Música para una banda sonora vital: Réquiem por un sueño (Requiem for a Dream, Darren Aronofsky, 2000)

Clint Mansell compone la impresionante música de esta irregular, aparatosa, efectista y pirotécnica película del antaño prometedor Darren Aronofsky y que, aunque los comentaristas suelen hacer bastante (demasiado) hincapié en su supuesto retrato triste y deprimente del mundo de la drogadicción, en realidad trata de la evasión como narcótico y del ansia de notoriedad y de éxito. Los jóvenes (Jared Leto, Jennifer Connelly, Marlon Wayans) persiguen este sueño (hoy apellidado más que nunca «neoliberal») mediante la droga y la ensoñación aletargada de irrealizables proyectos futuros; la madre del protagonista (escalofriante Ellen Burstyn), a través de la televisión, mecanismo de ocio alienante, vulgarizador y adocenado. El paralelismo entre los efectos de las drogas y de la televisión culmina en su identificación con el espejismo vital que componen esas ansias de ascenso y reconocimiento que manifiestan auténticos don nadies que jamás pasarán de ser rostros anónimos en la calle del extrarradio cochambroso de una gran ciudad.

La composición de Mansell subraya esta atmósfera desquiciada y lisérgica, perturbadora y alucinante, que envuelve a los personajes hasta hacerles perder pie con la realidad, o hundirse irremisiblemente en ella.

Diario Aragonés – Cisne negro

Título original: Black swan

Año: 2010

Nacionalidad: Estados Unidos

Dirección: Darren Aronofsky

Guión: John McLaughlin y Mark Heyman

Música: Clint Mansell

Fotografía: Matthew Libatique

Reparto: Natalie Portman, Mila Kunis, Vincent Cassel, Winona Ryder, Barbara Hershey, Christopher Gartin, Sebastian Stan

Duración: 103 minutos

Sinopsis: La joven Nina es escogida como figura principal de un importante ballet de Nueva York. A medida que se acerca el estreno de El lago de los cisnes, sin embargo, mientras crecen sus inseguridades y temores, también lo hace su rivalidad con su compañera Lily. La tensión y los nervios sumen a Nina en el agotamiento y en una confusión mental que termina mezclando en su cabeza realidad e ilusión.

Comentario: Tras la austeridad narrativa y la profundidad humana de El luchador (The wrestler, 2008), Darren Aronofsky vuelve por donde solía. En Cisne negro, despliega el enorme potencial de su innegable imaginación visual al servicio de un cóctel que por un lado hereda ciertos lugares comunes de los melodramas situados en los entresijos de los escenarios, y por otro recoge ecos del thriller psicológico en la línea, por ejemplo, de Roman Polanski. El conjunto viene aderezado por una apabullante estética, tan sombría y siniestra como poseedora de una notable carga erótica, y por el gusto de Aronofsky por el mundo de la alucinación vinculado al trastorno mental de los personajes y a su psicosomática plasmación en cambios físicos o lesiones, como ya hiciera en Pi (Pi: faith in Caos, 1998) o en la celebrada Réquiem por un sueño (Requiem for a dream, 2000). Todo ello como vehículo de un guión que, como mayor acierto, consigue encadenar simbólicamente la trama principal de la película con el libreto de la insigne partitura de Tchaikovsky y el antagonismo entre el cisne blanco y su rival negro [continuar leyendo].