Películas sobre compositores clásicos en La Torre de Babel de Aragón Radio

Nueva entrega de la sección de cine en el programa La Torre de Babel, de Aragón Radio, la radio pública de Aragón, en este caso dedicada a películas centradas en la vida y obra de compositores clásicos: Marin Marais y Todas las mañanas del mundo (Alain Corneau, 1991), Johann Sebastian Bach y Mi nombre es Bach (Dominique de Rivaz, 2003), Antonio Vivaldi y Vivaldi, un príncipe en Venecia (Jean-Louis Guillermou, 2006), Wolfgang Amadeus Mozart y Amadeus (Milos Forman, 1984), Ludwig van Beethoven y Amor inmortal (Bernard Rose, 1994) y Copying Beethoven (Agniezska Holland, 2006), Richard Wagner y Fuego mágico (William Dieterle, 1955) y Ludwig (Luchino Visconti, 1972), Franz Liszt y Lisztomanía (Ken Russell, 1975) -además de otras películas de Russell sobre músicos, como La pasión de vivir (1970), sobre Tchaikovski, Mahler, una sombra del pasado (1974) sobre el susodicho, o sus documentales primerizos sobre Elgar y Debussy-, Frédéric Chopin y Canción inolvidable (Charles Vidor, 1945) y Pasiones privadas de una mujer (James Lapine, 1991), Isaac Albéniz y Albéniz (Luis César Amadori, 1967) y Clara Schumann y Clara (Helma Sanders-Brahms, 2008).

Cortometraje – When humans are sleeping…

Hace más o menos un mes que los comercios dicen que es Navidad. Aquí va nuestra felicitación, un corto animado dirigido por Aaron Erimez, no precisamente destacable por su técnica ni por su resultado, pero simpático y con una banda sonora magnífica: Bizet, Tchaikovski, Offenbach y Rossini.

Nuestros mejores deseos para todos.

Música para una banda sonora vital – Drácula

La que sigue siendo la mejor versión de la gótica historia de terror del novelista irlandés Bram Stoker, el Dracula de Tod Browning y Bela Lugosi (1931), sorprende desde sus títulos de crédito iniciales al descubrir que están musicados con un fragmento de El lago de los cisnes, la obra maestra de Tchaikovski, un grande de entre los maravillosos y fascinantes músicos rusos, que además nos sirve para hacer un homenaje al célebre actor húngaro.

Stoker y Lugosi comparten un curioso e inquietante rasgo relacionado con el personaje que supuso el encumbramiento y la ruina mental de ambos. Si sabido es que Lugosi llegó a estar «poseído» por el personaje del conde, llegando a vestirse y comportarse como él e incluso a dormir en un ataúd a la «moda transilvana» de Stoker, no es menos cierto el deterioro psicológico del escritor, que, según la leyenda, en sus últimos días, prisionero en su habitación, enfermo, delirando, con los ojos desencajados, la respiración entrecortada, e intentando protegerse de una invisible amenaza con la ropa de cama, ocultándose la cabeza con las sábanas, asomaba un puño acusatorio cuyo dedo índice señalaba a un rincón desierto mientras pronunciaba desesperado y lleno de terror el grito ¡¡¡STRIGOIUL!!!, como llaman al Vampiro, al no-muerto, en Transilvania.

Si nos hemos pasado de siniestros y alguien precisa alegría para el cuerpo, la hallará aquí. No hay muerto viviente, vampiro, hombre-lobo, momia de papel higiénico u obispo manifestante que no menee los pies con ésta.