Música para una banda sonora vital – James Bond

Una de las particulares señas de identidad y también de los principales motivos promocionales de las películas de James Bond son sus temas musicales centrales, las canciones que durante décadas han compuesto e interpretado grandes nombres de la música para vestir los extralargos y estilizados créditos iniciales de cada película. Curiosamente, a pesar de las distintas procedencias y estilos de cada intérprete o grupo, todas las canciones de los films de James Bond comparten una marca común, algo que las identifica como pertenecientes a una familia heterogénea pero íntimamente conectada, un aire a lo John Barry que las proyecta más allá de las décadas, como al agente del servicio secreto de Su Majestad independientemente de la cara que le dé vida. Éstas son algunas de las más recordadas:

007 Alta tensión (1987)
A-ha. The living daylights:

Vive y deja morir (1973)
Paul McCartney & The Wings. Live and let die:


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Música para una banda sonora vital – Goldfinger

Shirley Bassey es la voz por excelencia de las bandas sonoras de la serie de películas de James Bond. Hasta en tres ocasiones ha puesto su garganta al servicio de las canciones que han servido de fondo a los tradicionalmente estilizados créditos iniciales de cada película. Además de Diamantes para la eternidad y Moonraker, sobre todo es recordada por James Bond contra Goldfinger (1964). Chorro de voz, oigan, acompañando la música de John Barry, también autor del célebre tema clásico de James Bond

La vida de Brian: 30 aniversario

brian

Se cumplen treinta años, que se dice pronto, de un accidente. Porque esta celebérrima comedia satírica e irreverente de los Monty Python (Graham Chapman, John Cleese, Terry Gilliam, Terry Jones, Michael Palin y Eric Idle), nació como una burla inocente y casual en respuesta a la curiosidad de un periodista inoportuno. Jesucristo: ansias de gloria se convirtió en La vida de Brian por la necesidad de evitar acusaciones de blasfemia o sacrilegio, pero sirvió para ganar en inteligencia y no perder un ápice de mordacidad. En todo caso, no impidió que las productoras británicas, a pesar del tirón popular del sexteto que garantizaba una suculenta taquilla, se desmarcaran de un proyecto que financió finalmente el ex-Beatle George Harrison y su productora HandMade Films.

Como toda comedia que se interne en el restringido reino de la excelencia, es una película muy seria aunque su forma no puede ser más desternillante. De entrada, es estúpido hablar de irreverencia. La fe, como la justicia y el amor, es a la vez ciega, y si hablamos de la fe cristiana oficial, es incluso paranoica (al menos en España). La película, lejos de obsequiar a los católicos con un lúcido y agudo ataque en exclusiva, es en cambio una denuncia general, no deja títere con cabeza, tira contra todos. Pero es que además, no carece de rigor en la construcción de época y manera de pensar, en el reflejo histórico del momento, reflejo que sirve además como vehículo de humor al ser contrastado con gags, chistes y bromas en clave actual.

Por si se da el improbable caso de que alguien no la haya visto, la trama, o más bien el pretexto para hora y media de descojone continuo, se centra en la figura de Brian, un muchacho nacido en Belén el mismo día y a la misma hora que Jesús (de Nazaret, y no de Belén, matiz curioso que daría para mucho pero que no es objeto de este artículo), en un establo dos casas más allá del escogido por José y María. Los Reyes Magos, que se equivocan de portal, son el primer indicio de lo que le aguarda a Brian en su vida, la suplantación, la asunción de un papel que no le corresponde. Hijo bastardo de un noble romano que violó a su madre (bueno, al principio sí la violó, luego…), ciudadano romano en la convulsa (como siempre) Palestina del siglo I, en la que grupúsculos radicales judíos conspiran contra el dominio romano, será considerado un nuevo Mesías al que seguidores de diferentes corrientes (la sandalia y la calabaza) no harán sino pedirle, cual Obama, milagros imposibles de cumplir, fieles por los que se inmolará involuntariamente en la cruz mientras todos lo abandonan, con los acordes de Always look on the bright side of life. Continuar leyendo «La vida de Brian: 30 aniversario»