Música para una banda sonora vital: McVicar (Tom Clegg, 1980)

Roger Daltrey, del célebre grupo The Who, protagoniza esta película basada en el libro autobiográfico del delincuente británico John McVicar, responsable del guion junto al director, Tom Clegg. Una historia que transita por los lugares comunes del thriller carcelario y del criminal enfrentado a la sociedad que además busca una última oportunidad para redimirse y huir, y que cuenta con la música de Daltrey y The Who (productores de la película) como una de sus mejores bazas. Por ejemplo, este Free Me que abre la película.

 

Música para una banda sonora vital: Calles de fuego (Streets of Fire, Walter Hill, 1984)

Aquí tenemos a Diane Lane dándole al playback y meneando el esqueleto en la interpretación de Tonight Is What It Means To Be Young para este ochentero clásico de culto dirigido por Walter Hill, en el que el guionista y director pudo dar rienda suelta a dos de sus grandes pasiones, la música y el cine de acción y de violencia. A ratos tan magnética como ridícula, mixtura de película de pandilleros e intriga neo-noir, de musical y thriller, de western urbano y drama romántico con tintes de cómic retrofuturista y mucha cancha abierta al videoclip, la película es todo un ejercicio de nostalgia para los nacidos en los cincuenta que hacían cine en los ochenta y para los espectadores del siglo XXI que en esos ochenta éramos unos críos. Vergüenza ajena aparte. Que la da, y mucha.

Música para una banda sonora vital – Tres años de 39escalones

Hoy el blog 39escalones cumple tres años, que no es poco para esto de la blogosfera. Son muchos y buenos los amigos, de la cinefilia o fuera de ella, que hemos hecho merced a esta experiencia, todavía más las cosas que hemos descubierto y aprendido gracias a ellos. El reconocimiento y homenaje que merecen no puede describirse con palabras sin que éstas parezcan fórmulas ya gastadas o políticamente correctas, incapaces de describir todo el sentimiento y la emoción que produce haber conocido, en persona o no, a tanta y tan buena gente, y haber compartido tantas y tan buenas cosas con ellos.

Nada mejor por tanto que echar mano de un clásico, More than a feeling, de Boston, que además aparece en el bodrio estrenado este año titulado Los hombres que miraban fijamente a las cabras, para, dejando a un lado semejante truño, agradecer a todos los escalones, muchos más de 39, afortunadamente, su presencia y su amistad, virtuales o no.

Música para una banda sonora vital – Jefferson Airplane

La música de Jefferson Airplane, grupo de rock influenciado por la psicodelia y las drogas alucinógenas contemporáneo de The Mamas & The Papas o Scott McKenzie, suele ir ligada, como muestra el primero de los vídeos que aparecen a continuación, a un periodo muy determinado de la historia reciente norteamericana, los años sesenta y setenta, a acontecimientos como la guerra de Vietnam, Woodstock o la lucha por los derechos civiles y a figuras como los hermanos Kennedy o Martin Luther King. No se le escapó este detalle a Robert Zemeckis para Forrest Gump y ese doble compendio de rock, pop y folk que constituye su banda sonora, todo un éxito de ventas en su día que incluía joyas de la música imprescindibles. Precisamente la abre Volunteers, un clásico del grupo californiano convertido en himno contra la intervención militar norteamericana en el sudeste asiático. Otro de los grandes clásicos del grupo, Somebody to love, tenía una presencia destacada en Apolo 13, de Ron Howard, y además es perpetrada por Jim Carrey en esa cosa llamada Un loco a domicilio, bodrio dirigido por Ben Stiller, el eslabón perdido de Atapuerca.

Música para una banda sonora vital – Whitesnake

Aquellas juergas universitarias, estúpida comedia dirigida en 2003 por Todd Phillips y protagonizada por Luke Wilson, Vince Vaughn, Will Ferrell y Ellen Pompeo cuenta la ridícula historia de un terceto de típicos treintañeros de cine norteamericano pretendidamente cómico, nostálgicos de sus diversiones sin freno en la época universitaria, que deciden crear una fraternidad en el campus para divertirse sin límite con las estudiantes.

La película es un bodrio de campeonato. El par de gags que hacen sonreír levemente no compensa el visionado de semejante parida, y además, cuenta en su banda sonora con Here I go again, uno de los temas más conocidos de Whitesnake, típico grupo de heavy blandito de los ochenta (y eso que algunos llegaban a él desde Deep Purple), género éste caracterizado por los pelazos largos, los cueros apretados, las freudinanas masturbaciones microfónicas o guitarrísticas, y, en general, una estética de conjunto que supone una apología de la horterada cuyo culmen fueron los suecos Europe. Aunque, afortunadamente, en este vídeo tienen más apariencia y sonido de duros, el videoclip oficial y la música original del disco no dejan lugar a dudas: rock blandorro total.

Música para una banda sonora vital – Jerry Maguire

Esta película un tanto irregular contiene una interesante banda sonora (aunque Cuba Gooding Jr. haga sus pinitos cantando What’s going on? de Marvin Gaye junto a un grupo de mariachis). Pero la escena más recordada de la cinta es esa en la que Tom Cruise, manager deportivo que acaba de firmar un multimillonario contrato, canta a voz en grito el Free fallin’ de Tom Petty & The Heartbreakers, en un excelente retrato de la euforia, de la alegría sincera e íntima. Nos quedamos con el vídeo del rockero norteamericano. Y de regalo sin coste adicional alguno, Learning to fly.

Música para una banda sonora vital – U2

Ya hemos dejado constancia más de una vez de las colaboraciones del grupo de rock irlandés U2 en la música para películas (Wim Wenders, Scorsese, etc.). En esta ocasión nos remitimos al clásido New years day para felicitaros a todos el año nuevo.

Feliz 2009 de cine a todos.

CineCuentos – Un día en el mundo

Noche de invierno. El hombre gris cruza el desolado parque hacia la solitaria parada de autobús que lo conducirá a su jaula de cemento. Ha parado de llover pero el frío es intenso y algunos charcos ya presentan señales de inminente congelación. El ruido del motor rasga el silencio y el autobús iluminado es un oasis de humanidad en medio de ninguna parte.

El hombre gris paga el billete y el conductor ni se gira. Despoblado, el autobús va perdiendo unidades hasta que el hombre gris se queda como único ocupante, última fila, último asiento. Faltan muchas paradas hasta la suya, la que está cerca de su viejo apartamento, vacío y sucio. Oscuros pensamientos de nostalgia, rencor y abandono ocupan su mente.

Nadie sube ni baja del autobús hasta su parada. Así es cada día, y así será en éste su último trayecto. No volverá a la oficina. Le han pedido que no vuelva, y el hombre gris siempre ha sido muy receptivo a las sugerencias ajenas. Su resentimiento cambia de objeto, de la mujer que perdió al jefe que ha dejado su vida hueca. Antes al menos tenía el trabajo. Desde esta noche de invierno ya no le queda ni eso.

Súbitamente, el autobús se detiene de golpe, como atragantado, e interrumpe el catálogo de odios del hombre gris. Uno más va a unirse a la lista: el conductor le avisa de que el vehículo se ha averiado y de que debe bajarse. Es muy tarde, ya no pasará otro autobús. Solo, rodeado de nada en un barrio desconocido de hormigón, celdas impersonales de una cárcel de corazones, el hombre gris deambula en busca de un taxi para llegar a su cotidiana soledad. A oscuras, cansado, malhumorado, siente la derrota, se declara vencido, claudica al fin ante las penalidades de la vida, felicita al triunfador, hace firme propósito de quitarse de enmedio e incluso una lágrima se asoma al balcón de sus ojos. La lágrima se lo piensa mejor al ver al fondo de una calle un local iluminado por una fuerte luz blanca.
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CineCuentos – El Buen Pastor

North Bedford Drive. Cinco de la tarde. El taxi se acerca al número 505. El sol de California y los corridos mexicanos que saturan el aire sofocante me trasladan por un momento mucho más al sur, o a un pasado en el que las lujosas avenidas de Beverly Hills, con sus abigarradas mansiones, sus escaparates protegidos por alarmas y sus palmeras milimétricamente alineadas no eran más que resecas llanuras robadas a los indios por los españoles y vueltas a robar por los yanquis a los mexicanos para su América de privilegiados.

505. Iglesia del Buen Pastor. Nada que ver con las bellas misiones españolas del área de San Francisco, una vulgar imitación del estilo hispánico colonial hecha de ladrillo pero sin armonía ni gracia alguna, como casi todo lo que lo que se intenta emular en esta tierra, reino de la improvisación, de lo inmediato, de lo perecedero, de lo olvidable. Enfrente del templo pienso en no hace tanto tiempo, cuando a los cómicos muertos se les negaba la sepultura en suelo santo, como a los infieles o a los suicidas. “Infiel o suicida”, hermosos cumplidos con los que la Iglesia ha obsequiado a los cómicos durante siglos, una Iglesia paleta e inculta que reniega de su propia creación, la comedia y el drama al servicio de la representación de dogmas con los que adoctrinar a sus rebaños. Si para ella todos somos hijos de Dios, los cómicos son los hijos repudiados de la Iglesia.

«Con perricas, chifletes», decimos en Aragón. O como dicen los árabes, de forma mucho más poética,”al perro que tiene dinero, se le llama Señor Perro”. Mientras en muchos lugares del planeta los cómicos seguían siendo marginados, en Hollywood se les levantaba un templo para sus bautizos, sus matrimonios, sus funerales. Da igual que bautizaran hijos “ilegítimos”, que sus rápidos matrimonios fueran vertiginosos divorcios, que sus funerales una redención puramente formal de una vida rica en pecados. Para el Buen Pastor eso no importa mientras se pague el oficio. También se deja usar como plató si se paga por ello. Paradoja: en una película que se titula Ha nacido una estrella se usa el Buen Pastor como escenario para un funeral.

Rodolfo Valentino o Bing Crosby venían a escuchar misa y a comulgar aquí cada domingo después de pecar cada sábado. Elizabeth Taylor se casó ante su altar una de sus ocho veces, Continuar leyendo «CineCuentos – El Buen Pastor»

Música para una banda sonora vital – Red Hot Chili Peppers

¿Podría uno imaginar un lugar más inapropiado para el estupendo grupo de rock californiano Red Hot Chili Peppers que la banda sonora de Coneheads, infumable subproducto de comedia-ciencia ficción titulada en España Los Caraconos? Pues en efecto, en la música de este truño de 1993 con Dan Aykroyd como protagonista, está incluida, además del ochentero Tainted love de Soft Cell, este pedazo de tema, Soul to squeeze, con un vídeo que anda a medio camino entre los Freaks de Tod Browning y Una tarde en el circo de los Hermanos Marx.

Pero como los RHCP son favoritos de este blog, se les perdona casi todo. Sobre todo porque son capaces de temazos y vídeos tan buenos como Can’t stop, inspirado en las «esculturas en un minuto» del austríaco Erwin Wurm.