El cine me ayuda a descubrir el mundo. Por él miro hacia dentro, veo lo que hay en esa especie de claustro interior. Cuando salgo del cine miro a lo alto, a la izquierda y a la derecha, no se me ocurre mirar debajo de las suelas de los zapatos.
En el cine la única libertad es cerrar los ojos.
En Holanda estaba sentado en la terraza de un café y leía. Al levantar la vista del libro vi pasar un barco por encima del nivel del suelo donde me sentaba. Debí estar en el cine.
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De Nada sucede luego, de Antonio Fernández Molina (Colección Patitas en la sombra, Madrid, 2005).
Fotografía: La mirada de Ulises (To Vlemma tou Odyssea, Theo Angelopoulos, 1995)