Diálogos de celuloide: Desperado (Robert Rodriguez, 1995)

Tarantino gets his own killer brew, 'The Hateful Ale' | Movie News | SBS  Movies

«Esto me recuerda un chiste. Un tipo entra en un bar, se acerca al barman y dice: «oiga barman, tengo una apuesta para usted. Le apuesto trescientos dólares a que puedo mear en ese vaso de ahí sin echar una gota fuera». El barman mira el vaso y, vamos a suponer que está a unos tres metros largos de él, dice: «un momento, a ver si lo entiendo. ¿Me está diciendo que va a apostarse trescientos dólares a que puede mear, desde donde está, hasta ahí abajo, en ese vaso, y no echar ni una gota fuera?» Y el otro le mira y dice: «exacto». Y el barman dice: «chaval, acepto la apuesta». Y el tipo: «muy bien, vamos allá».

Se saca el aparato y mira fijamente el vaso, tío. Piensa en el vaso, piensa en el vaso, en el vaso, piensa en el vaso, vaso y piensa en la polla, polla-vaso-polla, polla-vaso-polla, piensa polla-vaso, polla-vaso, polla-vaso, y entonces, ¡fiuuh!, suelta el chorro, y, ¡fffiuh! se mea por todo el local, tío. Se mea en la barra, se mea en los taburetes, en el suelo, en el teléfono, en el barman, se mea en todas partes excepto en el jodido vaso ¿no? Bien, pues, el barman se parte el pecho de risa, ¡Es trescientos dólares más rico! Está, ¡jajaja! ¡todo el pis por la cara!, ¡jajaja!, y le dice: «¡Es usted un jodido idiota, tío!, ¡se ha meado en todas partes menos en el vaso! ¡Me debe usted trescientos dólares, puta!» Y el tipo dice: «disculpe, será sólo un segundito». Y se va hacia el fondo del bar. Allí hay un par de tipos jugando al billar. Va hacia ellos, conversa, vuelve a la barra y dice: «¡aquí tiene señor barman, trescientos!» Y el barman dice: «¿por qué coño está tan contento? ¡Ha perdido trescientos dólares, idiota!» Y el tipo dice: «¿ve a esos tipos de ahí? Acabo de apostarme quinientos dólares por cabeza a que podía mearme en su bar, mearme en su suelo, mearme en su teléfono y mearme en usted, y que usted no sólo no se cabrearía, sino que iba a alegrarse».

(guion de Robert Rodriguez)

Diálogos de celuloide: Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994)

-Butch, deja la televisión un momento. Tenemos una visita muy especial. Bien. ¿Recuerdas que te dije que tu padre había muerto en un campo de prisioneros? Pues… este es el capitán Koons. Él estuvo en ese campo con papá.

-Hola, jovencito. Vaya, he oído hablar mucho de ti. Sí, yo era un buen amigo de tu papá. Estuvimos en aquel infierno de Hanói juntos más de cinco años. Espero que… nunca tengas que experimentar algo así… pero cuando dos hombres se encuentran en una situación como en la que estuvimos tu papá y yo, cada uno se responsabiliza del otro. Si hubiese sido yo el que… no volvió, hubiera quedado ahí, el Mayor Coolidge estaría hablando con mi hijo, Jim. Pero tal como han salido las cosas yo estoy aquí hablando contigo, Butch. Tengo algo que decirte. Fíjate en este reloj. En un principio, fue comprado por tu bisabuelo durante la Primera Guerra Mundial. Lo compró en una tienda pequeñita en Knoxville, Tennessee, fabricado por la primera empresa que fabricó relojes de pulsera, porque antes la gente solo llevaba relojes de bolsillo. Fue comprado por el soldado de infantería Erin Coolidge el día que salía para París. Era el reloj de guerra de tu bisabuelo y lo llevó todos los días que luchó en aquella guerra. Y cuando cumplió con su deber, volvió a su casa con tu bisabuela, se quitó el reloj y lo metió en una vieja lata de café, y allí se quedó hasta que tu abuelo Dane Coolidge fue convocado por su país para ir al extranjero a luchar de nuevo contra los alemanes. Esa vez se llamó la Segunda Guerra Mundial. Tu bisabuelo le dio a tu abuelo este reloj, deseándole suerte. Por desgracia, Dane no tuvo tanta suerte como su padre. Dane era marine y murió, como tantos otros marines, en la batalla de la isla Wake. Tu abuelo sabía que moriría allí, lo sabía. Ningún muchacho se hacía ilusiones sobre salir de aquella isla con vida, así que, días antes de que los japoneses tomaran la isla tu abuelo le dijo a un artillero de un avión de las Fuerzas Aéreas llamado Winaukee, un hombre al que nunca había visto antes, que le llevara a su joven hijo, al que nunca había conocido, su reloj de oro. A los tres días, tu abuelo había muerto, pero Winaukee cumplió con su palabra. Cuando terminó la guerra, fue a visitar a tu abuela y le entregó a tu papá, que aún era un bebé, el reloj de oro de su padre. Este reloj. Tu padre llevaba este reloj en su muñeca cuando le derribaron sobre Hanói. Le capturaron y le metieron en un campo de prisioneros vietnamita. Sabía que si los amarillos veían el reloj se lo confiscarían, se lo quitarían. Tu padre decía que este reloj te pertenecía por nacimiento. Le cabreaba que cualquier amarillo pusiera sus grasientos manos sobre la herencia de su hijo, así que lo escondió empleando el único lugar en que podía, su culo. Cinco largos años llevó este reloj metido en el culo. Luego, antes de morir de disentería, me dio el reloj. Oculté este incómodo trozo de metal en mi culo durante dos años. Entonces, después de siete años, volví a casa con mi familia. Y ahora, jovencito, te entrego a ti el reloj.

(guion de Roger Avery y Quentin Tarantino)

Música para una banda sonora vital: Muerte entre las flores (Miller’s Crossing, Joel Coen, 1990)

Excepcional partitura de Carter Burwell, frecuente colaborador de los hermanos Coen, para esta excelente película de gánsteres que adapta más o menos libremente a Dashiell Hammett, y en la que la corrupción política, la traición, la violencia y la guerra de bandas son el inevitable aderezo de la crisis económica de 1929.

Mis escenas favoritas: El gran Lebowski (The Big Lebowski, Joel Coen, 1998)

Dos momentos impagables de los muchos con que cuenta esta comedia de culto de los hermanos Coen que gira en torno a las tribulaciones de El Nota. Todo un personaje.

Mis escenas favoritas: Kansas City (Robert Altman, 1996)

La carrera de Robert Altman está salpicada de homenajes a su música preferida, ya sea el country o esas melodías vintage que escuchaba de joven en la radio de sus padres. En Kansas City le llega el turno al jazz, que puntea de manera autónoma, contando prácticamente su propia historia en paralelo, el argumento principal. Así, la película posee una doble vertiente: la de una pareja de rateros de poca monta (Jennifer Jason Leigh y Dermot Mulroney) que, en un contexto de racismo y amaños electorales, choca por accidente con los intereses políticos y criminales de la Kansas City de 1934, controlados por el mafioso Seldom Seen (Harry Belafonte), y la lucha por la hegemonía del jazz, centrada en el club que Seen dirige.

Además de intérpretes como Miranda Richardson, Steve Buscemi o Brooke Smith, el reparto se completa con músicos como Craig Handy, Joshua Redman o James Carter, que dan vida, respectivamente, a figuras históricas del jazz como Coleman Hawkins, Lester Young y Ben Webster. El colofón a esta subtrama es la «batalla final» en el club, una larga secuencia de siete minutos rodada en vivo y en una sola toma con varias cámaras.

Mis escenas favoritas: El gran Lebowski (The Big Lebowski, Joel & Ethan Coen, 1998)

Uno de los grandes momentos de esta negrísima comedia de culto dirigida por los hermanos Coen. El Nota (Jeff Bridges), uno de los grandes personajes del cine de fin de siglo, impregnado, literalmente, de amistad.

Música para una banda sonora vital: Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994)

Otra más de las canciones que suenan en este talentoso refrito de Quentin Tarantino. Esta vez, Jungle Boogie, de Kool & The Gang, de 1974.

Mis escenas favoritas: Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992)

Cultura pop, verborrea soez, mucho cine en las venas y un puñado de buenos diálogos, la receta de Tarantino en este su debut tras la cámara. Sus mejores películas siguen siendo las tres primeras.

(para amantes de la VOS y de los doblajes clásicos españoles, advertimos de que la escena contenida en el vídeo es de un segundo doblaje español)

Música para una banda sonora vital: Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto (Things to do in Denver when you’re dead, Gary Fleder, 1995)

Warren Zevon interpreta el tema principal de esta película de Gary Fleder de la que ya hablamos aquí, protagonizada por un reparto coral que incluye a Andy García, Christopher Walken, Christopher Lloyd, Gabrielle Anwar, Steve Buscemi, William Forsythe, Bill Nunn, Treat Williams y Jack Warden. Combinación de comedia negra e intriga de corte gangsteril que destaca, especialmente, en la construcción y el dibujo de sus curiosos y atractivos personajes.

Música para una banda sonora vital: Fargo (Joel Coen, 1996)

Espléndido tema de Carter Burwell para esta excepcional obra de los hermanos Coen, Joel y Ethan, tan minimalista y majestuosa como el omnipresente blanco del invierno de Dakota.