
El gran éxito en Broadway de la obra de teatro de Michael V. Gazzo A hatful of rain, protagonizada por Steve McQueen, propició, como suele ser habitual en estos casos, su inmediata traslación a la gran pantalla en 1957. El director elegido por la 20th Century Fox, Fred Zinnemann, uno de los grandes de entre los emigrados que hicieron a Hollywood lo que fue, apostó, con guión del propio autor, por la conservación de los esquemas puramente teatrales, concentrando la acción en el apartamento en el que se sitúa la obra, y salpicando el metraje, de algo más de dos horas de duración en un eficaz blanco y negro, de pequeños respiros en exteriores urbanos de Nueva York que permitieran deslocalizar la acción para limitar la sensación de claustrofobia, no obstante explotada al máximo en los momentos en que la tensión dramática así lo requiere, así como para ofrecer, a través de la combinación de las imágenes en penumbra de la noche neoyorquina y de la música urbana de tonos jazzísticos de Bernard Herrmann, una plasmación simbólica de los dramas internos teñidos de luces y sombras que sacuden a los distintos personajes, especialmente a su protagonista, Johnny Pope (Don Murray). Todo ello para sumergirnos en el drama insostenible de un antiguo veterano de la guerra de Corea cuyo plácido futuro familiar viene empañado por un peligro inminente: su adicción a la morfina.
La primera imagen que preside los créditos iniciales resulta especialmente ilustrativa en ese sentido: una calle neoyorquina, recta, perdida en la distancia, sometida a la gigantesca presencia de un puente sobre el que bulle el tráfico, y un personaje, John Pope padre (Lloyd Nolan), que se acerca hacia la cámara desde el horizonte del plano. John Pope llega a la ciudad desde el sur para visitar a su hijo Johnny y a su nuera Celia (Eva Marie Saint), que están además esperando su primer hijo, pero con un propósito secreto: llevarse de vuelta los cinco mil dólares que su hijo menor, Polo (Anthony Franciosa), que vive con la pareja y que trabaja en un bar, le ha prometido para ayudarle a poner en marcha un negocio. El encuentro posee además otros múltiples ingredientes que hacen de este drama una historia de gran altura: el matrimonio de Johnny y Celia no termina de funcionar tras los primeros meses de casados, la relación de John con sus dos hijos, ambos hermanos pero adoptados en conjunto años atrás, no ha sido históricamente buena y ha llenado de resentimiento a los tres, y además Polo siente una pasión desmesurada por su cuñada, aunque se niega a traicionar a su hermano. Pero el gran drama es la oculta adicción de Johnny a la morfina, que no ha dejado de deteriorar su vida laboral hasta ocasionar su despido y que amenaza con dilapidar algo más que los cinco mil dólares que Polo guardaba para su padre por culpa de Madre, su camello (un soberbio y odioso Henry Silva), siempre acompañado por su grupo de secuaces violentos y tan esclavos de su adicción como Johnny… Continuar leyendo «Autopista al infierno: Un sombrero lleno de lluvia» →