asesina… O al menos eso creen Julia y sus amigos, y también un extraño y sordo inspector de policía, que aparece por el hotel con testigos que proclaman la culpabilidad de un Carlos que, sin embargo, se declara inocente…
La película posee una doble naturaleza que en ningún momento logra ensamblarse con suficiencia. Como cinta de intriga, el argumento pivota sobre tres líneas básicas: la hipotética culpabilidad de Carlos, la aparición de una despechada antigua amante de Roldós, resentida porque este ha puesto fin a su relación, y las extrañas evoluciones del inspector, cuyos comportamientos poco ortodoxos como policía hacen dudar de la naturaleza de sus intenciones. Por otro lado, como comedia, la historia utiliza el contrapunto de la pareja de amigos de los protagonistas, en especial la magnífica interpretación de un Manuel Aleixandre más payaso que de costumbre, y también la aportación de un personaje secundario, un veterano camarero del hotel que, harto de atender a extranjeros de toda procedencia en sus peticiones absurdas, complejas, foráneas y carentes de gusto, se emociona cuando se encuentra a clientes españoles de pura cepa que piden cosas tan sencillas como un café solo (este personaje, y su paródica lectura de los contrastes culturales, y también de libertades, entre los visitantes extranjeros y la óptica tradicional española del «como debe ser», son lo mejor de la película). La intersección de ambos aspectos es el personaje de María Dolores Pradera, la amiga y cómplice de Julia en sus escarceos románticos con el vividor Roldós, que también descubre la clave del misterio que les amenaza en la playa, y, por último, es quien mantiene los diálogos más ácidos y divertidos con su débil y patético marido (Aleixandre). Continuar leyendo «Ese otro cine español – Hay alguien detrás de la puerta (Tulio Demicheli, 1960)»
Música para una banda sonora vital – Antón García Abril
El aragonés (de Teruel) Antón García Abril es una figura fundamental en la música para cine y televisión en España. Esta faceta es posiblemente la menos importante en una carrera que atesora obras orquestales, música de cámara y obras vocales, una prolífica trayectoria que incluye la composición del Himno Oficial de Aragón por encargo de las Cortes aragonesas, pero seguramente es la que le ha proporcionado una mayor popularidad entre el gran públco. En su haber, casi dos centenares de títulos de películas y series de todo género, época y condición, entre ellas esos famosos dabadabas propios de las ligeras comedias de los años sesenta dirigidas por Pedro Lazaga, Sor Citroën (1967) y El turismo es un gran invento (1968) y sus inefables Buby girls…
Probablemente (bueno, seguro) estas piezas no son una muestra representativa de la auténtica calidad de su trabajo. Para acercarse a la verdadera medida de su valía, nada mejor que escuchar al propio García Abril y quedarse con una de sus partituras más conocidas, una de esas que se inserta en el ADN de los españoles de cierta edad como parte de sus recuerdos, de su nostalgia, de propia vida. Tal es el poder de la música de los más grandes.
Feliz Navidad (1ª parte) – Amanece que no es poco
Con nuestros «mejores» deseos para quienes inventaron la Navidad a la imagen y semejanza del volumen del buche que llevan llenándose gratis y sin dar un palo al agua desde hace dos mil años largos. Pero para eso está la fe… del que paga, claro.
With love.
Mis escenas favoritas – El astronauta
Es un decir, claro… En 1970, en plena fiebre espacial tras la llegada a la Luna de los americanos, Javier Aguirre dirige esta parodia en plan cine español casposo en el que, siguiendo la pauta de Mortadelo y Filemón, un grupo de entusiastas aficionados españoles a la cosa de ascender a los cielos idea su cohete espacial, con un botijo y la puerta de un SEAT 600 incluidos, para subir a la ionosfera y más allá.
Un grupo de buenos cómicos, algunos diálogos ingeniosos y situaciones tan surrealistas como de andar por casa hacen a esta película un producto apreciable (si medimos con el baremo que suele usar TVE para programar su espacio sabatino de cine de exaltación de los «valores» franquistas, claro).
De una patética tristeza pseudohumorística típicamente hispana, pero con dos tragos encima, difícil no descojonarse…
Diálogos de celuloide – Al otro lado del túnel
MARIANA (disfrazada de cura): ¿De qué te acusas?
MIGUEL: Puede decirse que soy un blasfemo, que la lujuria me posee y que la envidia no me deja dormir.
MARIANA: Vamos al tema de la lujuria. ¿Ocurrió algo anoche en esta casa relacionado con el sexto mandamiento?
MIGUEL: Tengo mala memoria, padre.
MARIANA: Procura recordar.
MIGUEL: Tal vez, llevado por mi curiosidad o por puro placer estético, asomé el ojo por el de la cerradura.
MARIANA: ¿Y qué viste?
MIGUEL: Vi una hermosa mujer que se estaba desnudando y que realizó para mí un espectáculo de eso que llaman strip-tease.
MARIANA: ¿Estás seguro de que era para ti?
MIGUEL: Ahora que me lo dice me hace pensar. Tal vez me apropiara de una pieza que alguien levantó.
MARIANA: ¿Y qué ocurrió después?
MIGUEL: Cuando me quedé solo, padre, con todos los respetos…
MARIANA: Ya… ¿De pensamiento o de obra?
MIGUEL: De obra.
MARIANA: ¿Sólo o acompañado?
MIGUEL: Yo siempre huyo de las malas compañías.
MARIANA: ¿Cuántas veces?
MIGUEL: A mi edad, padre, una es un lujo, dos un banquete, y tres propaganda.
MARIANA: Antes pierde el viejo el diente que la simiente.
MIGUEL: Cuentos de Calleja.
MARIANA: ¿Tuviste malos deseos, hijo?
MIGUEL: Malos no, que bien buenos fueron. El espectáculo no era nada del otro mundo, sobre todo para un hombre que vive del espectáculo. Pero aquella señorita tenía unas tetas, unos muslos, un culo, que elevaron a este pobre anciano hasta las alturas de San Juan de la Cruz tocando la guitarra en presencia de la Virgen Santísima… Y si es una blasfemia, que Dios me perdona.
MARIANA: Ni yo ni Dios te podemos perdonar.
Al otro lado del túnel. Jaime de Armiñán (1994).